Que Uribe y Petro vayan a teatro

Que Uribe y Petro vayan a teatro

Puede que el arte, tan marginado y despreciado, ayude a que dejemos de equivocarnos tanto, más si es con una obra como 'Labio de liebre'

Por: Laura Latiff
marzo 22, 2018
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Que Uribe y Petro vayan a teatro

Salvo Castelo, un sangre fría, un empleado de matanzas que interpreta Fabio Rubiano en Labio de Liebre, queda con sus ojos vidriosos, con lágrimas que se aprietan para no salir, al enfrentarse en vida con los fantasmas de sus muertos que le suplican que los recuerde para no seguir siendo unos sin nombre en el purgatorio. Ellos son unos más de los tantos acabados por la guerra entre los extremos que ha cobrado este país.

Castelo pelea con su cabeza esquizoide a causa de su encierro en un lugar nevado, de invierno permanente, que aunque lo siente eterno solo debe pasar tres veranos por los beneficios que consigue por confesar ante la ley, mientras nos cuenta la historia con plomo que se ha escrito en este país, y que contó Rubiano desde sus ojos. Es para reír, llorar por esta patria triste y viciosa, por un periodismo desinformativo, por los paramilitares que un día quisieron jugar fútbol con la cabeza de los campesinos que fusilaron, por el pecado de la venganza y por nuestra pobre justicia. Todos estos males nos los dibuja el director en esta obra.

Ojalá, antes de votar en las presidenciales, pudiéramos conocer esta obra que pone a sudar las manos por ser nuestra historia, si se quiere divertidamente negra, sobre lo mal que hemos hecho las cosas. Todos: uribistas, petristas vargaslleristas, delacallistas, fajardistas, duquistas, sus líderes y seguidores, los apolíticos, las víctimas y los victimarios (si sigue gustando el contraste) pueden encontrarse con esa gran parte de nuestra verdad sentados desde el palco del teatro, y quedarse con una obra que sacude, que nos invita a pensarnos.

Que la puesta en escena que encontró Rubiano para contar nuestra venganza y endemoniada desidia, con el abandonado dolor de los que más caro la han pagado en Colombia, nos sirva para algo en estas elecciones. No hay que regalar más votos a nadie, si ya los hemos perdido, pero que valga este teatro para encontrar nuestro lado más sentido. Si en esta república bananera cobrar con mano más dura el golpe recibido no se ha conseguido nada, que nos quede el lujo de vernos desde el prisma de la dramaturgia. Puede que el arte, que tan marginado y despreciado ha estado siempre en este país, ayude a que dejemos de equivocarnos tanto.

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