Las tendencias del Pacto Histórico camino a octubre

Las tendencias del Pacto Histórico camino a octubre

Ha habido fricciones que se han producido en algunas regiones por causa del primer renglón de la lista cerrada a Concejos y Asambleas

Por: Tiberio Gutiérrez Echeverri
julio 28, 2023
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Las tendencias del Pacto Histórico camino a octubre

Con motivo de las  fricciones que se han producido en algunas regiones  por causa del primer renglón de la lista cerrada al concejo y a la asamblea, quiero presentar  algunos puntos de vista  sobre el carácter del Pacto Histórico  y las elecciones de octubre.

Lo primero que hay que definir es el carácter del PH como una coalición política electoral programática nacida para cubrir las elecciones presidenciales del 2022, con listas cerradas para el congreso y consulta popular para escoger el candidato presidencial; que sacó 20 senadores y ganó la presidencia de la república con un estrecho margen de gobernabilidad.

Todo partido político está sometido a la formación de tendencias o divisiones ya sea por cuestiones programáticas, políticas de alianzas, o por cuestiones de táctica y estrategia electoral, de manera que lo que está pasando con el PH es un fenómeno común y corriente en la historia de los partidos y de los movimientos políticos, y mucho más ahora, si se tienen  en cuenta los cambios profundos que se están presentando en la actualidad.

En el caso concreto de los partidos del PH, las fricciones y los restregones que se han venido dando en algunas regiones por parte de sectores minoritarios, que no teniendo acceso al primer renglón de la lista al concejo o a la asamblea, se han coaligado para tratar de imponer la lista abierta, en contradicción con la línea nacional de las listas cerradas, formando una bullaranga intrascendente e irresponsable, pero que desorienta a la opinión pública en las redes sociales y le sirve a la gran prensa y a los partidos tradicionales como caja de resonancia para desprestigiar al PH en plena campaña electoral.

En el fondo  la polémica no se refiere a la correlación de fuerzas electorales, ni a las perspectivas de desarrollo del movimiento en el horizonte político nacional,  sino que está circunscrita a los intereses parroquiales, personales o de grupo, en torno al primer renglón de la lista al  concejo y a la asamblea. Hasta aquí nada nuevo en el mercado electoral de la clase dominante.

Pero no obstante que la dirección nacional orientó los criterios para ordenar las listas cerradas en las regiones y localidades con  base en el comunicado público Nº 01 del 2 de febrero de 2023 y del comunicado 03 de abril del mismo año, se han venido presentando tendencias minoritarias que al no poder  asegurar sus pretensiones personales y de grupo,  han optado por la lista abierta esperando que Bogotá les resuelva el problema dándoles carta blanca para inscribir la lista abierta al lado de la lista cerrada,  es decir, esperando ingenuamente que les den el aval para dividir el PH. Esta es la realidad.

La causa social y política que explica este comportamiento es que por primera vez en la historia de Colombia la izquierda y los sectores democráticos participan en unas elecciones locales y regionales con un gobierno democrático y popular,  pero sin mayor experiencia en el manejo del proceso electoral municipal.

La experiencia más cercana fue el acuerdo de unidad entre Colombia Humana y la Unión Patriótica en las elecciones locales de 2019, cuando se trabajó con la personería jurídica de la UP para concejos y asambleas.

Ahora en cambio la izquierda y los sectores democráticos tienen el gobierno nacional, pero les falta la cohesión  interna para enfrentar no solo las elecciones locales sino también la más tremenda arremetida de la ultraderecha a través de los gremios económicos, los partidos políticos tradicionales y los medios de comunicación del sistema.

En estas condiciones se presentan las elecciones de octubre, que son muy diferentes a los eventos electorales para congreso y para presidente, y cuya  naturaleza y carácter  cambian radicalmente el comportamiento de los electores, pues en estas dominan las clientelas políticas, las fami-empresas electorales, la compraventa del voto, la financiación del sector privado, la publicidad de los medios de comunicación, los grandes contratos de obras públicas, las campañas de los clanes territoriales ligados al narcotráfico, todo un entramado de organizaciones criminales y corruptas que hacen nula la participación democrática de las mayorías excluidas y desplazadas del mercado y de la política.

En estas circunstancias de dispersión,  de falta de unidad y organización del movimiento popular, empezando por la situación de la clase obrera y de los trabajadores de la economía informal; con la aparición por generación espontánea de las personerías jurídicas para los partidos de garaje y para las fábricas de avales al mejor postor; pues en estas condiciones la lista cerrada del PH es una orientación acertada para el momento político que estamos viviendo.

La lista abierta fomentaría la operación avispa que en estas circunstancias, con la correlación de fuerzas electorales y con el actual sistema electoral del umbral y de la cifra repartidora, llevaría a un suicidio político en las elecciones de octubre.

Así las cosas las aspiraciones personales de muchos oportunistas sin trabajo de masas y sin procesos comunitarios, los llevó a una rebatiña feroz por figurar en el primer renglón, amparados en las personerías jurídicas de los advenedizos de última hora, pasando por encima de las orientaciones de la dirección nacional.

Parece una pelea de comadres a primera vista, pero en el fondo es la expresión de un estado de conciencia política y de organización del movimiento popular que está en proceso de construcción de un nuevo gobierno y de un nuevo poder; de un nuevo sujeto político para encauzar el movimiento democrático en defensa de las reformas estructurales que propone el gobierno; dicho en otras palabras, aún no se tiene conciencia en vastos sectores populares de la importancia de tener un movimiento político unido  y organizado para poder responder con éxito a los planes del “golpe blando”  que están fraguando  entre bambalinas los sectores de la ultraderecha.

No tienen en cuenta que la lista cerrada, con todos sus problemas y dificultades, es el mecanismo más oportuno para asegurar en estos momentos una representación regional y  local disciplinada y unitaria ante los ojos de la opinión pública.

Muchas de las direcciones locales y regionales carecen todavía de la experiencia en el manejo de las alianzas y de una lectura del país político,  para poder evitar que los arboles le impidan ver el bosque, por lo cual hay que recurrir a la dirección nacional mientras aprenden a caminar por su propia cuenta.

El argumento de la lista abierta se basa en que las regiones y localidades tienen derecho a elegir en forma independiente  cómo se construyen las listas para las corporaciones de elección popular sin ningún tipo de imposición de las direcciones nacionales; sostienen que las listas  cerradas  las determina el bolígrafo desde Bogotá,  y que  acaban con la iniciativa y la creatividad de los partidos en los municipios y departamentos, y que por lo tanto, al PH no le queda otra salida que participar con listas abiertas para poder ampliar la participación popular aunque no se consigan curules en los concejos ni en las asambleas; y además para dejar en libertad de hacer su agosto a todo el mundo con la marca del PH en las elecciones de  octubre.

Como se puede ver con claridad, el anterior argumento carece de veracidad y de fundamento, si consultamos las orientaciones del comité nacional electoral cuando afirma en el comunicado 01 de febrero 2 de 2023, que los mecanismos para la ordenación de las listas cerradas, son el consenso, la encuesta, y la consulta, y que de no lograr ninguno de los anteriores, la dirección nacional será la encargada de ordenar las listas teniendo en cuenta la cantidad de votos y de curules obtenidos por cada partido en las elecciones del 2019,  y  además teniendo en cuenta la participación de la mujer en forma alterna con la llamada lista “cremallera”, y  asimismo teniendo en cuenta la participación de las comunidades indígenas donde las hubiere.

Lo que en el fondo se está debatiendo es la creación de un verdadero  proyecto de unidad democrática y popular, con la participación protagónica de la  clase obrera y de los trabajadores,  de la izquierda y de los sectores democráticos,  que pueda estar en condiciones  políticas, programáticas y organizativas para poder dirigir los cambios estructurales que requiere el país.

No puede ser que se quiera derrotar a la derecha reaccionaria, si la clase obrera y los trabajadores no cuentan con una organización política que les permita desplegar su acción de masas en forma organizada, con claridad en los objetivos políticos,  con un programa de reformas posibles,  y socialmente  aceptadas por las mayorías excluidas y relegadas a la marginación.

El problema no es de cantidad de partidos y de aspirantes dentro del PH, sino de la calidad programática, la claridad política, y la capacidad de organización y de unidad para el arrastre de masas, que les permita participar como sujeto político decisivo en los desenlaces de una situación revolucionaria.

No queremos la operación avispa de intereses individuales y personales que en vez de concentrar las energías de la clase obrera y de los trabajadores, de los campesinos y de los estudiantes, de los indígenas y afrocolombianos, de la mujer y de los trabajadores del arte y la cultura, convertidos en un solo torrente invencible, lo que hace es confundir y dispersar  todavía más el movimiento popular en cofradías ineficientes e ineficaces, a la hora de administrar la gobernabilidad y la vocación de poder.

Por eso ahora, más que antes, la izquierda y los sectores democráticos tienen que estar con la lista cerrada del PH, cumpliendo  las orientaciones de la dirección nacional; sin disciplina y organización no hay sujeto político, y sin sujeto político no hay revolución democrática.

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