La semana avanza, el año 2025 apenas comienza y el devenir del tiempo ya caldea los ánimos mientras transitamos entre las actividades cotidianas de la ciudad. El mundo contemporáneo, tan local y tan global a la vez, parece escurrirse entre sus propias disonancias. Veamos algunos hechos relevantes:
Un día largamente esperado, la posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, desata un boomerang de reacciones. En el transporte público, las fuentes de soda, las calles y, especialmente, en las redes sociales —que a veces se tornan más antisociales que nunca—, se habla sin cesar de este hecho y sus múltiples implicaciones. Afirmaciones y comentarios van y vienen, plagados de sobreinformación y valoraciones delirantes: algunos celebran el giro hacia la extrema derecha y profetizan, casi festivos, un “exorcismo” de las políticas progresistas; otros alertan sobre el peligro del imperio expansionista y la amenaza de guerras que ya parecen incendiar los cimientos de lo construido. La mayoría, mientras tanto, se concentra en los aspectos estéticos y el glamur del espectáculo en la posesión presidencial. Decantar los sucesos será esencial para entender mejor el alcance de estos cambios internacionales.
En la misma semana, en el ámbito nacional, el país afronta una tragedia humanitaria en el Catatumbo, al noreste colombiano. Los enfrentamientos entre grupos armados que disputan el control del territorio han causado estragos: miles de familias desplazadas, decenas de asesinatos y enfrentamientos que abarcan una extensa zona limítrofe con Venezuela. Se denuncia que combatientes han cruzado la frontera de la nación hermana para reforzar la confrontación, lo que agrava las tensiones internacionales. Ante esta situación, el diálogo con uno de los grupos implicados ha sido suspendido por el Gobierno, y la apuesta por la “Paz Total” se tambalea. Evidentemente seguimos atrapados en la bicicleta estática de las violencias, mientras las comunidades afectadas en el Catatumbo claman por apoyo y solidaridad y otras regiones no se quedan atrás.
En otro frente, las principales ciudades del país son escenario de disputas en torno a los murales que apoyan la protesta social y exigen justicia por las víctimas encontradas en la escombrera de la Comuna 13 de Medellín. En Cali, un hombre armado amenaza a quienes pintan su sentir en un puente. En redes sociales, las discusiones sobre estos temas adquieren un tono casi judicial. Esta situación impacta profundamente en la confianza y las opciones políticas de la ciudadanía. La pregunta que flota es: “Si las instituciones se corrompen, ¿en quién confiar?”. En todo caso, el sentir colectivo reclama justicia, como bien lo demandan “las cuchas” con razón y valentía.
Estas noticias, catalogadas como “situaciones graves”, cargan un peso inmenso de interpretaciones, posiciones éticas, morales y políticas que están en disputa constante
Todas estas noticias, catalogadas como “situaciones graves”, cargan un peso inmenso de interpretaciones, posiciones éticas, morales y políticas que están en disputa constante. Sin embargo, el día termina y de regreso a casa la cotidianidad del vecindario ofrece un respiro. Hay chocolate, tostadas de plátano y, para quien lo prefiera, un poco de bofe frito para cenar. En medio de la charla familiar, un primo llama para saludar, un amigo pasa de visita y los noticieros retumban en la cuadra. Observamos que el sol, inclemente durante el día, quemó algunas plantas del jardín, y el viento dañó una malla en la terraza. Mañana habrá sopa de plátano y tortilla de maíz, al almuerzo no se puede faltar.
La temperatura desciende y el viento que llega del mar y se filtra por la Cordillera Occidental trae otros aires, nos decimos que el mundo y el país no andan bien, pero siempre hay oportunidades de reemprender caminos. Quizá no sepamos cómo evolucionará mañana el cóctel emocional de acontecimientos políticos que marcan el panorama global y los dramas que retumban en el ámbito nacional, resonando en la ciudad interior y en cada uno de nuestros cuerpos y existencias. Sin embargo, también es posible agradecer: hay un hogar al cual regresar, un espacio local para abrigar esperanzas y generar alternativas, eso no lo podemos perder y lo debemos conquistar para quienes no lo tienen, especialmente para quienes han sido victimizados y victimizadas.
Del mismo autor: Tiempos políticos