Rappi y el colapso de la economía
Opinión

Rappi y el colapso de la economía

El sueño de los jóvenes colombianos no puede ser trabajar en Rappi; si lo es, habremos fracasado como sociedad

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junio 17, 2019
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No sé quiénes son los dueños de Rappi ni me interesa averiguarlo. Ese no es el problema. Honestamente, me alegra que a las personas les vaya bien en sus negocios y produzcan riqueza individual, cuando estos son honestos, éticos y decentes. No siento envidia por la prosperidad ajena, todo lo contrario, pienso que Colombia necesita más, mucho más empresariado exitoso.

Pero si el modelo económico de Colombia va a ser el de Rappi, lamento ser el aguafiestas, así no podrá desarrollarse el país. Lo malo de Rappi no son sus genios emprendedores, sino que para el actual Gobierno Nacional sea una referencia de la orientación que debemos seguir. En campaña, con una foto disfrazado de “rappi tendero”, Duque afirmó que si llegaba a la presidencia impulsaría este tipo de iniciativas para que “más jóvenes puedan hacer sus sueños realidad”. Ya en el gobierno, Duque afirmó que “Rappi muestra el poder de los millennials” y con sus propias manos entregó a la empresa el galardón como empresarios del año, otorgado por La República.

Rappi se ha hecho archi-mega-recontra millonaria, usando (no empleando) a más de 25.000 rebuscadores en los siete países en que opera.  Estos esclavos modernos no tienen salario, ni seguridad social, ni beneficios, ni vacaciones, ni prima, ni cesantías, ni estabilidad, ni posibilidad de ascenso. Trabajan con sus propias herramientas, a su cuenta y riesgo y asumen el costo de lo que necesiten. Desde 2015 hasta 2018, Rappi ha tenido pérdidas contables por $ 233.548 millones, en lo que al parecer es un negocio de especulación financiera, y que se aprovecha de un Estado cómplice que no exige impuestos ni asegura el cumplimiento de las regulaciones laborales.

 

Rappi se ha hecho archi-mega-recontra millonaria, usando (no empleando) a más de 25.000 rebuscadores en los siete países en que opera.
Estos esclavos modernos no tienen salario, ni seguridad social, ni beneficios, ni vacaciones, ni prima, ni cesantías, ni ascenso

 

Quienes no entienden nada de economía, ni saben cómo se dio el proceso de desarrollo de las naciones, ni les interesa que Colombia siga este camino, sino que se preocupan exclusivamente por salvarse a sí mismos, dicen que Rappi es una alternativa para que esas personas no se mueran de hambre. Y sí, es cierto. De alguna forma las personas usan la energía que tienen para sobrevivir, como un instinto primario.

Pero, mientras eso ocurre, países como Estados Unidos tienen a Silicon Valley, donde se estudia una parte de la ciencia que se aplica en la tecnología que está revolucionando al planeta. Si este pequeño territorio fuera un país, sería el octavo más rico del planeta. Representa el 13 % de la economía de Estados Unidos y su PIB per cápita es de USD 128.308, 19 veces más alto que el de Colombia. Su PIB es casi igual al de todo Colombia y la tasa de desempleo es de 2,5 %, prácticamente inexistente.

La economía naranja de Duque (parecida a la fucsia de los rebuscadores) no aspira a replicar la creación de riqueza como lo hacen las potencias, sino a condenar a Colombia a la Edad de Piedra. El sueño de los jóvenes colombianos no puede ser trabajar en Rappi; si lo es, habremos fracasado como sociedad. La aspiración de la juventud trabajadora, como lo propuso la comisión de sabios hace 25 años (y seguramente replicará las mismas recomendaciones), debe ser exigir que el Estado asuma su obligación de financiar educación e investigación de alta complejidad, capacitación de alto rigor, que sea capaz de desarrollar y mantener una producción sofisticada, con empleos de calidad y bien remunerados. Es la única vía posible para salir del oscurantismo.

 

 

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