Cerveza a la bogotana

Cerveza a la bogotana

"Bogotá se volvió una ciudad muy cara en comparación con el ingreso. Y, lo peor de todo, es que es una política común y la gente sigue pagando"

Por: César Correa Martínez
mayo 12, 2017
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Cerveza a la bogotana
Foto: Pexels

Hace unos días, con ocasión de la visita inesperada de una amiga que vive en otro país, decidimos ir a la Zona T a comer y a tomar algo. Fuimos a un pub, uno que tiene sedes en otras partes y que, tengo entendido, tiene un mercado destinado a personas de estratos medios. La cerveza es rica, pero hay mejores, algunas son importadas, pero en todo caso las que uno ve en todas partes.

Hablamos un rato, nos tomamos algunas cervezas (yo, tres colombianas sin alcohol), pedimos tres porciones de papas fritas, unos calamares y unos cócteles. La cuenta fue de 190 mil pesos. Yo ni siquiera estaba lleno y comer no era la intención, sino la excusa para adelantarnos en noticias.

Luego pensé que hace un par de años en ese mismo sitio, pero en la sede de la 93, fui con unos compañeros de trabajo y tomamos cerveza por jarras, comimos alas (ellos, yo pedí papas fritas porque soy vegetariano) y la cuenta fue de cerca de 35 mil pesos por cada uno, algunos estaban prendos. La celebración de ese día era la despedida de soltera de una compañera.

Luego pensé, de nuevo, que a diferencia de cuando estudiaba en la universidad, estaba saliendo poco y que había cambiado los pubs y restaurantes y las discotecas por reuniones con amigos en sus casas. Y luego volví a pensar que me estaba volviendo un tipo aburrido de 32 años.

Pero, a final de cuentas, también pensé en que la razón es que aun ahora con un salario más bien bueno (eso dice mucha gente cuando se enteran de lo que gano) no me alcanza para salir como lo hacía en la universidad. Ahora, es verdad que el arriendo, la cuota del carro y las tarjetas corren por mi cuenta pero, aun así, el dinero que queda para disfrute es mucho más al que me daban mis papás hace apenas una década. Y eso que salía más bien mucho.

El hecho es que los precios de los mismos lugares que visitaba entonces se han vuelto insostenibles para mí, y eso que quizás estoy por encima de los salarios medios en el país. Mis salidas se volvieron esporádicas, más bien conmemorativas, cada vez más raras y no por falta de ganas sino por supervivencia. Bogotá se volvió una ciudad muy cara (ahora ya no vivo en ella, pero sí cerca) en comparación con el ingreso. Y, lo peor de todo, es que es una política común y la gente sigue pagando. No es normal que tres cervezas, tres cuartos de porción de papas fritas y cinco aros de calamares (por persona) cuesten casi 50 mil pesos.

Va uno a Chapinero y paga 7.500 pesos por una cerveza, más bien barata en comparación con los precios de la T, la G o la 93 y de Usaquén, y de Quinta Camacho y de Chapinero Alto y de la Macarena y del Parkway y de todas partes y parece feliz.

Esa noche, mi amiga dijo algo concluyente: es que esta mierda es cara incluso para mí, que gano en Euros.

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