En memoria del periodista Oswaldo Flórez

En memoria del periodista Oswaldo Flórez

Hay personas que no deberían abandonar este mundo nunca: le hacen tanto bien a la sociedad, que su sola presencia ya lo llena todo. Este es un caso

Por: Aníbal Arévalo Rosero
julio 11, 2023
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En memoria del periodista Oswaldo Flórez

Hay personas que no deberían abandonar este mundo nunca: le hacen tanto bien a la sociedad, que su sola presencia ya lo llena todo. Estos seres se perfumaron de poemas de Neruda, aprendieron el lenguaje de la paz y siembran semillas de amor por donde pasan. Hemos sido privilegiados de tener entre nuestros amigos y compañeros a personas que nacieron con el don de convertir a los amigos en hermanos.

En algún instante nuestra inquieta juventud conocí a un ser menudo que le gustaba leer poemas, y fue porque alguien lo invitó para que formara parte de un colectivo que teníamos en nuestros tiempos de universitarios, denominado el Taller Cultural El Cueche. Era Oswaldo Flórez Andrade, con una capacidad extraordinaria para hacer amigos y sacarnos una sonrisa con alguna cosa simple que se le ocurriera. Poco a poco fuimos conociendo de su diplomacia, su capacidad para negociar las situaciones difíciles que a veces se nos presentaban.

Siempre que leía poemas, subrayaba algunos versos y tenía la costumbre de hacerle un símbolo que solo él lo entendía: ¿sería por ser su favorito o por tener un gran significado? Eso nunca me lo confesó. En este instante que ya no está entre nosotros, reviso un libro de Neruda que él me obsequió: el libro se abre por sí solo en una pagina que aparece con su rúbrica. Allí se lee:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

 Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

 El viento de la noche gira en el cielo y canta.

 Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

 Como se podrán dar cuenta, Oswaldo era una persona de altísima sensibilidad, enamorado siempre de la poesía, y eso hacía que el se refiriera siempre a las personas con un lenguaje elegante.

En nuestros tiempos de universitarios con nuestro grupo, El Cueche, tuvimos tantas y tantas experiencias, que parecíamos jóvenes de otra generación. Nos dábamos la pela pidiendo recursos económicos para patrocinar conciertos de música andina, nos amanecíamos en las calles pegando carteles; en el fin de año no participábamos de las festividades navideñas, sino que nos trasnochábamos noches seguidas haciendo el año viejo. Así no nos dieran premio, lo que más nos importaba era transmitir un mensaje de protesta en el desfile y con el testamento.

Interactuamos infinitas veces con Oswaldo Flórez, haciendo como maestro de ceremonias, presentador de los conciertos que organizábamos, escribiendo poemas al viento, organizando concursos de canto con los niños desprotegidos, hablando en las emisoras, haciendo programas de radio, éramos incansables y nos perdíamos por días de nuestras familias.

Oswaldo en su amor por las letras y el periodismo, nos confesaba que tuvo una profesora de castellano en el Inem de Pasto, llamada Amparo Moreno de Rodríguez, de quién le surgió tan grande pasión. Esto lo llevó a vincularse en los primeros tiempos del Diario del Sur, donde brilló con luz propia. Tecleaba una vieja máquina de rodillo, mientras apretaba sus labios en señal de la premura del tiempo. El cierre de la edición lo llevaba a lucirse con sus crónicas, acontecer diario, entrevistas y el análisis político de la región.

Su talento periodístico lo lleva a desempeñarse en otros escenarios. Es llamado a vincularse como director de noticias de RCN, donde demostró su valía intelectual, siendo muy cuidadoso en el manejo de la información. Se caracterizó por manejar un equilibrio informativo; tenía una fluidez en el lenguaje extraordinaria, no repetía palabras, tampoco utilizaba un lenguaje demasiado técnico; trataba con mucha consideración a sus invitados, jamás utilizó términos chauvinistas.

No podía ser inferior al hacer sus informes en vivo a través de las cámaras de la televisión, haciendo cubrimiento del conflicto armado de que vive el país, tenía una capacidad extraordinaria para hilar el lenguaje en los momentos de reportaje, se batió de la mejor manera para cubrir el conflicto en medio de las balas, donde arriesgaba su vida.

Son muchos momentos que compartimos con Oswaldo Flórez Andrade, valga recordar nuestra vida social y de esparcimiento, departíamos con una botella de Habana Club, y Oswaldo mencionaba su predilección en la música con las voces femeninas, como las de Gigliola Cinquetti o María Martha Serra Lima. Nos deleitábamos con el ritmo caribeño de Los Van Van de Cuba.

Recuerdo que en alguna oportunidad fuimos a un bar de la ciudad a escuchar baladas, pero como el establecimiento estaba repleto por ser fin de semana y por presentar el show en vivo, el administrador nos metió en el bar, terminamos sirviendo copas y bebiendo licor a nombre de los clientes. Y no podemos olvidar los lindos momentos que pasamos en la casa del Pollo Orbes, a quién Oswaldo le decía compadre, acompañados de lindas melodías y escuchando los comentarios de tan excelente anfitrión.

Tantas y tantas anécdotas por recordar, que sería volver a vivir otra vez en el recuerdo. Ahora, te nos adelantaste en el camino. No hay nada de qué arrepentirse. La vida fue maravillosa. Te quedas en nuestros corazones. ¡Hasta siempre, Oswaldo!; ¡hasta siempre, mi hermano del alma!

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