Coches eléctricos, energías limpias y paz total: quimeras para charlatanes
Opinión

Coches eléctricos, energías limpias y paz total: quimeras para charlatanes  

Las incomprables baterías de litio, los paneles solares que no son panecea, y, ¿cómo vamos a construir la ampulosa “paz total” en un país sin gasolina?

Por:
mayo 27, 2023
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Alejandro Jodorowsky en alguna entrevista televisiva le hizo creer a un sinnúmero de sus lectores (entre ellos astrólogos, psicomagos y tarotistas), que el quid de la paz mundial radicaba en cambiar el negocio de las energías fósiles por el de las energías limpias. Esto fue hace unos 22 años.

Recuerdo en mi juventud haberme entusiasmado con esa idea quimérica como parte de esos lectores.

Y abogamos por el cuidado del medio ambiente, por acabar con el fracking y apostar en contra del calentamiento global. Todo sonaba muy moderno, muy futurista e interesante.

EL ORIGEN DE LA DISTOPÍA

Creo que alguna duna de esos ‘haboobs’, llegó para hacer una tormenta de arena en el corazón de los inconformes, siendo instrumentalizada por los partidos verdes, lo que cambió el rumbo de muchos procesos en Europa, EE.UU. y más de 20 años después, como lo vemos hoy, en Colombia. “Colombia Potencia Mundial de la Vida” y “el fin del calentamiento Global” son dos platos recalentados que nadie en Europa hoy se come. ¿Por qué?

He podido presenciar cómo en Bélgica (en la parte flamenca) y otros países, los Gobiernos cobran ahora a los ciudadanos un impuesto mensual por usar los paneles solares que al comienzo veían como una panacea que le quitaría el negocio de la electricidad a las empresas privadas y se lo devolvería a los ciudadanos. Paneles que no provee el Gobierno y sí compran los ciudadanos de su bolsillo (y el sol tampoco lo encienden los políticos). También cómo sube el precio de las baterías de litio para almacenar esas energías en una casa (la mayoría oscilan entre los 20 y 30 mil euros); y cómo el más ligero de los metales (el litio) es extraído por procesos sumamente contaminantes, como cualquier proceso de minería, acabando con los recursos hídricos y exterminando humedales (infórmese). ¿Podría llegar a escasear a este ritmo y tornarse incomprable?

LOS COCHES ELÉCTRICOS

Muchos diletantes y expertos han declarado (como el del siguiente video), que si los ‘coches’ explotan, pueden generar una tragedia en una vivienda y su combustión es prácticamente imposible de apagar por las mangueras de los bomberos:

https://www.youtube.com/watch?v=8miIUpQ2AKY&t=2s

El año pasado pensé en comprarme uno, pero cuando pregunté lo que nadie pregunta: ¿cada cuánto hay que cambiar las baterías de litio y cuáles son los costos de reemplazarlas?, quedé completamente desalentado. Su vida útil oscila entre 2 y 6 años, y pueden costar, dependiendo del vehículo y las celdas, entre 9 y 20 millones de pesos (algunos como los Volvo necesitan 3 celdas, lo que equivale a 60 millones de pesos, el costo de un carro nuevo a gasolina cada 6 años).

PROBLEMAS DEL GOBIERNO PETRO

A la fecha de hoy, mayo de 2023, no lo veo tan mal como el Gobierno Duque o el Gobierno Pastrana. Pero puede ser grave si no corrige su rumbo. Creo que el problema del Gobierno Petro se centra en tres ejes:

Eje 1. Gobernabilidad. Apoyo del Congreso y aceptación popular.

El uribismo ha hecho una notable campaña mediática para mitigar el impacto de las decisiones erráticas del Gobierno Duque, el cual: 1. Se negó en su momento a estabilizar los precios de la gasolina en sincronía con el resto del mundo, dejándole la responsabilidad al actual Gobierno (y este no ha empezado una negociación internacional para que se le dé un trato desigual a monedas en condiciones desiguales); 2. Permitió el ingreso de 2 millones de migrantes venezolanos en la indigencia al país sin invertir adecuadamente las ayudas internacionales que fueron dadas para eso, aumentando la crisis interna; 3. Obsequió 500 mil millones de pesos a los bancos, pagando favores electorales; 4. Permitió -por decir lo menos- el latrocinio en la reconstrucción de San Andrés; el escándalo de las TICS (caso de los 70 mil millones), entre otros, lo que se traduce como malversación del erario.

La crisis económica causada por los anteriores factores, dejó al peso colombiano como la segunda moneda más devaluada de América Latina (todos los países vivimos el Covid, por lo que este no puede ser una excusa). Achacarle eso al actual Gobierno, que por el Twitter de Petro, que por sus políticas, ha producido un descontento generalizado en la población y una poderosa campaña de desinformación que no ayuda en nada a la crisis actual. Y hay que agregar: Los marchantes opositores y sus jefes políticos, no leen las reformas presentadas en el Congreso.

Eje 2. Problema económico a partir del cambio de energías. Si estaba programado para más de 10 años (algunos anuncios oficiales hablan de 12, otros de 19 años), no es lógico que lo estén tratando de incorporar en 9 meses. Tampoco se explica el anuncio del fin del fracking por parte del presidente Petro con solo 3 o 4 meses de Gobierno; o un nuevo gerente de Ecopetrol nombrado sin criterios en la materia, cuya gestión generó la pérdida de cerca de la mitad del valor de las acciones actuales en la bolsa. ExxonMobil y Sintana Energy anunciaron el retiro de su operación conjunta en Colombia, poniendo fin a sus contratos en la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH). Muchas familias dependían de eso.

Eje 3. Falta de auditar los contratos de las concesiones de los peajes en las vías del país. Si las empresas petroleras pierden su valor y la gasolina se encarece, lo mínimo esperable es que las vías de comunicación sean más económicas de transitar, con distancias más cortas, sin trancones que conminan a gastar más gasolina; y por último, lo más importante: menos peajes, para reducir definitivamente el impacto del alza del combustible, redundando en una disminución de los costos al movilizar pasajeros, mercado, materias primas, etc., fortaleciendo también el turismo (que ahora ha sido absurdamente grabado con impuestos); y por el contrario, las concesiones se han mantenido intactas aunque se prohibió el incremento de los peajes. Los peajes deben desaparecer y el Estado keynesiano debe auditar los contratos vigentes y retomar el control sobre sus vías. Mientras en Europa hay 3 peajes entre Berna (Suiza) y Barcelona (España), pasando por París (Fr.), con vías perfectamente bien mantenidas y con tramos rectos muy largos, de varios carriles, para destinos extraordinarios; en Colombia hay un peaje cada 27 kilómetros, con vías pavorosas, de apenas dos carriles llenos de huecos y con pobre señalización, que causan accidentes, trancones y para colmo, la gasolina que en dos años se acercará al precio de Europa, para ver lo mismo más deteriorado.

Ver denuncia ciudadana de lo que acontece con el dinero que pagamos en los peajes:

https://fb.watch/kLFK_VOWCu/

¿Y VAMOS ASÍ PARA LA PAZ TOTAL?

Hablemos de ideas peregrinas. Si de por sí hablar de paz total es una quimera, una utopía, ¿cómo vamos a construir la ampulosa “paz total” en un país que no tiene gasolina, no tiene vías y que para colmo le queremos sumar un traumático cambio de energías, donde los carros eléctricos son casi imposibles de mantener con los años por sus costosos repuestos (el litio), son peligrosos y a lo mejor se volverán desechables con la llegada del hidrógeno verde?

ANALOGÍAS PEREGRINAS PARA UN PAÍS PEREGRINO

¿Han visto ustedes alguna pareja de esposos “muy pacífica” y “muy feliz”, cuando los sueldos no les alcanzan ni para pagar los servicios; cuando deben varios meses de administración, de arriendo; y cuando no les alcanza para el mercado y mucho menos para la recreación? Ahora tampoco para la gasolina: Se la pasan agarrados… Ahora extrapolémoslo a un país de 50 millones de habitantes, la mayoría empleados, pero una gran minoría en el desempleo y casi la mitad en la informalidad, donde el decil (1/10) de las empresas más ricas concentra el 94% del ingreso bruto del país, y el resto (1 millón seiscientas mil empresas), concentra el restante 6 %.

Claro que la fórmula no es redistribuir la riqueza a lo Robin Hood, quebrando a los ricos a punta de impuestos para dárselos en teoría (no en la práctica) a los pobres. La fórmula debe ser igualar a los pobres en el crecimiento de sus ingresos con los ricos, pero ayudándolos a tener canales de ascenso justos, educándolos. Los impuestos normalmente se los roban los políticos en su ejecución con ayuda del empresario que es su principal elector (no se ha prohibido la intervención de la empresa privada en las Campañas Políticas y en su lugar se habla de meter a Colombia en un régimen parlamentario). Ser un país centralista no ayuda mucho tampoco en esa distribución. El que no viva en Bogotá, “puede llorar” como dice Francia Márquez. Sin plata en el bolsillo, señor presidente, señora vicepresidenta, señores ministros, no puede haber paz total.

¿Y QUÉ DIJERON LOS SABIOS SOBRE LA PAZ?

Tomas Jefferson le atribuía una parte del problema a la alimentación violenta. Fragmento de sus “Cartas” rescatadas en “La Búsqueda” por Paul Brunton:

“Imagino que debe ser la cantidad de alimento animal que comen la que hace que sus caracteres no puedan civilizarse. Sospecho que es en sus cocinas, y no en sus iglesias donde deberá trabajarse su reforma, y que esto lo aprovecharían más los misioneros que se ajustan a esa descripción, que los que deben esforzarse en amasarlos mediante preceptos religiosos, o político-filosóficos”. (Parece una radiografía del país actual que nos atañe).

Moisés y San Santiago (primer obispo de la iglesia cristiana), fueron poco a poco obligando a su gente a salir del nocivo hábito de la carne, comenzando por quitarle la sangre (base de la comida kosher, de los judíos). “Ojo por ojo, diente por diente”.

Salvador Navas, conocido español, me recordó lo que han dicho siempre los maestros de Sant-Mat y las grandes religiones:

“La paz es el resultado de atraer el Paraíso a la Tierra a través de la práctica diaria de la meditación o de la oración silenciosa; lo que vaya más allá de esto, es ridículo o un buen negocio entre imbéciles”.

 

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