Educación en el gobierno Petro: "Hacer es mejor que decir"

La educación en el gobierno del cambio: "Hacer es la mejor manera de decir"

"Hacer es la mejor manera de decir": esta frase de José Martí, líder en la guerra de independencia de Cuba, es pertinente en la coyuntura que vive Colombia

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febrero 17, 2024
La educación en el gobierno del cambio:
Fotografía: Canva

"Hacer es la mejor manera de decir": esta frase del filósofo José Martí, fundador del partido revolucionario cubano, líder en la guerra de independencia de Cuba quien murió en combate, parece pertinente en la coyuntura que vive nuestro país.

El presidente Gustavo Petro fue elegido legítimamente con la promesa del cambio y la necesidad de unas reformas profundas en materia agraria, política y social, aplazadas durante muchos años. También, es importante reconocer, que se heredaron problemas de gobiernos anteriores que profundizaron la brecha social entre sectores populares y élites terratenientes que junto al narcotráfico se han enriquecido he intentado apoderarse del poder y de instituciones importantes del Estado.

Agreguemos, que con la pandemia la economía se contrajo, la deuda externa se amplió y la mayoría de economías se cerraron, golpeando el mercado externo e incrementando la pobreza y la informalidad. El que se considera el primer gobierno de izquierda en Colombia elegido democráticamente con el apoyo de sectores liberales, marginales y de la Colombia profunda.

Elegir a un exguerrillero cuyo movimiento, el M19, había intentado tomarse el poder por la vía armada, una hábil estrategia publicitaria que lo llevaron a cometer actos demenciales, como la toma del Palacio de Justicia (murieron once magistrados), luego deponen las armas y participan activamente en la Constituyente del 91, es todo un hito en la historia de nuestro país. No solo se premió este gesto, llevando a líderes de este movimiento a altos cargos del Estado (Ministerios, Alcaldías, Congreso). Hoy convertido en una nueva fuerza política que se disputa con partidos tradicionales y nuevas fuerzas, el liderazgo nacional.

En solo año y medio del Gobierno de Gustavo Petro, hemos pasado de la euforia a la incertidumbre por hechos contradictorios que desgastan muy rápido el capital político con el que llego a la presidencia. Al punto que el propio mandatario habla de un “golpe blando” para arrebatarle el poder. ¿Por qué se ha desgastado tan rápido su capital político? Es evidente un liderazgo errático y desenfocado del país real donde el discurso elocuente y los temas tan variados y complejos no permiten aterrizar las propuestas de campaña.

Al comienzo, constituyó un gabinete de participación nacional. Quizás no la Gran Alianza que se esperaba, pero sí le dio participación a quienes fueron activos en su campaña, además del Pacto Histórico, como el liberalismo y otros sectores, lo cual disipó el temor a las reformas radicales que pusieran en riesgo la iniciativa privada y la propiedad de la tierra.

El nombramiento de Cecilia López en la cartera de agricultura, José Antonio Ocampo, un economista reconocido con una trayectoria no solo en el ámbito nacional, sino a nivel internacional que lideró la reforma tributaria, uno de los aciertos de Petro, porque se trató de una reforma progresiva que aumenta la tributación a los de más altos ingresos, lo cual incrementa recursos para las reformas sociales y los subsidios a la población vulnerable.

Fue clave el nombramiento de Alejandro Gaviria en educación, experto en salud, Ministro del gobierno Santos. En Planeación Nacional Jorge Iván González, con trayectoria académica, formulo un plan estratégico consensuado rescatando la planeación como perspectiva estratégica para la reindustrialización, alrededor del agua, el medio ambiente y proyectos basados en Misiones, como sugiere Mariana Mazzucato.

Este equipo valioso también se fortaleció con el profesor German Umaña con experiencia en política exterior y comercio internacional, generó confianza entre empresarios, sectores académicos, analistas e inversionistas extranjeros. En política internacional, se ganó presencia en grandes foros internacionales, restableció relaciones con Venezuela, busco acercamientos con Estados Unidos y con China.

Todo se veía muy positivo, pero rápidamente abandona su condición de estadista y se convierte en activista político. En su mesianismo, pretende abarcar todos los temas de la vida nacional: Reforma Agraria, Paz Total, Reforma laboral, pensional, de salud y de transición energetica. Es decir, refundar el país.  Es notorio el desdén por la técnica y los tecnócratas, que lo lleva a la primera crisis de gabinete, desintegra la Coalición Política que le había sido muy favorable en esta primera fase, rodeándose de amigos y militantes cercanos.

Se inicia una perspectiva errática con discursos grandilocuentes apoyado por sus leales copartidarios, que no cuestionan sus propuestas, pero no aterrizan los proyectos por incapacidad y/o inexperiencia y una pobre ejecución. Impulsa un estilo de administración vía Twitter, que anarquiza su propio equipo de gobierno, crea incertidumbre frente al sector privado y choques con otras instituciones del Estado (El legislativo, Judicial y órganos de control). 

Al no ver realizadas sus reformas en tiempo récord y siguiendo procesos legales, casa peleas innecesarias y genera una narrativa donde el mundo está contra él y se victimiza. (no lo dejan gobernar), se advierten conspiraciones por doquier incluido el “golpe blando”. Vale la pena recordar, “que cuando se inventan enemigos gratuitos, de pronto les da por ejercer”. En qué queda el político sagaz que protagonizo los grandes debates en el Congreso, con un discurso radical frente a la corrupción, en temas asociados a la vida nacional, a las reformas sociales y la transparencia del gobierno en el manejo de los recursos públicos.

Las necesidades de unas reformas profundas en el marco de una gobernanza democrática se diluyen rápidamente y surge la pregunta de qué mueve al Presidente hoy. ¿Sacar adelante unas reformas consensuadas y posicionarse como un estadista capaz de hacer cambios y dejar una impronta en la vida nacional? O lo que quiere es, manejar un discurso apocalíptico sobre el cambio climático y ganar un espacio como líder mundial, sacrificando sectores claves de la economía que permitirían financiar la transición energetica, como “La prohibición de la exploración y extracción de los hidrocarburos, columna vertebral de la riqueza nacional. En vez de intensificar al máximo posible su aprovechamiento, incluyendo los no convencionales” (Gustavo Cano, Portafolio, 13/02/2024).

Hay quienes sostienen, que el presidente anticipa la campaña política, dedicándose a tratar de poner un sucesor, a sabiendas de las dificultades para materializar sus reformas. No cabe duda, que los grandes retos de modernizar el país, reindustrializarlo, impulsar la infraestructura, ferroviaria, marítima y aérea. Reactivar la economía con un pobre crecimiento en industria, comercio y agricultura, generar empleo, disminuir la informalidad, entregar tierra a los campesinos con una auténtica reforma agraria y lograr la Paz Total.

Esto demanda un proceso que no se asalta, y exige la conformación de un Gran Bloque Histórico, donde quepan los defensores de un cambio progresivo y consensuado. Si es verdad, que estas reformas están aplazadas hace cientos de años, ¿será posible realizarlas en dos años y medio que quedan de gobierno?

Aun pensando en el escenario, del debate electoral del 2026, deberíamos serenarnos, no temerle a la crítica constructiva, que vaya más allá de la lambonería y la obsecuencia que quisieran algunos y que se destila en las redes sociales, que registran una gran pobreza intelectual. Regresar a la Constitución del 91, de la cual fue protagonista el M19, sería un gran punto de partida.

Colombia ha superado conflictos y revueltas a costos muy altos en vidas y una violencia que se niega a desaparecer. Cualquier chispa puede incendiar la pradera y por ello, no es conveniente, estimular la confrontación. El propio presidente Petro, le jugo a la paz, su movimiento depuso las armas y entró a la vía legal haciéndose parlamentario, alcalde de Bogotá y hoy presidente por la vía democrática.

No creemos que haya alguien interesado en recortarle su periodo de gobierno y confiemos, como lo señala, Alfonso Gomez Méndez, que los golpes de Estado son cosa del pasado. “El escrutinio público sobre las actuaciones de un jefe de Estado, o las investigaciones de los organismos constitucionalmente constituidos para adelantarlas (Fiscalía, Procuraduría) no pueden asimilarse a actos de conspiración. Si hay abusos que sancionen la legitimidad del elegido, no lo coloca a cubierta de las indagaciones judiciales, políticas o disciplinarias” (El Tiempo, 14/02/2024).

En este escenario, regresar a la cultura política y la educación para la formación de nuestra juventud, con estándares de calidad, es decisiva para superar la ignorancia política que en pleno silgo XXI, era de la informática , las comunicaciones y la inteligencia artificial, aún somos prisioneros de dogmatismos y mesianismos heredadas del oscurantismo y del medio evo, que no reconocían la diferencia y mucho menos la discrepancia y el mundo se dividía entre amigos y enemigos con aquella sentencia de que “quien no está conmigo esta contra mi” y que hoy se contemporiza con los conceptos de izquierda y derecha. ¡Como si la realidad fuera blanca o negra y no gris y con lunares!

Como lo definió el “Maestro Kong” (Confucio), “La educación genera confianza, la confianza genera esperanza, la esperanza genera paz”. De allí, la importancia de propiciar, desde la planeación consensuada, las condiciones adecuadas que garanticen no solo la cobertura sino también la calidad y la pertinencia de la educación que se imparte en países como Colombia, que requiere ir más allá de discursos grandilocuentes, que se caracterizan por acuñar frases sonoras, pero precaria o nula ejecución de las recomendaciones de los  expertos, para revertir los pobres resultados que registra el país, como es el caso, en materia educativa.

Las pruebas PISA, que realiza la OCDE, mide la competencia de los jóvenes hasta los 15 años de edad, en capacidad de lectura, matemática y ciencias básicas. Tiene como fin, identificar qué tan preparados están los estudiantes para su participación y pleno desarrollo en la sociedad. Tal como ha sido la tendencia en los últimos años, los resultados obtenidos por el país en el año 2023, reflejan una desmejora en las tres competencias, en comparación con el año 2018.

Como se observa, contrario a obtener puntajes más altos, el resultado de las pruebas es equiparable o incluso menor a los puntajes obtenidos cuatro años atrás, en el 2018 los resultados fueron: Matemáticas 391, Lectura 412 y en Ciencias 413, mientras que, en la última prueba, en su orden, se obtuvo 383, 409 y 411 puntos respectivamente.

Tendencia en rendimiento de matemáticas, lectura y ciencias.

El país se ha detenido en el puntaje en las pruebas PISA, desde el año 2009, en las tres materias, las variaciones han sido muy pequeñas o insignificantes. Basta con observar el cuadro siguiente de las pruebas PISA 2023 para corroborarlo. Porcentaje de estudiantes de bajo rendimiento (puntaje por debajo del nivel 2), pruebas PISA 2023.

¿Por qué no mirar las experiencias del Chavismo en Venezuela, de Gabriel Boric en Chile, Javier Milei en Argentina y la de Nayib Bukele en El Salvador para aprender la lección en un contexto regional? Sería muy enriquecedor sobre todo para quienes de verdad apoyamos el Cambio y esperamos no fracasar en el intento.

*Profesor, investigador y exrector de la Universidad Nacional.

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