En defensa de un Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas (II)

En defensa de un Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas (II)

¿Qué es más nocivo y peligroso para niños y jóvenes?, ¿una orquesta sinfónica o la validación académica de las prácticas urbanas?

Por: Juan Carlos Hurtado Lorduy
febrero 27, 2023
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En defensa de un Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas (II)
Foto: Pixabay

Escribo este artículo como continuación y ampliación del anterior, publicado hace solo pocos días y que seguramente generaría polémica entre muchos. Y lo hago no para rectificar ni retractarme en nada, porque reconozco que fue un escrito fuerte, sino al contrario para ratificarme en mis posturas argumentándolas más.

Y es que para ser sinceros, los artículos y la célebre carta que firmaron tantos académicos en el país dirigida al presidente Gustavo Petro son igualmente fuertes. Afirmaciones tales como "implantar un sistema nacional de orquestas sinfónicas que es un rezago colonial centroeuropeo resulta muy peligroso para la formación artística de niños y jóvenes". O esta otra: "Esa división entre alta cultura —blanca, letrada, europea y masculina— y baja cultura —mestiza, indígena o negra, de tradición oral, popular, local y feminizada— está en la base de por qué, durante muchos años, se consideró que la música clásica centroeuropea de los siglos XVIII a XIX era sinónimo de música, a secas". Son palabras fuertes sin duda.

Me pregunto qué pensará al respecto Betty Garcés, nuestra soprano colombiana orgullosamente afro. Para mí y para las miles de personas, profesionales y jóvenes estudiantes que aman, escuchan e interpretan este tipo de música, es una afrenta. Y lo es, porque estas personas hacen parte de todo tipo de estratos socioeconómicos y de cualquier color de piel. Dicha afirmación no es más que un prejuicio expresado a priori sin estudios que la respalden.

De la misma manera en que estos académicos se sienten con derecho y autoridad para hacer afirmaciones tan categóricas, yo igualmente me siento capacitado para hacer otras del mismo tenor.

Primero, quiero ratificarme en mi postura de que usar la palabra "ecosistema" es en este contexto, errada. Etimológicamente hablando, el prefijo "eco" proviene del griego "oikos". Significa casa, hogar. Se utiliza en ciencias naturales y ecología bajo la connotación de "sistema de nuestra casa, sistema de nuestro planeta, es decir nuestro sistema vital". Por otro lado, la palabra "sistema" lleva implícito el concepto de interrelación entre sus partes formantes. ¿Alguien puede explicarme qué relación existe entre el Joropo llanero, un pasillo andino, un vallenato y las músicas indígenas de los wayúu en la Guajira? No hay ninguna relación. En un verdadero ecosistema cada ser vivo influye en el otro, y lo que sucede en un eslabón de la cadena alimentaria influye en los otros sea hacia arriba o hacia abajo. Por lo tanto sigo firme en mi postura de que usar la palabra "ecosistema" es desacertada. Basta con decir " diversidad cultural y musical".

También se me ha criticado que por músicas urbanas solo tomo en cuenta el reguetón y el trap. Se me ha dicho que estás están constituidas por varios géneros. Cosa que es falsa porque también hice alusión en mi artículo al rap y el hip hop.

Ahora bien, una claridad. El reguetón y el trap no son los únicos géneros llamados urbanos. Sí, es cierto. Pero sí son los favoritos de niños, jóvenes y adultos hoy día. Y eso ya es un gran peligro éticamente hablando. Me parece inconcebible que tantos académicos se ofendan y vean como un peligro una orquesta sinfónica, pero no se escandalicen ni rasguen las vestiduras porque niños y jóvenes día y noche escuchen y observen videos de reguetón y trap.

Vayamos por partes. En la parte musical, los méritos armónicos, melódicos y rítmicos de éstos son nulos o a lo sumo excesivamente pobres. Para nadie es un secreto que sus "intérpretes" no tienen idea de canto y necesitan de la tecnología para que la "canción" suene afinada.

Pasemos ahora a los videos y los textos. Es sabido por todos que su "poética" totalmente explícita es abyecta pornografía que incita al sexo. Los videos igual. Además que hacen apología del "buen vivir del traqueto" con muchos automóviles, cadenas, anillos, vestidos extravagantes y muchas mujeres, cosificando a éstas en mero objeto sexual. Justo en una época en que tanto nos quejamos de una sociedad con altos niveles de agresión y violencia sexual contra la mujer y embarazos no deseados de adolescentes. Cuando observamos una película triste y con música sentimental lloramos. Si vemos cine terror con música atonal o microtonal de fondo, nos asustamos y se nos acelera el corazón. ¿Qué podemos esperar si nuestra sociedad y específicamente niños y jóvenes escuchan y observan día y noche videos de reguetón y trap? Vuelvo y cito a Eduard Hanslick: la música que escuchamos entra en una relación simbólica con nuestros sentimientos y emociones. También con nuestra personalidad.

Nótese que estoy refiriéndome a los géneros urbanos únicamente. No tengo absolutamente nada contra el folclor, y aunque no siento filiación por éste, reconozco sus méritos en la formación musical. De hecho lo he usado en clases al dirigir coros infantiles y juveniles.

Vamos ahora con el rap y el hip hop. Hay que admitir que desde la sociología es perfectamente factible hacer un estudio teniendo en cuenta que estos géneros son la expresión de clases sociales vulneradas que en forma rebelde se expresan a través de sus "canciones". Eso es indiscutible. Pero insisto, al ubicarnos en una perspectiva estética, artística y musical, ¿qué méritos tienen? Nuevamente la respuesta es: ninguno. Predomina la enorme pobreza armónica y melódica. Su "poética" —demasiado básica— aunque tal vez menos, igualmente es prolija en palabras de alto calibre, además de reflejar una dura y cruel realidad de algunos sectores sociales. ¿Es necesario que incitemos a niños y jóvenes a que sigan sumidos en sus problemáticas? O, más bien, ¿debemos desde la academia propender a sacarlos de esta y mejorar sus condiciones de vida iniciando por ofrecerles educación básica de calidad?

También se me ha espetado tildándome de anacrónico y que estas músicas se practican en todo el planeta. Me sorprende la ingenuidad de estas personas. ¿Es indicador de calidad el consumo masivo o lo que es ampliamente aceptado por la cultura de masas? Responda cada quien en su fuero interno. Ahora, mientras la supuesta "vanguardia" no iguale o supere lo "anacrónico", seguiré siendo esto último. Así sea calificado de colonial o imperialista.

Para ir cerrando, me ratifico, por todo lo argumentado "supra", en que las llamadas "músicas" urbanas no deben ser validadas por la academia. Claro, sólo si es cierto que esta quiere propender por una sociedad con un sistema de valores edificantes, civilizadores y que contribuyan a la paz y sana convivencia que nos haga tomar distancia del "buen vivir" hedonista, sexualizado y violento propio de la cultura del "narco - traqueto". Bueno, de hecho varios de sus exponentes como Anuel AA han tenido líos judiciales por tráfico de drogas y actos delincuenciales.

Exhorto a todos los académicos que se han dirigido al presidente a que reflexionen sobre esto y se pregunten: ¿qué es más nocivo y peligroso para niños y jóvenes?, ¿una orquesta sinfónica o la validación académica de las prácticas urbanas?

En defensa de un Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas

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