Profesor Fajardo: lo más importante en un maestro es la coherencia

Profesor Fajardo: lo más importante en un maestro es la coherencia

"El cambio, pese a no estar personificado en él en esta ocasión, aún es posible lograrlo el próximo 17 de junio"

Por: Juan Acosta
mayo 28, 2018
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Profesor Fajardo: lo más importante en un maestro es la coherencia
Foto: Twitter @sergio_fajardo

La campaña de Sergio Fajardo, a mi juicio, tuvo dos pilares fundamentales: la educación y la erradicación de la corrupción. Más allá de su desempeño en los debates, de sus declaraciones en las entrevistas a los medios de comunicación y de la tacha que recibió en buena parte de la campaña sobre su tibieza, tuvo algo que resaltó de manera incansable cada vez que tenía un micrófono o una cámara cerca: Colombia necesita un cambio.

Durante los últimos meses resaltó su papel como profesor en varias universidades del país y se valió de este argumento para justificar su plan de gobierno, su postura "de centro", y en consecuencia, su decisión de no apostarle a "ningún extremo".

Tras conocer los resultados de la primera vuelta, pareciera que se diluyó la "esperanza" y el "se puede", dos grandes consignas de su campaña, en muchos de sus seguidores y en él mismo por las declaraciones dadas durante las últimas horas.

Evidentemente hay algo que "no se pudo", Fajardo no logró llegar a la segunda vuelta, pese a haber obtenido la para nada despreciable cifra de 4.589.696 votos, que corresponden al 23,73% de los votos válidos; una diferencia de menos de 300.000 lo distanció de esa posibilidad (Petro obtuvo 4.851.254 votos, el 25,08%), y pese a haber estado muy cerca, no consiguió su propósito.

La animadversión de Fajardo por Petro es evidente, como lo es en varios de sus más cercanos colaboradores. Sin embargo, "el deseo y la necesidad de cambio" que la campaña de Fajardo promovió a lo largo de estos meses, y que denominaron en varias ocasiones como "imparable", no se ha extinto por completo, y Fajardo, quien se ufanó en muchos momentos por aspirar a ser "el presidente profesor" y ser el "representante de una nueva forma de hacer política" sin corrupción, sin mermelada, sin autoritarismos, hoy pareciera demostrar que el "cambio imparable" solo era posible si él lo personificaba, y ya que ha sido suprimido de la contienda, de manera indirecta, "tibia" dirían algunos, al descartar alianzas, puntos de convergencia, acuerdos, con la campaña de la Colombia Humana, está condenando a Colombia no solo a 4 años (probablemente sean muchos más) de "más de lo mismo" sino que la condena a algo mucho peor.

El próximo 17 de junio en la segunda vuelta se enfrentan dos fuerzas políticas inequiparables, una, que se dice ser "la nueva generación", representa justamente a toda la clase corrupta de la política tradicional: la política del miedo, de la persecución a los detractores, de la negación de otras formas de conformación de la familia, de la satanización de los maestros, de los movimientos sociales, de los activistas y defensores de los derechos humanos, del repudio a la diversidad sexual, del fracking, de volver a gobernar con la biblia pasando por encima de la Constitución, de la censura a la libertad de expresión y de prensa, de hacer trizas el Acuerdo de Paz, de la exclusión del diálogo como posibilidad para terminar el conflicto con los otros actores armados, y de volver a la ociosa y sanguinaria doctrina de "conseguir la paz por medio de la guerra", de la ingenua creencia que los conflictos armados se terminar por la vía militar... Cabría un vasto etcétera, podría prolongarse ad infinitum, pero creo que ha sido suficiente ilustración para todo aquello a lo que nos llevaría la presidencia de Iván Duque, que como lo expresó jocosamente De la Calle, tiene a cierto ex presidente "respirándole en la nuca".

De otro lado, la otra fuerza política que se enfrenta el 17 de junio, satanizada por los medios y las élites, es una política basada en la esperanza, conducida por las ciudadanías libres, una política sin maquinarias, que no se valen de la nefasta práctica de la compra de votos, del constreñimiento al sufragante, que no se alimente y viva de la corrupción, es una política diferente, alternativa, consciente, no se trata de Gustavo Petro como hombre, ni se trata de la Colombia Humana como movimiento político en sí mismo, se trata de una propuesta que puede cristalizar la esperanza, el cambio, la paz, la justicia social.

Gustavo Petro no representa algo como individuo, representa a una porción gigantesca de la población que hoy quiere decir "¡Basta!", en su círculo cercano no se encuentran expresidentes, políticos tradicionales, élites económicas, corruptos confesos, ni asesinos recapturados; lo apoyan mayoritariamente los sindicatos, los movimientos sociales, los pueblos indígenas, la población afrocolombiana, los campesinos, y cómo no, una buena parte del sector educativo, ese conformado por estudiantes, maestras y maestros de todas las clases sociales.

Fajardo exaltó durante su campaña el ser un maestro, y emocionó a muchos, me incluyo, con la posibilidad de tener "un presidente profesor", el 17 de junio de 2018 esa posibilidad no estará en el tarjetón, pero sin duda, hay un proyecto político, compuesto de ciudadanías libres que en buena medida fueron aquellas que lo apoyaron el 27 de mayo, que hoy sigue creyendo en un cambio, ese "cambio imparable" que advirtieron durante los últimos meses Antanas Mockus, Claudia López, y el mismo Sergio.

A modo de metáfora, al profesor Fajardo lo apoyaron en la clase más importante de su vida más de 4.5 millones de estudiantes. Hoy puede hacerle honor a su profesión, a su vocación, a su proyecto de vida, y como maestro, ser coherente con sus pupilos devolviéndoles la esperanza, porque el cambio, pese a no estar personificado en él en esta ocasión, aún es posible lograrlo el próximo 17 de junio arrebatándole de las manos el país a la misma clase corrupta que ha gobernado a Colombia desde siempre.

El voto por Gustavo Petro no es por él en sí mismo, es un voto por una Colombia mejor, una donde quepamos todos sin importar la clase social, el oficio, la profesión, el género, las preferencias políticas, el credo, el color de la piel o el de la camiseta, el voto por la Colombia Humana el 17 de junio es la última posibilidad de este cuatrienio para darle un rotundo sí a la paz, sí a la esperanza, sí al cambio, sí a la justicia social, y por supuesto, sí a la educación.

Profesor Fajardo, dígale sí a una mejor Colombia.

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