Para presentar “Hipótesis del sueño”
Opinión

Para presentar “Hipótesis del sueño”

Noticias de la otra orilla

Por:
septiembre 28, 2019
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Cuando a finales de 1976 vine a estudiar y a vivir en esta ciudad, aquí encontré la estela de lo que Miguel Falquez - Certain había dejado en la vida cultural de Barranquilla, antes de mudarse a Nueva York a finales de los años 60. Y fui beneficiario como todos los de mi generación de la magnífica programación del CineClub Barranquilla que él había fundado y que para entonces dirigía y orientaba nuestro amigo común Braulio De Castro. Fue a través de ese cineclub y  de los conciertos del mes del profesor Assa que yo empecé a insertarme en la vida cultural barranquillera, y desde luego el nombre de Miguel Falquez-Certain era una necesaria referencia. Y desde entonces empecé a leer sus poemas y sus cuentos y sus textos sobre cine que se habían publicado y que se seguían publicando, cada cierto tiempo en las páginas del suplemento del Diario del Caribe, esa publicación que fue uno de los suplementos literarios considerado por algunos como el mejor que se haya publicado en algún momento en este país, creado en 1973 y orientado por la célebre comisión coordinadora; un núcleo intelectual y creativo al que pertenecía también Falquez Certain.

Desde esos años, que eran desde luego mis años iniciales en la poesía, viene entonces mi contacto con la  escritura de este creador barranquillero. Y hago esta vanidosa referencia, más anecdótica que histórica, más periodística que literaria, porque legaliza la afirmación que enseguida haré: la de que lo que hoy está plenamente consolidado como voz poética en esta nueva antología personal de Miguel Falquez-Certain que aquí nos concita, Hipótesis del sueño, ya estaba claramente expuesto y declarado, muchas más que sugerido, en sus poemas iniciales; o al menos en los que terminaron recogidos en su primer libro titulado Reflejos de una máscara, de 1986, que yo recibí, aún sin conocernos Miguel y yo, de manos de Ramón Illán Bacca, a raíz de una de las visitas del poeta a Barranquilla,  probablemente un año después de su publicación.

Después han venido los otros títulos de su poesía y nuestro encuentro en Nueva York, en 1996, en un recital en el Hunter College de la Universidad de nueva York; y el volumen de Mañanayer que es una primera antología de su trabajo, y Triacas, su colección de cuentos, libros que me llegarían desde Nueva York, enviados especialmente, y el impagable regalo de su traducción a mi libro bilingüe Cámara de jazz.

En todo caso, en aquellos poemas que conocí primero en los suplementos y luego en su primer libro de poesía, estaban ya prefigurados o claramente perfilados los hitos estilísticos y conceptuales de su poesía en la que ya era claramente sensible, a mi juicio, una desconcertante oscilación entre lo clásico y lo contemporáneo, entre lo culto y lo popular, tanto en términos temáticos como formales, y que hoy son una huella distintiva de su discurso poético. Un discurso en el que  el ademán lingüístico, cultista y excéntrico, navega sin problemas en una poesía en la que el lenguaje, sin abandonar jamás la elevación poética, planea también con éxito seguro en la modesta llaneza; y en el que se habla, por ejemplo, de la cocina, o del vitalismo del Benny Moré y de Ricardo Ray y Bobby Cruz a la temible certidumbre trascendental de la muerte, en el poema Tánatos, por ejemplo. Del Muelle de Puerto Colombia y de Creta y de Itaca a la vegetación feraz del Magdalena.  Y de súbito el jazz y Janis Joplin. Pero también Platón, Píndaro y Pericles. De un sancocho que marida con un Marqués de Riscal a la pretensión de saber qué hay en la mente de Dios. Lo importante y particular aquí es que esta oscilación lingüística y conceptual que comento no lesiona jamás la densidad del pensamiento poético de Falquez – Certain porque su escritura y sus ideas obedecen a una operación altamente rigurosa del estilo, a una alta fidelidad al poema y a sí mismo, y desde luego a la poesía como destino, como fatum, en ese sentido baudeleriano que el mismo poeta invoca, con letra menuda, en el rincón más recóndito del libro, pero como una dedicatoria, que es también una declaración de principios, en el pie de imprenta de Hipótesis del sueño: “para los que piensan que ‘el poeta está atrapado entre el Infierno de su experiencia y el Paraíso de su nostalgia y, de ese desgarramiento, no se puede salvar sino por el poema, que es a la vez la confesión y el exorcismo de su condición’".

Situada en las antípodas de lo coloquial y lo conversacional de cierta poesía contemporánea la que está contenida en este libro hace gala de una manera de poetizar que propone la indagación filosófica, existencial, planteada en el doble tiempo de una tensión intelectual y sensible, de todo cuanto asume su poesía: lo erótico que repta por la superficie, los intersticios y las grietas profundas del libro; el amor en la vivencia del encuentro y el desencuentro; la referencia culta de la experiencia estética y los viajes; la nostalgia de cosas, lugares, personajes; las grandes preguntas, las lecturas, y lo que el prologuista Fabio Rodríguez Amaya llama la “actualización de cosmogonías y mitologías personales”.

Si nos preguntáramos ¿por qué esta poesía de Falquez Certain se nos presenta desde siempre como una voz al mismo tiempo anacrónica y actual tan ajena a los entornos de lo que pudiéramos llamar la corriente principal de la poesía colombiana de hoy, y latinoamericana, yo me atrevería a arriesgar la idea de que es porque el quehacer poético de él está asistido por la pretensión de un universo totalizador en el que lo nimio y lo magnífico están expresados con idéntica trascendentalidad en el lenguaje y las ideas y esta vocación no configura una tendencia claramente referenciable entre nosotros.

 

En Falquez Certain convergen sensibilidades que son también capacidades
 dadas por su asumida poligrafía que se expresa en la escritura poética;
en la narración del cuento y la novela; en la prosa de la crítica y el ensayo

 

Además, en Falquez Certain convergen diversas sensibilidades que son también capacidades que le vienen dadas por su asumida poligrafía que se expresa en la escritura poética; en la narración del cuento y la novela; en la prosa de la crítica y el ensayo; del complejo universo de la traducción como reinvención de lo primero; y de una escritura más: la dramaturgia. De todo ello se nutre su poesía. Con todas ellas se arma su literatura que dialoga con lo dicho y lo no dicho.

Y aquí vuelvo a coincidir con el lúcido prologuista que muy acertadamente encuentra en esta poesía de Hipótesis del sueño ecos y resonancias de voces fundamentales de los herméticos italianos como Ungaretti, Quasimodo, Montale (y Cardarelli, agregaría yo) y de casos excepcionales en lo hispánico como los del cubano Lezama Lima (“voluptuosidad de lo extenso, pero no gigantismo de lo desmesurado”), como dijera de él el gran Virgilio Piñera; y el español Paco Brines, en especial ese poema titulado “Amor en Agriento”, dedicado a Empédocles de Akragas; y un caso único colombiano, sin el expediente místico, claro, pero sí en la indagación profunda de lo pequeño y de lo grande y en las atmósferas evocativas de lo clásico, me refiero al maestro Gustavo Ibarra Merlano, ya sabemos, un caso excepcional en nuestra poesía del Caribe y colombiana.

Pero mi pretensión no es hacer gala aquí de mis conocimientos últimos de toda la poesía reunida en este libro, porque debo decir que no es ella de fácil entrega ni de concesiones efectistas al lector, ni de temas lisonjeros. Yo recomiendo la lectura en voz alta de estos textos porque algo me dice que mucho del teatro, del lenguaje de la dramaturgia, que el autor ama y cultiva, pareciera emerger como una vegetación que crece por las rendijas del poema, y lo eleva y lo pone en una escena en la que debemos saber situarnos.

Termino dejando constancia de mi complacencia por esta oportunidad que terminó haciendo posible PoeMaRío luego de que la presencia del poeta se nos convirtiera con los años en una asignatura pendiente, y la provecho para pagar mi admiración y mi respeto al poeta.

¡Muchas gracias!

Barranquilla julio 17 de 2019

 

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