A la hora de realizar un presupuesto para la vida universitaria son bastantes los factores a tener en cuenta, es decir, no sólo basta ahora con los transportes o el dinero equivalente a la gasolina del carro o a lo que se gaste en almuerzo, también va incluido todos los cobros extra como fotocopias, la cerveza después de salir de clase y los miles y millones de pesos que se van en misteriosos materiales de los cuales poco es lo que vemos realmente producido, todo un misterio que los padres aun no logran resolver. Bienvenidos al mundo de un adolescente, estudiante, loco por la rumba y por pasarla bien, es decir, el Siglo XXI en su furor, la vida cotidiana de un adolescente, clase media alta, con todo a la mano pero a la vez con todo en una cuerda floja.
Como muchos sabemos la vida universitaria requiere bastante trabajo, tanto mental como físico y actualmente hasta sicólogo porque ya las personas no están hechas como antes y entre más fácil sean las cosas así de sencillo les es igualmente quejarse por todo. Lo que no tienen es eso que quieren todo el tiempo pero que a la vez es eso por lo que no mueven un dedo por obtener, pero eso sí, abren la boca, cómo si del cielo cayesen soluciones y de manera irónica, lo hacen. Eso en cuanto a su estándar de vida universitaria, pero, como ir a la universidad no es únicamente eso sino que es también seguir ciertos lineamientos sociales para de esta manea tolerar su vida en los salones de estudio entonces hay muchas más cosas fuera de sus estudios en las cuales nos debemos enfocar para hacer el presupuesto mensual.
Atención padres, si usted tiene un hijo que asiste a una universidad privada (no necesariamente privada pero son los casos más concretos) debe tener varios factores en cuenta antes de pagar el semestre, debe tener en cuenta realmente cuánto cuesta la educación de su hijo, profesional, cultural, social y hasta recreacionalmente hablando ya que la mitad de las fotocopias (que usted nunca ve) se van en el presupuesto que sus hijos han maquinado meticulosamente para comprar tanto su almuerzo, como su cerveza para relajarse después de un interminable día de estudio y para el ahorro semanal que seguramente, dependiendo de qué tanto conozca a su hijo, probablemente invertirá en una buena rumba de Jueves a Domingo, con suficientes tragos, drogas y uno que otro pensamiento introspectivo acerca de su vida profesional y del dinero que tanto les costó ahorrar semanalmente después de hacer cantidades alarmantes de trabajos curiosamente costosos y de fotocopias interminables que probablemente no veamos sobre sus escritorios en este momento.
Claro esto, estas son generalidades, simplemente es bueno tener en cuenta que aunque conozcamos a nuestros hijos, les demos una buena educación y pensemos que estamos haciendo lo correcto, siempre hay que dudar, tener un ojo abierto y poner una atención más allá de la buena fe que tengamos en la educación que se le haya inculcado; puede ser lo mejor, pueden tenerlo todo, pero tenerlo todo es el primer paso para perderlo todo y un mal camino lo toma cualquiera, ya sea por equivocación o por decisión propia, nadie está exento de tomar una mala decisión, una sola que acabe con todo lo que previa y correctamente tenemos sementado en la cabeza pero que en cuestión de un trago, dos tragos, una droga o la otra, se puede perder.
Es bueno tener un presupuesto, pero en este momento ya no estamos hablando de dinero, en este instante debemos enfocarnos no sólo en darles todo, sino en incluirnos en ese presupuesto, ser parte de ese crecimiento profesional porque es allí donde se inicia lo que más adelante llegarán a ser, ¿dónde más sino en la universidad es cuando uno se encuentra a sí mismo? Nuestras pasiones crecen en este proceso de aprendizaje y crecimiento personal, pero así como crecen rosas también crece hiedra, así como podemos estar invirtiendo en los sin fines de proyectos de nuestros hijos también hay que comenzar a incluir la atención y cuidado necesario en lo que va más allá de los estudios. La vida por fuera del aula de clase, la vida que fielmente creemos que no viven nuestros hijos por ser nuestros y haberlos criado, pero la cual se nos olvida que existe y pero aún se nos olvida que ellos también toman decisiones y en eso no tenemos jurisdicción alguna, sólo un presupuesto económico y moral en el cual debimos seguir invirtiendo esperando que lo que de ahí surja sea sólo éxito.
