¡Claro que necesitamos educación para el empleo!

¡Claro que necesitamos educación para el empleo!

A propósito del controversial tuit de Claudia López, vale preguntar: ¿es negativo ofrecer formación en aquellos sectores que demandan más mano de obra?

Por: Álvaro Germán Torres Mora
agosto 14, 2019
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¡Claro que necesitamos educación para el empleo!
Foto: Pixabay / Las2orillas

Recientemente Claudia López, desde su cuenta de Twitter, anunciaba la creación de una agencia de educación que ofrecería 20.000 cupos gratis en áreas demandadas por el mercado laboral. De pronto miles de trinos llovieron en su contra, tildándola de neoliberal; según muchos, la candidata solamente pensaba en las necesidades de las empresas. Mas tarde ella se retractaría, responsabilizando a una persona de su equipo.

No voy a asumir una postura a favor de Claudia López. Sin embargo, vale la pena pensar en el contenido del tuit. ¿Es algo negativo, en sí mismo, ofrecer educación en aquellos sectores que demandan más mano de obra? A primera vista no se entiende por qué la reacción en contra de la propuesta. Y escribe alguien que ha trabajado siempre desde las leyes y las humanidades.

Colombia se ha caracterizado por ofrecer programas muy buenos en derecho, administración y humanidades. Sin embargo, el mundo tiende a avanzar en dirección hacia donde lo dicta la tecnología. La experiencia muestra que los países anglosajones crearon gran cantidad de empleos durante la revolución industrial y los tigres asiáticos en gran parte deben su despeje a la puesta en marcha de ambiciosas propuestas en el sector de la electrónica. Hoy en día, por ejemplo, llama la atención que China e India incentivan fuertemente el estudio en áreas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics o, en español: Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y no por nada la mayoría de los estudiantes de este tipo de doctorados en Estados Unidos provienen de estos países. ¡Es que tanto en China como en India tienen claro en donde están los empleos y las herramientas para innovar!

Algunos han venido afirmando que subsidiar solamente aquellos programas que requiere el mercado es neoliberal. Lo curioso es que desconocen que subsidiar todo tipo de programas promoverá la selección de aquellos que no necesariamente resultarán en una población con trabajo estable. En cambio, los beneficios serán mucho mayores si se subsidian aquellos programas que tienen mayores posibilidades de encajar en el mercado de trabajo: población que puede pagar impuestos, mayor capacidad de consumo e incorporación de habilidades técnicas proclives a la creación de empresas y nuevos empleos. Tampoco se olvide que este tipo de políticas no son exclusivas de los países capitalistas. La extinta Unión Soviética se caracterizó por promover activamente las áreas de ciencia e ingeniería que favorecieron sus posibilidades de competir en la carrera tecnológica con el mundo occidental. A la larga les quedaría un legado en el que destacan por tener algunos de los números más altos de científicas en el mundo.

Aquellos que cuestionan este tipo de propuestas parecen tener, sin querer, un sesgo elitista. Para alguien de estrato 5 o 6, que estudió alguna carrera como Filosofía, no encontrar empleo en su área no será el fin del mundo; seguramente cuenta con los recursos y contactos para poder sobrevivir. En cambio, la misma situación para alguien de estrato 1 o 2 es peligrosa; muy posiblemente no va a tener como pagar arriendo, servicios o deudas. Y ni hablar del escenario de una familia que mantener. A su vez, parece haber un menosprecio injusto por los programas tecnológicos, de aquellos que ofrece el Sena. Semejante perspectiva desconoce la eficacia del sistema alemán, en el que muchos estudiantes se vinculan a una empresa para aprender, adquirir experiencia práctica y mejorar sus posibilidades de vincularse laboralmente. En serio, no todos pueden ser filólogos o lingüistas; también necesitamos técnicos en maquinaria pesada, en la industria automotriz y sobre todo, programadores.

Por supuesto que las artes y las humanidades son importantes. Sin embargo, a la hora de poner comida en la mesa un diploma en estas áreas puede ser riesgoso (esto lo entienden mejor aquellos que teniendo títulos en estas áreas se han visto en apuros para encontrar trabajo). Por supuesto que uno puede estudiar lo que quiera; sin embargo, el Estado debe seleccionar aquellos programas que tienen mayores perspectivas de empleabilidad y que pueden facilitar el crecimiento económico. En este sentido es conveniente otorgar los incentivos necesarios para estudiar programas de ciencia, ingeniería y tecnología, sobre todo entre las mujeres, que han sido víctimas de estereotipos injustos dentro de estos.

Es hora de que los humanistas abramos la mente y nos fijemos en lo que pasa en el mundo. Necesitamos proveer habilidades necesarias para obtener empleos. No se trata de prohibir las artes y las humanidades, sino de fomentar a través de incentivos la ciencia y la tecnología. De otra forma seguiremos siendo una tierra de muchos buenos poetas y abogados pero pocos buenos científicos e ingenieros.

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