Terco Uribe. Como una mula
Opinión

Terco Uribe. Como una mula

“Viene una jurisdicción especial para la paz”, le advertí. No lo creyó, o no lo tomó en serio. Y acá estamos. Uribe, pase lo que pase, quedará tocado, zarandeado

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septiembre 26, 2019
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El último tuit que circulé en las redes sociales dice así: “La suerte que viene corriendo el expresidente Uribe no me divierte. La deploro. La intención de la paz de La Habana fue extenderle la mano a TODOS los actores del conflicto. Se lo puse de presente y no lo entendió. La verdad: aplastante tsunami. “Somos briznas de hierba”.

Notarán los lectores que la palabra TODOS está escrita en mayúscula. Quise significar con esto que de lo que de mi dependió en los momentos de la negociación, mi propósito fue acercar a Uribe al proceso de paz para tenerlo a él en cuenta como parte de la solución; para evitar que terminara siendo un obstáculo, o un problema mayor. Ya para entonces pintaba claramente que el hombre, con el tiempo, podía convertirse en difícil escollo. Por esa razón, quien escribe esta cuartilla, cada vez que podía, repetía a la manera de un estribillo la frase “la paz es con todos”. Pero maldita siempre la intransigencia: Uribe dejó pasar la oportunidad. Su oportunidad. Y el reloj continuó su marcha.

Tuve como hablar con el expresidente-senador Uribe en varias ocasiones. No es la primera vez que lo relato. Él, sencillo de trato, ameno, directo, francote. Algo histriónico, por no decir que bastante. Por lo demás, goza de un buen sentido del humor. Pero ni todo es humor, ni mucho menos sencillo. Tanto que cuando amablemente me invitó a su casa en Rioegro, le dejé entrever que el palo no estaba para cucharas. Mi intención fue anticiparle que lo que se venía de golpe tendría para él el color de las hormigas. “Usted será un trompo de poner”, se lo dije así, textualmente. “Vaya a La Habana”, se lo insinué. Se lo propuse. Hasta el propio Timochenko le mandó una nota diciéndole “venga hombre”. Pero no. No fue posible. Terco Uribe. Como una mula.

Siempre supo el expresidente que personas como el autor de esta columna apostábamos a que la solución al conflicto interno pasara por la obligación de decir la verdad y por el rasero de las víctimas para evitar la repetición de la locura de la guerra fratricida. “Y viene una jurisdicción especial para la paz”, le advertí.  No lo creyó. O si lo creyó, no lo tomó en serio; no midió las consecuencias. Y acá estamos, porque no hay plazo que no se cumpla.

 

Amenazas como recurrir a un referendo para golpear a la Corte Constitucional
valen lo que todos sabemos:
huevo, o huevito, para usar una palabra de Uribe

 

No soy yo -ni mucho menos que fuera así-, quien pueda anticipar desenlaces jurídicos cuando es una corte la que tiene que decidir asuntos de ciertas montas dentro de su competencia, mirando obviamente hacia el horizonte de la justicia. Pero Uribe, pase lo que pase, quedará zarandeado. Tocado. Como cualquier hijo de vecino en iguales circunstancias. Se comprueba una vez más que los hombres, todos, “somos briznas de hierba”, como lo anoté en el tuit. Y con el tiempo, señores y señoras, se impondrá la verdad y aplastará como un tsunami, porque la JEP no desaparecerá y sus puertas se irán abriendo todas las veces más con la alta mira de buscarle caminos a la paz definitiva, compromiso que esa jurisdicción tiene para con el país todo; algo que continúa perfeccionándose, refinándose, porque aún esa institución está en construcción. Y por favor, téngase presente que amenazas como las de recurrir a un referendo para golpear a la Corte Constitucional valen lo que todos sabemos: huevo, o huevito, para usar una palabra de Uribe. Igual aquellas iniciativas dirigidas a taparle el sol con las manos a cincuenta millones de colombianos. ¿Para qué perder el tiempo?

 

Preparémonos todos para las olas de verdades reveladoras que se avecinan.
A que se vienen en escalada, lo apuesto doble a sencillo

 

Y dicho sea de paso: entre más asesinatos sigan aconteciendo, más apremiante la verdad. Preparémonos todos para las olas de verdades reveladoras que se avecinan. A que se vienen en escalada, lo apuesto doble a sencillo. Verdades sin consideración de donde o de quien provengan. Recuerden que hoy la verdad se logra contrastar, más si se trata de un torrente de veracidades espontáneas; no arregladas. Nada de paja habrá entonces. Porque quien mienta o acuda a cuentos chinos, “cogida la tiene”, como decían nuestros mayores. O cuidado: “tape y remache”, como en el juego “las lleva”. La verdad, palabra y concepto, es la idea y compromiso central de nuestros tiempos.  Sin cortapisa alguna. Tal la aspiración de las víctimas, la de todos los colombianos y la del mundo entero. A esta patria nuestra, a pesar de los horribles obstáculos que a diario vivimos –matanzas, debilidad estatal y narcotráfico--, le llegará el momento de empinarse. Porque ahí están los acuerdos; están vigentes.  Y los acuerdos, más allá de algunos proyectos que se puedan estar adelantando, señor Presidente Duque, son para cumplirlos. Y para concluir: “Que culpa tiene la estaca si la rana salta y se ensarta”.

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