U. Nacional: botín de guerra de los aliados de Dolly Montoya

Universidad Nacional convertida en botín de guerra: ¿manejada por aliados de exrectora Dolly Montoya?

La secretaria general de la UN, Amanda Mora, salpicada por posible desfalco a sede Tumaco, es clave para tapar movidas oscuras amparadas por el Consejo Superior

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mayo 16, 2024
Universidad Nacional convertida en botín de guerra: ¿manejada por aliados de exrectora Dolly Montoya?

Hemos presenciado atónitos las declaraciones del representante de los profesores de la Universidad Nacional de Colombia-UNAL, Diego Torres y de Ismael Peña, rector designado por el Consejo Superior Universitario-CSU el pasado 21 de marzo de 2024.

Peña, siempre amable y conciliador, ha subido el tono y les ha comprado el discurso a los integrantes del CSU que, como Torres, se muestran orgullosos de ser el escudo de la U. Nacional ante las garras amenazantes del petrismo.

Todo un río revuelto, en donde cada bando y grupito de poder, está haciendo sus esfuerzos para no dejarse quitar ese botín de las manos.

El Gobierno, dividido entre ministerio y presidente no tenían un candidato visible, pero antes de la consulta, el presidente Petro afirmó que su gobierno apoyaría a quien ganara la consulta entre estudiantes.

Con eso, Leopoldo Múnera sería el ungido. Pero quizá ese no sería el candidato de la ministra, quien en una declaración radial (antes del giro antipetrista en el discurso de Peña) había señalado que Ismael Peña era el electo y que solo estaba esperando firmar el acta, tan pronto la secretaría general la ajustara a la verdad de lo acontecido en el CSU de la U. Nacional, el 21 de marzo.

Sumado a lo anterior, con la declaración de desobediencia civil de Leopoldo Múnera tras la designación de Peña como rector, se impulsó a los estudiantes (masa enardecida que le es útil al Gobierno) a desconocer a Peña, lo que conllevó medidas de hecho como el paro de las actividades en los campus de la U. Nacional, hasta que el 8 de abril, junto con los integrantes de la llamada primera línea, se tomaron el edificio de la rectoría.

Exigen no solo la designación de Leopoldo Múnera como rector, sino que se cambien las formas de elección de directivas en la U. Nacional, desempolvando la idea de una llamada constituyente universitaria, que es una especie de congreso universitario, donde ya no serían 8 integrantes en un CSU, sino un número más amplio y representativo de la comunidad, encargados de elegir a sus autoridades haciendo uso de la autonomía universitaria.

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Por su parte, el combo de Verónica Botero, Diego Torres y Humberto Rosanía, 3 de los 8 miembros del CSU que eligieron a Ismael, llegaron a él, no por razones académicas, pues contrario a lo que se supone, el hecho de haber sido parte de la rectoría de Dolly Montoya, no lo hizo su candidato a sucederla.

Para ese combo, Ismael Peña no era de su agrado (antes de la designación; hoy están acomodados a su lado). De hecho, los vicerrectores de investigación y académicos de Dolly Montoya, Camilo Younes y Carlos Hernández, no apoyaban a su homólogo Ismael, sino a quien de no ser por las denuncias reveladas días antes de la consulta, sería hoy el rector de la U. Nacional: Jairo Alexis Rodríguez, quien meses antes de la elección se quitó el apellido paterno, para homenajear a su mamá.

Jairo Alexis López tuvo acusaciones por violencia intrafamiliar, fue denunciado en redes feministas como acosador y le fueron expuestas evidencias de tráfico de influencias, entre otros.

Y es sobre esas denuncias que se ha puesto un velo para tapar la presunta corrupción, que involucra a los miembros del CSU Botero, Torres y Rosanía.

Sin López en la contienda, eliminado por sus propios actos, el cuarteto (pues hay que sumarle a Sara Jiménez, representante estudiantil, manejada por Ronald Vargas, exrepresentante y amigo de Diego Torres y de Jairo Alexis López) tuvo que buscar en 9 días (desde el 12 al 21 de marzo) a quién apoyar en su camino a la rectoría.

El elegido fue Ismael Peña. Por eso, la cortina de humo se ha centrado en Peña, buscando olvidar el entramado de corrupción de esos integrantes del CSU. López puso a Rosanía como delegado del MinEducación en el CSU, cuando actuó como asesor de Tito Crissien, ministro de Ciencia, acusado por plagio.

Rosanía, coordinador de la Misión de Sabios, donde participó López y Torres (haciéndose amigos), era directivo de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) a donde llegaron recursos del MinCiencias para llevar a cabo consultorías en diplomacia científica.

Desde la OEI, Rosanía, miembro del CSU contrató a la Facultad de Minas de la UNAL, de donde Botero, delegada del Consejo Académico de la U. Nacional ante el CSU es decana, para ejecutar el proyecto, y ella, sin pudor, contrató a Jairo López como experto en el tema.

Revisando la hoja de vida de López no tiene ningún soporte ni experiencia que lo acredite como experto en diplomacia científica. Por esa consultoría, a través de la sede Medellín (cuando él trabaja en Bogotá), López cobró 51 millones de pesos (SAR número 44 de 2022, Facultad de Minas, Sede Medellín, U. Nacional).

De la misma manera, usando a la Facultad de Minas y el poder administrativo de Botero en Medellín, el representante Torres, físico nuclear (como se autoproclama) fue contratado por ella, para ser asesor del proyecto para el “Diseño y acompañamiento en el proceso de concurso docente de la Universidad de Cundinamarca”.

Como López, Torres tampoco tiene experiencia demostrada para diseñar o acompañar concursos docentes, máxime cuando dichos concursos no requieren de esos “acompañamientos” de un externo.

Los entes de control deben investigar con detalle, cómo y por qué, en caso de que la Universidad de Cundinamarca sin sede en Antioquia, hubiere requerido un asesor en concursos docentes, contrató a la Facultad de Minas de la U. Nacional en Medellín, y por qué Botero eligió a Diego Torres experto en física con sede en Bogotá, pagándole la suma de $48.160.000 (SAR número 41 de 2022, Facultad de Minas, Sede Medellín UNAL).

Como si esto fuera poco, Diego Torres, a pesar de ser representante profesoral quien por natural actuación debe ser veedor de la administración, trabaja para Camilo Younes (amigo de Botero) creador y miembro de junta directiva de dos corporaciones creadas por Dolly Montoya; una de esas, Rotorr, usada para ejecutar funciones de la Universidad, administrando recursos públicos (haciéndole el quite a la vigilancia de los recursos públicos) y siendo competencia desleal para la propia universidad.

Diego Torres es director científico de Rotorr, así que él nunca actuará como veedor de la empresa creada por él y para él. Nadie sabe cuánto ganan los gerentes ni los integrantes de esas corporaciones, movidas con los recursos que se gestionan a nombre de la Universidad, sin que esa se vea beneficiada de los mismos.

Así, ni al gobierno ni al grupo de López, Torres, Botero y Rosanía, les importa la U. Nacional. Para ambos bandos, Ismael Peña es un polvorín que usarán a su antojo para sus intereses particulares.

Al segundo bando, que se ha tomado los medios de comunicación donde se presentan como salvadores de la democracia del país y de la U. Nacional, que enfrentan la corrupción del petrismo, ni el periodismo ni las autoridades les han escudriñado sus verdaderos intereses.

Menos los han apartado de sus cargos como representantes mientras se les investigan sus responsabilidades en los presuntos delitos y en las actuaciones antiéticas, por decir lo menos.

Para ese grupo, Ismael Peña fue la salida de emergencia ante la descabezada de López en la consulta de preselección de candidatos a la rectoría. Todos amigos entrañables.

Finalmente, a este combo que ha tomado a la Universidad como su tapete de póker, falta sumarle a la amiga del alma de López y Torres, a Amanda Mora, secretaria general de la U. Nacional.

A ella se le puede atribuir la marrulla en la negativa de los ajustes a las actas solicitadas por la ministra de Educación; a ella se le puede cargar la demora en la liberación de la información de lo que pasó en el CSU el 21 de marzo. Sin contar con su responsabilidad en tapar la pérdida de recursos en la Sede Tumaco, de donde fue su directora hasta 2023.

Por último, las autoridades deben apresurarse a investigar las sospechosas amenazas a dos de los integrantes del CSU, Torres y Botero, pues a pesar de ser ocho integrantes, solo ellos dos parecen haber recibido amenazas que, según Torres, no les permiten salir de su casa.

¿Los votos de ellos pesaban más, por qué solo a ellos los amenazan? Todo tan turbio en el actuar del CSU, como tan claro: lo de menos para todos es la academia, los estudiantes y el grueso de profesores y estudiantes. La U. Nacional es hoy un botín de guerra, donde ni la educación ni el país, importan.

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