Tras meses de confinamiento, el Museo del Louvre abre sus puertas

Tras meses de confinamiento, el Museo del Louvre abre sus puertas

Después de 112 días, luego de la declaratoria de la aparición del coronavirus en Francia, la institución volvió a la vida, es decir, a su público

Por: MH ESCALANTE
julio 06, 2020
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Tras meses de confinamiento, el Museo del Louvre abre sus puertas
Foto: MH Escalante

Este lunes 6 de julio, luego de tres meses y medio de cierre forzado (que le dejan pérdidas de 40 millones de euros en boletería no vendida), el Museo del Louvre se podrá de nuevo visitar, pero esta vez se tendrá que reservar de preferencia el horario de visita. Además, cuando se haya ingresado, y como se ha determinado en todos los monumentos e instituciones nacionales en Francia, se deberá portar una mascarilla y respetar el distanciamiento y el trazado del recorrido que han concebido los servicios de atención y de vigilancia del museo.

El Louvre abre de nuevo, aunque gran parte de su público habitual, 75% de turistas provenientes de Estados Unidos, China, Corea, Reino Unido, Brasil y Japón, no podrá visitarlo. Una desventaja que el director del Museo Jean-Luc Martínez juzga como una oportunidad pues sin turistas extranjeros será el público francés el que seguramente se motivará a visitarlo.

Según Jean-Luc Martinez, arqueólogo e historiador de formación, el confinamiento llevó al cierre total del Louvre pero no a la suspensión de sus actividades más vitales: 800 obras se encuentran repartidas en diferentes partes del mundo en calidad de préstamo, una ausencia que exige un seguimiento.

Otras requirieron la atención de equipos restringidos de restauración, reparación, mantenimiento en general de las instalaciones que pudieron trabajar con serenidad, sin ser molestados por los turistas, mientras que los encargados de la comunicación en trabajo a distancia permitieron “estar en Louvre sin estar” con visitas virtuales además de asegurar una actividad cotidiana en Facebook e Instagram, las dos con 2,7 y 2,4 millones de seguidores. Cerca de 7 millones de personas estuvieron también en contacto con el Louvre a través de YouTube, Weibo, WeChat.

Con el Covid-19 y la creciente afluencia del turismo de masa cuyo impacto se revela en este lugar, - salas repletas de visitantes a toda hora del día durante todas las semanas del año -, algo sustancial va a cambiar en el Louvre en cuanto a la gestión de flujos.

Por el momento los visitantes se desplazarán por los recintos abiertos respetando los protocolos en estos tiempos de pandemia pero, al contrario de lo que no se puede permitir en pequeños museos, en el Louvre se podrá deambular “con toda seguridad al exterior de los caminos flechados” pues la inmensidad de este palacio así lo permite. La Grande Galerie porta bien su nombre y las “Cours Marly y Puget” son el momento de descanso y contemplación del visitante.

En el año 2018 el Louvre recibió 10,2 millones de visitantes. El sistema de reservación en línea era hasta entonces una práctica de monumentos como el Museo del Vaticano en Roma o de la Catedral de la Sagrada Familia en Barcelona.

El Louvre seguía en su empeño por garantizar una democratización de la cultura, una apertura sin restricciones (excepto para los grupos que tienen obligación de reservación), sin escatimar medios para acoger a los visitantes: entrada gratuita para los menores de 18 años, también para los menores de 26 años de la Unión Europea, para guías, profesores y periodistas del mundo entero.

En el año 2019 con el primer ensayo de la reservación en línea en periodos más álgidos del año (junio, julio y agosto), el número de visitantes bajó a 9,6 millones. Esto permitió que se pasara de un millón a ochocientos mil visitantes al mes. Una afluencia que sigue siendo excepcional.

Antes del coronavirus, un virus que viaja, el Museo del Louvre eran miles de turistas deambulando por halls de recepción, corredores, pasillos, escaleras y al final por las inmensas salas de exposición que albergan 35.000 de las más de 500.000 obras que constituyen su patrimonio. Centenares de esculturas, pinturas, objetos de arte de la antigüedad egipcia, griega, etrusca y romana y su fondo de colección islámica. Obras del renacimiento italiano, joyas de la corona, grandes formatos de Poussin, Géricault o David expuestos en 75.000 m2 en los distritos Sully, Denon y Richelieu.

El más grande museo del mundo por su tamaño, abarca tres estaciones de metro a lo largo de la rue de Rivoli y totaliza15 kilómetros de recorrido al interior, tiene un área total de 200.000 m2 en reservas, talleres, oficinas, sin contar en ellos los espacios técnicos que se encargan de su funcionamiento: plantas de energía eléctrica, circuitos de agua potable y no potable, climatización, armarios electrónicos reguladores de sistemas de seguridad y alarmas, temperaturas, ventilación, vías internas para el movimiento de obras, de técnicos, obreros, empleados en general. Una ciudad de maquinarias, cables, tuberías y tableros electrónicos enterrados en el corazón de Paris y vigilados en permanencia por un destacamento de bomberos de Paris adscritos al Museo del Louvre.

En ocho siglos de transformaciones políticas, militares, culturales, arquitecturales ; de hechos convulsivos como masacres, complots, pestes y asesinatos de lesa majestad ; de fortaleza militar y luego residencia real y más tarde imperial hasta ser declarado museo nacional por los beneficios de una gran Revolución pero que tuvo que sufrir los estragos de otras menores y afrontar en el siglo XX dos guerras mundiales que lo obligaron a sacar sus obras más valiosas hacia lugares secretos para evitar el pillaje de sus enemigos, los alemanes, el Coronavirus se impuso como una crisis de otro orden para esta institución que se financia el 60 por ciento de su presupuesto.

Para comenzar, que paga ella misma los salarios de sus más de 2.000 empleados con las recetas que le dejan los tiquetes de entrada, los mecenas, los préstamos de obras, las donaciones y en menor escala los objetos derivados que se venden en las boutiques que llevan su nombre.

El resto de ese presupuesto es asumido por su organismo de tutela, el Ministerio de Cultura. De ahí su extensión hacia otros horizontes como el Louvre Lens, inaugurado en el 2012 en una ciudad desindustrializada en el norte de Francia, o el Louvre Abou-Dabi implantando en medio del agua por arquitecto francés Jean Nouvel en la capital de los Emiratos Árabes, otro de sus mecenas y que registraba ya una afluencia de dos millones de visitantes desde su inauguración el 8 de noviembre de 2017. Louvre es también una marca.

El 28 de julio de 2019, la “Cour Carrée” del Museo del Louvre vio pasar por su suelo empedrado al ciclista colombiano Egan Bernal que para ese momento corría ya tranquilo sabiéndose el campeón de la 100ª Camiseta de líder en la historia del Tour de Francia.

Los ciclistas pasaron ese día por el Museo del Louvre como la vida del mundo pasa por sus inmensas salas de exposición. Millones de turistas que se precipitan por el mismo selfie con La Gioconda o la Venus del Milo. Y antes de entrar o después de salir de él, ese ritual que consiste en tomarse una foto agarrando la punta de la pirámide de la entrada principal como si fuera una miniatura. Mientras que la ciudad se alborota y las protestas pasan al pie de sus 2400 y más ventanas y los turistas se van y un nuevo virus ataca a la humanidad, el Museo del Louvre espera, guarda silencio y sigue...

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