El país se acerca vertiginosamente a la cifra de un centenar de precandidatos presidenciales, todos prometiendo un futuro venturoso. Desde cada orilla política, aseguran tener soluciones para la deuda, la inflación, la salud, la inseguridad y la transición energética, aunque pocos logran explicar cómo las pondrán en marcha.
La meta de alcanzar el desarrollo parece alejarse mientras el panorama económico se complica y el debate político se llena de promesas sin sustento.
Cifras que inquietan y alivian
Según el DANE, la tasa de desempleo nacional a agosto fue de 8,6 %, la más baja para ese mes en dos décadas. Sin embargo, la inflación en septiembre alcanzó el 5,18 %, con tres meses consecutivos de leve alza. Aunque menor que la del año pasado, la tendencia preocupa.
El gobierno del presidente Gustavo Petro enfrenta un contexto financiero tenso. Su ambiciosa agenda social, dirigida a poblaciones vulnerables, ha obligado a recortes en casi todas las carteras.
La desfinanciación del ICETEX y las Fuerzas Militares, entre otras entidades, ha generado malestar. Mientras tanto, el gasto burocrático y la contratación en el Estado siguen creciendo y ministerios como el de la Igualdad aún no logran despegar.
Para 2026, el Ejecutivo busca aprobar una Ley de Financiamiento por 26,3 billones de pesos, destinada a cubrir el presupuesto del próximo año, en medio de un Congreso fragmentado y de una oposición fortalecida.
Un escenario político difuso
El ambiente preelectoral es denso y confuso. Pese a la multiplicidad de nombres, se pueden distinguir cuatro grandes sectores políticos:
- La derecha, encabezada por el Centro Democrático y sus aliados.
- La izquierda, liderada por el sector cercano al gobierno y al progresismo latinoamericano.
- El centro, donde confluyen figuras como Sergio Fajardo, Claudia López, Juan Daniel Oviedo y David Luna, con proyectos moderados y dispersos.
- Y finalmente, el bloque de los “cazapuestos”, un espectro de aspirantes sin opciones reales, pero con la esperanza de lograr alianzas que les aseguren protagonismo. Entre ellos, movimientos como La Fuerza de las Regiones buscan un lugar en el tablero nacional.
El fantasma de la economía
Hay un tema que todos los precandidatos parecen esquivar: la crisis fiscal. En los debates y entrevistas abundan las respuestas sobre seguridad, transición energética o salud, pero ninguno aborda con claridad la pregunta de cómo financiar el Estado ni el costo real de desmontar o expandir su oferta de servicios.
El tamaño del Estado y el gasto público se han convertido en el gran ausente del debate presidencial.
Sin decisiones valientes —aunque impopulares— sobre el modelo económico, la tributación y el equilibrio fiscal, cualquier proyecto político, de izquierda o de derecha, está condenado a naufragar.
Colombia no podrá construir un futuro distinto si evade la conversación sobre su economía real.
El país necesita menos discursos y más cuentas claras.
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