El crecimiento de Bogotá ha sido vertiginoso en los últimos 50 años. De una ciudad que tenía a La Candelaria como su gran centro urbano, han sido precisamente las urbanizaciones las que han llevado a que la capital se haya extendido hacia el sur, norte y occidente. Sin embargo, esto no es algo nuevo, pues desde hace más de un siglo se construyó la primera urbanización de Bogotá. Villa Javier, como es conocido, fue construido para ser la ciudad de Dios, un lugar donde ser católico era el verdadero estilo de vida.
Festividades de los Reyes Magos en el Barrio Villa Javier (calles 8a. y 10a. Sur y las carreras 2a. y 6a), fotografías tomadas por Sady González....Bogotá Domingo 06 de enero de 1946. pic.twitter.com/WBFYdhyqaj
— Historia Fotográfica de Bogotá y Colombia (@HistoriaFotBog) January 7, 2023
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José María Campoamor, la mente detrás de Villa Javier
Antes de hablar de la construcción de Villa Javier, es preciso nombrar a la cabeza detrás del proyecto. José María Campoamor, un sacerdote oriundo de La Coruña, España, fue quien decidió crear el proyecto pensando netamente en los obreros. El cura ya había tenido experiencia con organizaciones sociales en Francia, Bélgica, Holanda, Austria y Alemania, y al llegar a Colombia y ver un ambiente donde los menos favorecidos no tenían oportunidades, decidió apoyar a estas personas en su sueño de contar con algo propio.
Fue en ese momento cuando Campoamor creó el Círculo de Obreros de San Francisco Javier, y con ello le dio vida a una Caja de Ahorros que hasta el día de hoy sigue en pie y se conoce como el Banco Caja Social. Así las cosas, con los recursos que las mismas personas empezaron a invertir en la entidad financiera, el sacerdote logró llevar a cabo su gran proyecto y en el sur de la capital, entre las calles 8.ª y 10.ª sur, y las carreras 2.ª y 10.ª, compró un lote que luego sería reconocido como la ciudad de Dios o el barrio San Francisco Javier.

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La construcción de la primera urbanización de Bogotá
Fue en 1911 cuando José María Campoamor se puso a trabajar de la mano del arquitecto belga Antonio de Stoutte. Antes de la llegada de figuras como Le Corbusier, que promovieron el crecimiento de la ciudad de una manera planeada y ordenada, tanto el sacerdote como el diseñador crearon el primer barrio planificado y la primera urbanización de Bogotá. Es más, para muchos resultaron siendo los pioneros de los conjuntos residenciales, pues en un principio el barrio estaba cercado por barandales.
“En 1911 realizaron la demarcación de los lotes para la posterior construcción de 120 casas. Ya el 7 de septiembre de 1913, con la presencia del presidente y el alcalde mayor de ese entonces, se puso la primera piedra”, recordó en 2022 el entonces alcalde local de San Cristóbal, Juan Carlos Triana. Dentro de los requisitos que había que cumplir para poder hacer parte de la urbanización, los postulantes podían ser parejas casadas por la Iglesia católica o solteros que aceptaran un reglamento de convivencia, diseñado bajo los preceptos católicos.

Las primeras viviendas que se entregaron se hicieron bajo la figura legal del arriendo, aunque después cada uno de los residentes se fue haciendo propietario de su vivienda. La urbanización, que fue toda una novedad para ese momento, contó con restaurante comunitario, guardería, piscina, taller de artes y oficios, parques y juegos, escuela primaria y, por supuesto, iglesia. Además de ser un proyecto urbano, José María Campoamor quería que el barrio construyera comunidad y trabajó en pro de ese objetivo.
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La modernización y transformación de la ciudad de Dios
En las primeras décadas, el barrio San Francisco Javier, que después adoptó el nombre de Villa Javier, al estar aún muy alejado del casco urbano de Bogotá, se convirtió en el paraíso de la comunidad cristiana. El sacerdote realizaba recurrentes actividades en las calles del barrio para difundir valores cristianos y enseñaba a los niños sobre la vida religiosa a través de obras de teatro. Asimismo, también había espacio para el divertimento popular, como las fiestas y ferias, todo dentro del marco de una vida católica.

Sin embargo, el fallecimiento del padre Campoamor en 1946 fue un duro golpe para la comunidad, tanto a nivel social como religioso. Para ese entonces, el barrio ya se había integrado a la ciudad y empezaron a llegar “foráneos” a comprar viviendas. El carácter de comunidad se fue perdiendo, así como el desarrollo de los valores cristianos. Lo único que hasta ese momento se mantenía en pie era el diseño original del barrio, pero con el tiempo también se fue perdiendo.
Ahora, Villa Javier es una combinación entre la urbanización antigua y edificios modernos. Para conocedores, el barrio debió haber sido declarado Patrimonio Social Intangible, pero también se dice que fueron las mismas personas de la urbanización quienes no quisieron que sus casas fueran declaradas, debido a algunos costos que se deben pagar. Así las cosas, el barrio se convirtió en una mutación entre las pequeñas casas unifamiliares construidas por el padre Campoamor y modernos edificios destinados como propiedad horizontal. Ha sido el fiel ejemplo de la modernización.

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