¿Por qué nos da pena reconocer de dónde somos?

¿Por qué nos da pena reconocer de dónde somos?

"Le debes tu ahora al pasado, pero, cuidado, tienes que seguir avanzando y no quedarte en él. Mírate, examínate, pregúntate"

Por: Juan Felipe López Sánchez
abril 04, 2019
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¿Por qué nos da pena reconocer de dónde somos?
Foto: Pixabay

"¡Pasado pisado!", dijo ella. La inclemencia del sol atacaba nuestras pieles, mientras el viento fresco intentaba recubrirnos y protegernos. Sirly, la de la siempre melena alborotada y la cumplida falda sosegada, y yo, “un indio de los finos”, caminábamos por la carretera principal del municipio de Apartadó hacia la sede UdeA, bajo la severidad del clima. Durante el recorrido habíamos hablado pendejadas, hasta aquel momento. Al principio tomamos esto como un comentario cómico, pero algo hizo que empezáramos a especular sobre ello.

"Ya no quiero recordar ese momento, ¡qué pena!", comentó Sirly. Tal vez algunas personas piensen que digo muchas bobadas o que soy un tanto paranoico, como tú lo puedes estar haciendo, pero en ese momento los ideales filosóficos de algún tiempo olvidado arremetieron contra nosotros y dieron inicio a una conversación existencial.

Somos una construcción de sucesos pasados, de pensamientos abandonados, de actitudes relegadas. Nuestro cuerpo es pasado consolidado, tiempo y espacio de carne y hueso. Todas las vivencias transcurridas han forjado y transformado cada átomo que conforma ese “yo” material, y a ellas mismas le debemos nuestra existencia, nuestro presente y nuestro futuro. Suena loco, ¿no? Olvidar nuestro pasado implica mucho más que no recordar: olvidar nuestro pasado es no reconocer nuestra identidad, y esto último conlleva a muchos problemas tanto internos como externos. Es como si el cuerpo se volviera inerte, de simple masa en proceso de descomposición, sin movimiento, sin historias por contar. Dirás que lo estoy llevando muy al extremo, pero hasta ese punto se puede llegar.

En ese momento evidencié una problemática que, por más absurda que parezca, padecen muchas personas. Querer olvidar el pasado es cortar, trinchar y expulsar diferentes partes de nosotros mismos. Y sabes una cosa, esto puede trascender a muchos otros asuntos como la falta de autoconfianza y/o autoestima, y siendo peor: casos como la depresión. Y no se queda ahí, soportándose en una sociedad banal y superficial, donde aquellos que necesitan reconocerse como alguien aceptable a los yugos sociales utilizan a las demás personas para que sirvan de escalera sin importar qué pase con ellos, porque olvidar nuestro pasado también hace que olvidemos a aquellas personas que en algún momento nos contaron chistes sin sentido solo para vernos felices, que nos brindaron su mano pero permitieron que agarráramos todo el brazo.

¿Aún no lo entiendes? Rick Warren, escritor estadounidense, replicó un día: “somos producto de nuestro pasado, pero no tenemos por qué ser su prisionero”, pero la persona que no conoce, o reconoce, su pasado está condenada a repetirlo; lo has escuchado, ¿verdad? Y es eso, pues lo pasado es lo aprendido, y de ello construimos nuevas ideas que nos sostengan en el ahora. Borrar el pasado es aprisionar nuestro conocimiento. Como ves, y aunque te parezca que no tiene sentido, ese olvido también es el causante de muchos problemas que actualmente enfrenta la sociedad.

¿Por qué nos da pena reconocer de dónde somos? ¿Por qué intentamos no recordar de qué manera crecimos? ¿Por qué querer olvidar a aquellos que influyeron en nosotros? ¡Todo eso te ha hecho! Estúpido no es el pobre que piensa en lo que ha hecho, estúpido es el rico que no se esfuerza por pensar. Le debes tu ahora al pasado, pero, cuidado, tienes que seguir avanzando y no quedarte en él. Mírate, examínate, pregúntate y respóndete: en este momento eres en parte lo que quisiste ser, pues en el pasado intentaste serlo.

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