"Ay chica, yo me caso con Leopoldo López"
Opinión

"Ay chica, yo me caso con Leopoldo López"

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febrero 20, 2014
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Es mediodía en Caracas y acaba de entregarse a las autoridades el líder opositor Leopoldo López. Desde el pasado 2 de febrero él y sus miles de fans se metieron en la cabeza que estaban haciendo historia. Si bien la situación en Venezuela es insostenible y que la represión empieza a ser el único argumento del oficialismo, se considera todavía un delito agarrar un micrófono para  incitar a la desobediencia civil. Hechos menos graves han sido calificados por los medios de comunicación colombianos como subversivos. Sin embargo, desde hace un par de semanas los noticieros en este país han mostrado a Leopoldo López como un libertador, como una especie de Espartaco de Facebook  que lucha por romper las cadenas que oprimen a su pueblo.

Antes de subirse a la camioneta que lo llevará a prisión, el líder opositor, en un gesto teatral, abre los brazos y grita algo incongruente, algo que nadie entiende pero que igual todos celebran y aplauden. Luego se lo llevan esos horrendos y sucios chavistas, a un lugar en donde solo encontrará pobreza y gente fea. La esposa ha quedado preocupada: ¿Y qué tal que la fealdad sea prendediza?

Con su indiscutido sex-appeal, su peinado inmaculado y sus camisas ajustadas, Leopoldo se ha convertido en el galán de telenovela que tanto extraña la oposición. Su nombre  en la Historia no estará al lado de los grandes caudillos venezolanos del siglo XIX, sino que su figura se recordará con el deseo y  ardor con el que hoy muchas mujeres recuerdan a Raúl Amundaray, Víctor Cámara, Jean Carlo Simancas o Fernando Carrillo. Y él vaya que sabe interpretar muy bien ese papel. En el 2002 fue la primera vez que tuvo un ataque de Robespierre y guió a una manifestación a la masacre de Puente Llaguno.

Si uno está canaleando y se lo encuentra frente a un micrófono y no sabe quién es, no tiene nada de raro pensar que es un ex Menudo. Un ex Menudo que a la vez quiere ser actor. Siempre trata de poner una mirada seductora, matadora, la poderosa mirada con la que aspira a derrumbar al chavismo. “¿Cómo es posible —hablan las señoras en la manifestación opositora— que este hombre tan lindo, tan estudiado no sea presidente y si lo es el busetero ese del Maduro, quien nunca jamás pasó por una universidad? Ay chica, yo no solo votaría por Leopoldo sino que hasta me casaría con él”.

La incompetencia de Maduro se ve reflejada en el hecho de haber permitido que un figurín sin ningún tipo de discurso se haya convertido en un rival peligroso. Leopoldo López ni siquiera ha necesitado tener a toda la oposición unida para sacar a la gente a la calle. Es más, la gente en Caracas ni siquiera sabe muy bien porqué se está marchando.  El pueblo venezolano se ha convertido en una horda zombi que agolpa las avenidas caminando en círculos sin un objetivo claro, sin saber muy bien para que sirve hacer una manifestación. Capriles Radoski, preocupado porque ya no despierta las pasiones de hace un año, ha salido infructuosamente por televisión a hacer un llamado a la cordura y a recordarle a su electorado que él se ha ganado el derecho de ser el primer presidente del poschavismo, así tenga que esperar cincuenta años más.

Mientras tanto las calles, como cosa rara, se empiezan a llenar de gente.

Los chavistas llegan en buses de todas partes del país. La mayoría son empleados petroleros. PDVSA convocó una marcha hoy martes 18 de febrero en apoyo al presidente. La gente de estados como Zulia o Puerto Cabello está feliz con la noticia de que viajará a la capital con todos los gastos pagos. Al Gobierno también le sirven este tipo de cortinas de humo. Nada como culpar a los pitiyankis del desabastecimiento, nada como ganar tiempo para descubrir cómo es que hacía Chávez para amansar ese potro loco que es la Revolución Bolivariana.

A diferencia de su antecesor Maduro no se ha leído un solo libro, no entiende al pueblo venezolano y para colmo de males no sabe cantar. Eso explica el hecho de que el país se le haya salido de las manos.

Esta es la misma Venezuela que dejó Chávez solo que ni los propios chavistas le creen a Nicolás. Si la oposición está partida, el oficialismo está astillado. Y es por eso que hoy los estudiantes lo han puesto en jaque. Es increíble como el galancete de telenovela se ha apropiado de una revuelta que es de los estudiantes. Fueron ellos los primeros que salieron, cansados de una educación ideologizante, de la imposición de unos héroes que no tienen nada que ver con ellos, del miedo latente de que Venezuela se les convierta en Cuba. En las pocas veces que los han entrevistado han dicho que ellos no creen ni en los unos ni en los otros, que ellos tal vez en lo único que creen es en el derecho que tienen de protestar y si es posible de tumbar presidentes si la situación así lo amerita.

Y en este río revuelto pescó Leopoldito y es por eso que en los próximos 20 días vamos a tener que ver como su imagen empieza a ser comparada con la del Ché Guevara, un Ché, claro está, más limpio y prolijo.

Será el nuevo adalid de los politólogos de Facebook. Póngale la firma.

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