Petro, un desobediente peligroso

Petro, un desobediente peligroso

"Mientras el mundo enfrenta un problema que afecta la salud y la economía, él quiere crear las condiciones necesarias para llevarnos a la anarquía"

Por: David Fernández
julio 07, 2020
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Petro, un desobediente peligroso

Al senador Petro le gusta darse tiros en el pie. Le encanta degradarse. No habla como un político responsable sino como un rufián de barrio. Cree que ser jefe de la oposición es actuar como un pirómano que no mide las consecuencias de su discurso incendiario. Juega al caos y, lo que es peor, lo hace en medio de una pandemia.

Mientras el mundo entero hace todo lo posible para enfrentar un problema que afecta la salud y la economía, Petro quiere crear todas las condiciones necesarias para llevarnos a una anarquía en la cual, cree, en sus soliloquios de ególatra, que puede aprovechar ese eventual escenario de locura colectiva para llegar al poder.

Así como lo hacen los dictadores y los populistas cuando sobreviene el malestar general y la anarquía: abusan de la democracia y envilecen la razón, pues no se piensa con cabeza fría sino con la emoción. Además, se aprovecha de la pobreza y el desorden para crear otra pobreza a su medida y continuar con otro desorden más siniestro.

¿Pero por qué Petro piensa así? Porque Petro es un derechista (¿cómo así?, ¿un derechista?, ¿acaso no es un izquierdista confeso y feliz?) No, no lo es, las apariencias engañan. Veamos lo que dice Antonio Caballero, un columnista de la más rancia izquierda: “Petro tiene un temperamento autoritario, inocultablemente de derechas, inspirado en el “cesarismo democrático” que inventó un intelectual lagarto en Venezuela para justificar la larga tiranía de Juan Vicente Gómez”. Esa declaración de Caballero deberíamos tomarla en serio y tenerla en cuenta cada vez que Petro sale con sus disparatadas propuestas.

Además, Petro no es un solo un derechista, sino un déspota. Sí, un Déspota, con mayúscula. Leamos lo que dijo su examigo del alma, Daniel García-Peña, en la carta cuando renunció de la alcaldía de Bogotá cuando Petro era alcalde: “Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota”.

Sin embargo, Petro no solo es de derecha y un déspota, sino una mala persona, y esto sí que es peor, pues cuando la mala leche está presente en el corazón de un político, hay que tener cuidado, pues todo lo que diga tiene rayos de maldad. ¿Pero quién dice que Petro es mala persona?, ¿Uribe?,¿ Duque?, ¿el Fondo Monetario Internacional?, ¿los lluminati? No. Lo dice nada menos que Piedad Córdoba: “Yo personalmente no voté por él y puedo decir, casi que con seguridad, que él jamás será presidente de Colombia porque uno no puede elegir un mal ser humano”.

Para cerrar, sigamos agregando más blasones de maldad en la personalidad de Petro: es un destructor. Así se expresó su antigua aliada Claudia López: “Gustavo Petro tiene la decisión de destruir la Alcaldía de Bogotá”.

Si un político de tendencia derechista, pésimo ser humano y un destructor lo invitan a una desobediencia civil, ¿usted es de los que sale corriendo a sumarse a esa idea sin importarle que esa triple condición demencial lo lleve a la jungla de la miseria? ¿O usted toma distancia prudencial y lo castiga en las urnas cuando se presente en la contienda electoral?

Estoy de acuerdo con la desobediencia civil, pero contra Petro.

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