Llamando telefónicamente a los amigos muertos

Llamando telefónicamente a los amigos muertos

A aquellos que aún cuando el reggaetón se tomaba el mundo pensaron que el rock no era mamerto y anticuado

Por: Radio NEBLINA
diciembre 31, 2018
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Llamando telefónicamente a los amigos muertos

- REDACCIÓN NEBLINA - El primer campanazo de alerta lo dieron los irlandeses. Corría el año 2004, por ahí, y yo recorría las calles de Manhattan, NYC, en busca de un trabajo nuevo.

Estaba acostumbrado. En la Universidad de Antioquia había aprendido dos cosas claves: que un periodista lo único que necesita es que lo lean sin importar el canal y que los periodistas siempre estamos buscando trabajo por muy bien ubicados que estemos.

Así que allí estaba yo, entrando al Joshua Tree, un club-pub irlandés, ubicado sobre la Madison Avenue (¿Lexington?) con 50 y pico, o algo así.

Era invierno. La ventisca pegaba helada contra el rostro. Tipo febrero. 20 grados farengheit. Volutas de nieve en el huracán. El propietario, así como sacado de una película de Elia Kazaan y muy amable, celebró mi sombrero de lana andina muy sudamericano y me dijo que viniera a la noche siguiente a poner la música. Le dio órdenes a su hijo, el administrador, de que me mostrara el tornamesa y los equipos ´´para hacer sctratch´´ : ¨puedes conectar tu laptop a las máquinas¨.

Al otro día me preparé para hacer mi segunda incursión como DJ (´´de los tiempos cuando todavía se decía Disc Yei´´, Tatiana Correa dixit - guiño-). Ya en diciembre - el 31- había sido el dj oficial de un bar turco en Brooklyn y meses antes de un bar bogotano en Queens.

Metí el portátil a mi morral, me puse las Timberland, me despedí de mi mujer en ese entonces, patié la nieve y me fui a dar lo mejor de mis conocimientos musicales.

La noche avanzaba y los esfuerzos se hacían cada vez menos fructíferos. El administrador pasaba de vez en cuando por la cabina de mando y me gritaba en un tono que yo decodificaba como cuasi manchesteriano: ´´FASTER!!! FASTER!!!´´.

Yo ya no sabía qué hacer. Las gringas pendejas y hermosas y muy borrachas se agolpaban en la cabina a decirme que querían fiesta. Me cansé de intentar con lo que sonaba en los primeros lugares de la Europa de entonces, The Killers, The Strokes, y esas cosas, y entonces sucedió el milagro: me dio por darle PLAY a una canción que tenía traspapelada de Daddy Yankee.

El lugar explotó en mil pedazos. La muchedumbre histérica se lanzó a la pista de baile. Luego hice lo propio con Tego Calderón y con unas bachatas refundidas. Me convertí en un éxito en la mejor lógica y al mejor estilo del DIM: salvando la situación en el último minuto del partido.

Los irlandeses me pagaron, me pagaron muy bien y nunca más me volvieron a llamar. Nunca más quise volver a hacer DJ, de nada.

Afuera, mientras prendía un Cheterston y jugaba con el humo, pensé en varios amigos que se ganaban la vida de ese modo y hasta me acordé de las veces que yo lo había intentado en Colombia. Había olvidado lo difícil que era mantener una tensión de entretenimiento permanente durante toda una noche a partir de canciones. Una cosa es poner música en una fiestas de amigos, borracho, donde todo te suena bien por los efectos del alcohol - y demás juguetes-, y otra muy distinta es hacerlo sobrio en eternas 8 horas, fragmentadas en pequeños desafíos constantes de 5 minutos, ó diez, a lo máximo.

Hoy debo reconocer que los irlandeses tenían razón. Nada suena tan viejo, anticuado y mamerto como el rock. Nada más down. Lo único que suena actual, un ritmo verdaderamente anclado en el presente es el reguetón: esa mezcla extraña de Hip Hop, reagge y de la champeta de nuestro querido caribe latinoamericano.

Hace años vengo teniendo esa vieja sensación de estar en el tiempo equivocado al insistir con músicas equivocadas en mi playlist. Aquella sensación del Joshua Tree, de aquella noche, me acompaña cada mañana que pongo música para mi ritual de ducha, vestimenta y calle. Entonces es cuando me acuerdo de que el reguetón y el rap existen y que hay un mundo musical que hace muchos años hizo refresh.

Todo esto para decir que en este último post del 2018, quiero hacerle un homenaje a David Vanegas, esa especie de Kurt Cobain paisa que tuvo la deferencia de visitarme al Joshua Tree aquella noche y que, siendo un punk-grunge radical, se solló mi toque hasta altas horas de la madrugada.

Hoy David está muerto. Una noche hace pocos años, decidió que quería ir hasta el final con la heroína y se durmió para siempre.

Y todo esto lo conecto, porque ayer, una amiga especializada en hacer ciertas fiestas reguetoneras deliciosas, me contó de otro suicida, uno que había colaborado en ES DOMINGO YNTAN, otro que no aguantó más y se ahorcó.

A ellos, a tantos amigos que no han aguantado más, quiero dedicarles este último post del año. A mi casero que hace 8 días también la palmó con un ataque al corazón, (esa otra forma de suicidio), y que me dejó por herencia un pato, un gallo, unas flores y las instrucciones de cómo cuidarlos, a mi padre que duró más de treinta años matándose con licor hasta que por fin lo logró, repito, les quiero dedicar este post.

Este 31 de diciembre, cuando yo esté celebrando la llegada de un nuevo amanecer en casa de mi amiga, - la de la fiestas reguetoneras deliciosas -, diré como Charly García: amigos míos, este es el aguante... tra, la, ra, rá... este es el aguante hasta yo lo ví, hace muchos, muchos años, pero también lo ví.

Hay que estar alertas, amig@s.

Estar alerta te hace desarrollar empatía y ser cuidadoso con los otros. Nunca sabrás cuando tienes a un suicida a tu lado, sin la más mínima sospecha de que lo es. Estas fechas son las más peligrosas, las más vulnerables, las más emocionales. Que tus palabras y tu forma de tratarlo no vayan a acelerar el proceso de una decisión que ya fue tomada. Incluso desde antes de nacer.

Ahora, cuando el pato chapoteando en el agua de su estanque improvisado, es mi única música mañanera, pienso en David, en el ex novio de Luisa que nos hizo una voz en off para ES DOMINGO YNTAN, en esta película de Gus Van Sant llamada LAST DAYS y en aquella otra de Fuguet, llamada INVIERNO. Eso.

Y feliz año. Gracias por leer.

RADIO NEBLINA 2018

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