¡Que tiemble Sebastián!
Opinión

¡Que tiemble Sebastián!

¿Derrumbar estatuas es suficiente para reivindicar el derecho a la igualdad de trato y de oportunidades para la comunidad afro y para los pueblos indígenas?

Por:
julio 10, 2020
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A partir de las protestas por el asesinato de George Floyd, en Estados Unidos se desató un movimiento muy grande denominado “las vidas negras valen”, con muchas expresiones y acciones de empoderamiento de la comunidad afroamericana para exigir justicia y hacer conciencia sobre la discriminación. Este movimiento contra el racismo estructural tuvo, por fortuna, repercusión en muchos países, en especial en Europa.

Una de las propuestas surgidas por “Black Lives Matter” fue la de repensar la historia y sus símbolos, que se expresó en el ataque a estatuas de personajes blancos esclavistas o precursores de la nefasta época de la esclavización y la expoliación de los indígenas, como las de Cristobal Colón. No es la primera vez que esto sucede en el mundo, pero nunca había pasado en América. Están tan preocupados los “supremacistas blancos” que Trump advirtió que lo que buscan es reescribir la historia. Y por supuesto de eso se trata.

En Colombia estas protestas fueron débiles, tal vez por la pandemia o tal vez porque el racismo acá es mucho más fuerte y soterrado que en los Estados Unidos. Sin embargo, en redes sociales se ha insinuado qué debemos derrumbar algunas estatuas como por ejemplo la famosa de Sebastián de Belalcázar qué hay en Cali o la de Jiménez de Quesada en Bogotá.

Surge entonces el debate de si derrumbar estatuas es suficiente para reivindicar el derecho a la igualdad de trato y de oportunidades para la comunidad afro y para los pueblos indígenas, tan pisoteados o más que los afro, desde la colonización hasta el siglo XXI.

Para mí es un acto simbólico importante, pero no suficiente. Haciéndolo se pasaría un mensaje a toda la ciudadanía, pero debe acompañarse de una profunda reeducación sobre actitudes racistas, permanentemente camufladas en inequidad y pobreza. Lo que no puede ser, es que quede como un hecho aislado que pueda ser señalado como vandálico. De ser así su efectividad sería coyuntural y no estructural como se necesita.

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El Gobierno nombró a un señor para que reescriba la historia del conflicto y, seguramente, terminarán levantándole una estatua a Álvaro Uribe Vélez como el gran Pacificador de Colombia

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Las estatuas no se hacen solas, son productos del relato histórico y ya sabemos que los relatos históricos los escriben los vencedores, los que detentan el poder. Precisamente eso es lo que ha intentado hacer el Centro Democrático, para no ir muy lejos, con el Centro de Memoria histórica. El Gobierno, ganador de las elecciones, nombró a un señor para que reescriba la historia del conflicto y, seguramente, si esto se deja pasar sin una reacción importante, terminarán algún día levantándole una estatua a Álvaro Uribe Vélez como el gran Pacificador de Colombia. Con los años quien no haya vivido estos 50 años de violencia, podrá apreciar en parques y avenidas al señor Uribe Vélez como gran patriota. ¿habría entonces que derrumbar esa estatua?

A mí me parece que la historia hay que revisarla cuando está basada en un relato mentiroso o parcializado de los hechos, como sería el caso de Uribe o el de la esclavización y despojo en nuestro continente. Otra cosa es que nos guste la estatua de Sebastián de Belalcázar en Cali, que tenga unas características estéticas singulares y que muchas veces nos hayamos tomado fotos en ese mirador. Fotos que están más ligadas a nuestra propia historia que a la de Belalcázar.

Ahora, ¿que ese señor merece que lo bajen del pedestal? ¡Merece! Como también lo merecen Jiménez de Quesada y muchos otros que vinieron a hacer América a sangre y fuego destrozando las culturas y robándose nuestra riqueza. O por lo menos si a ellos no se los baja del pedestal habría que empezar a erigirles estatuas a los héroes de la resistencia indígena y negra. Pero mucho más allá que tumbar estatuas es importante reescribir la historia con una mirada mucho más justa y equilibrada con los pueblos ancestrales y con las personas esclavizados llegadas de África. Algo que se quedó apenas en un bonito enunciado constitucional.

Por ahora Sebastián sigue ahí señalando el Pacífico, olvidado tanto antes como ahora; pero que tiemble porque le puede llegar su mal momento.

www.margaritalondono.com

 

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