Musk, un Twitter más tóxico para el ambiente democrático
Opinión

Musk, un Twitter más tóxico para el ambiente democrático

El ahora dueño de la red más usada por los políticos, considera que los productores profesionales de mentiras, odios y desinformaciones tienen derecho a hacerlo

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noviembre 06, 2022
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Las democracias avanzan en su proceso de autodestrucción y a paso firme. El abuso, la falta de regulación y la hiperconcentración del poder al interior de las plataformas sociales cambian constantemente el comportamiento de la ciudadanía y facilitan la decadencia del modelo que avanzaron los griegos. Las reinterpretaciones sobre la naturaleza y la solución de los fenómenos sociales las irradia ahora un puñado de multimillonarios iluminados, tan ricos como ignorantes y fanáticos que crean sus propios tanques de pensamiento, contratan equipos de políticos de menor talla pero de grandes ambiciones y neutralizan las regulaciones del estado.

El giro en U que estamos viendo lleva a nuevas formas de oscurantismo, posfacismo y autoritarismo. Cuando las redes sociales surgieron se creyó que la democracia daría un gran paso adelante pues la voz del ciudadano entraría de manera directa al torrente de la opinión pública. Sin censura, vetos o distorsiones la voz llegaría directamente a los gobernantes y a los centros de poder. Una señora puede hacer un escándalo por una hamburguesa sin sal, igual que un estudiante manda una foto de los residuos contaminantes que deposita otra empresa en un rio. La voz del pueblo al fin puso a temblar a los poderes, a rendir cuentas, a asumir principios colectivos como la defensa del medio ambiente, la igualdad de derechos de géneros y la racial.

A los medios de comunicación tradicionales, que siempre estuvieron en poder de unos pocos que definían el sentido de los debates de acuerdo con su visión y conveniencia, parecía llegarles su hora. Casi todos entraron en crisis, disminuyeron plantas y corresponsales, recortaron sus páginas, sus investigaciones y en últimas la búsqueda de las verdades. Algunos se salvaron con la inversión de grupos económicos que vieron la oportunidad de influir sin intermediarios y convertir el precario negocio de advertir a la sociedad sobre los peligros que la acechan. Aprovecharon la crisis para convertir -muchos de ellos- las noticias en un gran negocio a partir de producir información banal y mantener un ritmo sin fin para no perderse el último terremoto, el último desastre, el último divorcio, o el último gol de cualquier equipo en cualquier parte del mundo.

La fantasía democrática fue de corto vuelo. Ni los medios de poder se acabaron ni las redes sociales ampliaron la base de la democracia. Ni los poderes se sometieron a la voz ciudadana. Los medios se tambalearon pero llevan tres décadas ajustando sus formatos y contenidos y la manera de producir noticias generando utilidades o conveniencias para los millonarios que los compraron. También surgieron los medios que producen basura, amarillismo digital de alto dinamismo, para competir por la torta publicitaria. Por el poder compiten a partir de consolidar la idiotez en el comportamiento humano, no la sensatez.

Las plataformas, sin necesidad de invertir en generación de contenidos serios permiten la circulación de toda la información que a sus usuarios se les ocurra y se lucran en el ejercicio. Circula la información que cuesta tiempo y dinero producir, buena mala o regular, seria o manipuladora al lado de contenidos elaborados para manipular, destruir, sesgar. Elon Musk con sus 200 billones de dólares en riqueza acumulada es uno de quienes cree que el planeta se debe gobernar como reina en sus empresas, con un puñado de amigos (multimillonarios por supuesto) y seleccionados por él mismo sin supervisión alguna de la sociedad donde opera.

A Musk, como es natural en un autoritario, ni le gusta ni le interesa comunicar nada a nadie pues considera que no tiene porqué rendir cuentas. Por eso en Twitter despidió a casi todo el equipo de comunicaciones. Él y sus pocos socios son grandes contribuyentes a las peores causas de las sectas trumpistas republicanas. Invierten millones en agentes polarizadores como y logran un alcance sin precedentes. Las distorsiones en el mundo, las confusiones, la inacción y el giro de las democracias hacia el autoritarismo se les debe a ellos, a sus acciones arbitraria,s coordinadas y sin contrapesos.

El odio a los que piensan diferente, el impulso a las formas autoritarias del poder, la negación a debatir, desprestigiar a los adversarios mediante grandes mentiras, levantar muros para impedir la movilidad a quienes piensan, visten y les colorea la piel con tintes que no reflejan el supremacismo blanco, son su plataforma de gobierno. Musk, a raíz del asalto a la residencia de Nancy Pelosi y del martillazo que recibió su marido, tuiteó que se trataba de un caso de prostitución masculina. La destacada arrogancia de Musk, experto en eludir controles, reglas y derechos de terceros, ahora será más evidente como gran usador de las redes sociales que es. A pesar del impacto de su plataforma, ni el congreso ni los reguladores se atreven a ordenar el funcionamiento para proteger a la ciudadanía de los monstruos devora-democracias que invaden el planeta.

Musk, que actúa como señalado por alguna divinidad, aplica un concepto de libertad que desconoce todas las elaboraciones filosóficas de tres mil años de historia. Considera que los productores profesionales de mentiras, odios y desinformaciones tienen derecho a hacerlo. Afirma que sus sinsaberes deben circular de manera masiva y libre a través de Twitter y las demás redes.  Considera que el daño sería excluirlos de los canales digitales. Trump baila en sus cuatro patas y su corte marciana espera que sea el empujón decisivo para asaltar el congreso con los votos de los incautos que creen que es la conspiración democrática la que los vas a acabar.

Musk despidió a la mitad de los empleados de Twitter, 3700, en un deletazo que no respetó ningún derecho laboral. Ni siquiera el precario sistema de preaviso que ordenan las normas federales norteamericanas para que los trabajadores tengan algunos días para reorganizar sus vidas y empacar sus archivos personales. De acuerdo con The Guardian, la barrida incluyó al curation team responsable de contrarrestar la falsa información, a los encargados del machine learning ethics que se esforzaban por que la red no se convirtiera en una potpurrí de mentiras y barrió con las áreas de marketing, producto, ingeniería, legal y seguridad. Además Musk ordenó recortar gastos por 1 billón, lo que afectará la red de servidores y el almacenamiento en la nube.

A pocos días de las elecciones que definirán el control del Congreso el impacto puede ser enorme. Twitter es la red más usada para asuntos políticos. Ahora podrán circular los discursos polarizantes, el del odio y la desinformación, no solo en esta semana electoral crítica sino hacia el futuro. La idea de Musk es que los usuario s paguen US$ 8 al mes si quieren recibir información verificada, de lo contrario tendrán acceso libre a la basura que circula por la red. De esta manera demuestra que la información con un mínimo de calidad cuesta producirla.

Musk también recortó radicalmente el presupuesto y el equipo de comunicaciones. En Telsa, su empresa estrella, cerró el departamento de comunicaciones, nunca emite un comunicado, ni da ruedas de prensa ni se preocupa por informar a la sociedad sobre los andares de sus empresa. A pesar de las evidencias del resurgir de los autoritarismos, la respuesta del entorno democrático empieza más por el sector privado que por la acción estatal. Audi, General Motors, General Mills and Pfizer, entre otras empresas suspendieron su pauta ante el temor que Musk permita una escalada de falsas informaciones y un debilitamiento de los esquemas de seguridad y protección de la plataforma. Los acreedores de 13 billones de dólares que prestó para comprar a sobreprecio Twitter también  le están pidiendo que cancele los préstamos.

La NAACP (National Association for the Advancement of Colored People) una de las más antiguas e importantes ONG en defensa de los derechos civiles en Estados Unidos llamó a suspender la pauta en Twitter. Derrick Johnson, su presidente dijo después de reunirse con Musk  que “es inmoral, peligroso y altamente destructivo para la democracia que cualquier anunciante financie una plataforma que alimenta el discurso del odio, el negacionismo electoral y las teorías de la conspiración. Desde que Elon Musk se hizo con el control de Twitter, los insultos racistas se han disparado y las teorías conspirativas se han extendido… hasta que no se tomen medidas para hacer de Twitter un espacio seguro, las empresas no pueden en conciencia poner su dinero en Twitter.”

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