El asesinato de Lizandro Valecilla reveló que el Pacífico no nos importa

El Pacífico no nos importa, ni siquiera por su música

Las muertes de Lizandro Valecilla y de Junior Jein nos recuerdan que hasta para el arte somos racistas. La verdadera razón por la que vamos al Petronio es la fiesta

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septiembre 01, 2023
El Pacífico no nos importa, ni siquiera por su música

En las primeras búsquedas se me hizo difícil descubrir qué instrumento tocaba el músico y líder social que balearon semanas atrás. Casi ninguno de los medios que dio la noticia se preocupó por el detalle que a él más le habría importado, ese que tendría que haber salido remarcado en letras grandes el día de su muerte. El día que ocurrió el asesinato de Lizandro Valecilla nos perdimos de descubrir que era un percusionista del carajo. 

Tocaba bombo, tambora y cununo, un instrumento parecido al anterior pero que está hecho con tronco de palma. Con su grupo Canalón de Timbiquí, dirigido por la maestra Nidia Góngora, fueron nominados a los Grammy latinos y llegaron a tocar en festivales europeos como Glastonbury o el Womad. 

Es lo mismo que había pasado en 2021 cuando mataron a Junior Jein, otro gestor de paz que aparentemente también fue asesinado por su mensaje de crítica social. Ahí lo que me sorprendió fue la velocidad con la que se olvidó su música, la poca importancia que los medios de comunicación le dieron a su legado, porque incluso desde antes de su muerte él ya era un ícono cultural del Pacífico.

En una de las líneas de “¿Quién los mató?” decía: “la vida de los negros no importa nada, lo primero que dicen es andaban en cosas raras”. 

Para que se hagan una idea, músicos de la región que ahora viven su mejor etapa como Jossman (la canción que hizo con Junior Jein rara vez falta en fiestas de música urbana), han confesado que desde niños soñaban con grabar con él. Harold Ángulo Vence no solo tiene canciones de éxito que han sonado en diferentes regiones de Colombia, sino que participó en otras que hoy podrían considerarse clásicos del pop colombiano. ¿Se acuerdan de “Ya no queda nada” de Ángeles?. Denle play y entenderán mejor este párrafo.

Lo cierto es que, los ciudadanos colombianos –utilizo este término para incluir también a quienes, como yo, abrazamos esta tierra como una segunda patria– somos tan racistas que la música del Pacifico nos importa un carajo. Vamos al festival Petronio Álvarez por la fiesta, por el viche, por el arrechón, por las mujeres; no por conocer a los artistas que se presentan allí.

Apenas en la cuarentena entendí que cambiar eso, que no podía seguir escuchando únicamente ChocQuibTown, Herencia de Timbiqui y alguna que otra canción de mi amigo Alexis Play que se me colaba en mis listas de reproducciones. Por cierto, su disco Afrocolombia es la tesis de toda su bendita carrera y pocos periodistas han sacado tiempo para escucharla siquiera. El Pacífico tiene propuestas tan maravillosas que –también– tenemos que descubrir cómo Cinthia Montaño, Espiral 7, Plu Con Pla, Malecón (recomendadísima “Todo con coco”, con Nidia Góngora de Canalón de Timbiqui) o La Pacifican Power.

Pero este fenómeno no solo aplica para analizar nuestra mirada sobre la música colombiana. El año pasado una de las tres o cinco canciones más virales del mundo la hizo un cantante nigeriano llamado Rema. El éxito del tipo fue tan gigante, que hasta tuvo versión remix con Selena Gómez como invitada

Venía de cantar en iglesias y saltó a la fama por versionar un éxito de D’Prince, otro nigeriano que también saltó a la fama mundial y terminaría firmándolo en su sello. Una especie de metáfora que nos hace pensar que los negros que alcanzan esa fama, por lo general lo logran porque son apoyados por otras personas de su raza. A los blancos nos da pereza ir a escucharlos. 

Es indignante que ningún medio latinoamericano, ni siquiera los especializados en música, hayan hecho una sola nota para contarnos quien era Rema, ese man que la estaba rompiendo en TikTok. Si conocen alguna, mándenmela por Instagram por favor. 

Así como tampoco hemos visto que siquiera se mencione el nombre de la mujer maliense Aya Nakamura, quien hizo un tema llamado “Djadja”, que seguramente han escuchado y que tiene hasta versión con Maluma

Hace años acusaron a J Balvin por recibir un premio afrolatino y a la gente le importó un carajo ver a quien se estaba premiando en dicha ceremonia. ¿Sabían que uno de nuestros artistas favoritos de reggaetón estuvo envuelto en una polémica por haber utilizado una pista de un artista africano y no darle el crédito respectivo?

Pero eso se los contaré en otra columna. Hasta el próximo viernes 

@pablitowilson

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