Perdónanos, Dilan: los cristianos no conocen a Dios

Perdónanos, Dilan: los cristianos no conocen a Dios

"Me pregunto dónde habrán quedado los resultados de leer la Biblia, porque los escucho muy felices diciendo que esta debe volver a los colegios y al gobierno"

Por: Paula Barbosa Ardila
noviembre 27, 2019
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Perdónanos, Dilan: los cristianos no conocen a Dios

Este es un artículo para creyentes cristianos desde la protesta de una practicante que no se ve identificada y representada por el actual cristianismo en Colombia. Sé que, como yo hay muchos otros inconformes que, creyendo en Dios, ya no creemos en la iglesia institucional. Nos cansamos de no encontrar a Dios en sus cultos y en nuestra búsqueda encontramos que lo que muchas iglesias predican no tiene nada que ver con Dios.

También le doy la bienvenida a aquellos que critican con argumentos muy válidos al cristianismo colombiano y no comparten sus creencias. Esto quizá les ayude a entender mejor que nuestras contradicciones no tienen que nada que ver con el Dios se predica en las iglesias, ni con el que viven muchos religiosos.

Llevo ya muchos años preguntándome qué carajos le pasó a la iglesia cristiana evangélica en Colombia. Nos volvimos cristianos camanduleros, de carácter sumiso, ultraconservador y sin espíritu crítico. ¿Dónde se nos perdió el espíritu protestante? Contrario a nuestra esencia, nos convertimos en una amalgama paralizada frente a la injusticia, en donde la podredumbre y la oscuridad se quedaron a reinar, en lugar de ser la sal y la luz a las que fuimos llamados.

La indiferencia es un mal mortal que afecta a Colombia y que la iglesia cristiana dejó entrar a quedarse. Es una enfermedad autoinmune que ataca lo bueno con ferocidad mientras descuida la entrada de lo malo al cuerpo. A la justicia bíblica la llaman “comunismo” y a la violencia la llaman “mal necesario”. Se comieron completo el fruto del árbol del bien y el mal, y ahora ellos definen con criterio prestado de políticos corruptos y populistas, que es lo bueno y que es lo malo.

Tristemente veo como contrario al carácter del Dios bíblico, las iglesias en Colombia se dedican a mirar al país con la misma mirada de indiferencia y desdén del sacerdote y el levita en el camino a Jericó, cuando se encontraron con un hombre moribundo y casi desnudo en la parábola del buen Samaritano.

¿Quién es el hombre golpeado en la parábola? Pregunta Jesucristo. Nuestro prójimo, deberíamos responder. En nuestro contexto son los desplazados, pobres, viudas, huérfanos, adultos mayores, indígenas, estudiantes, trabajadores, etc., quienes sus derechos son violentados. ¿Quién es el buen Samaritano? Pregunta nuevamente. Es quien decide asumir el cuidado de su vida y sus derechos. Hay que recordar que los Samaritanos ante los ojos de los Fariseos (religiosos de la época), eran abominables escorias de pecado, los cuales ni el saludo merecían, según los Fariseos. Jesús aquí demostró que la labor de amor al prójimo acorde al corazón de Dios fue expresada por aquellos “sucios” y “pecadores” ante los ojos de los religiosos, pero paradójicamente justos ante los ojos de Dios. Muy interesante esto de leer la Biblia, porque pareciera sacado de un libro subversivo y comunista, según muchos mal llamados creyentes.

El sacerdote (pastor) y el levita (líder y participante religioso) que se encuentran con el hombre herido en la vía a Jericó, nuevamente son reflejados por aquellos llamados cristianos, que ven las injusticias hacia otros, pero prefieren no incomodarse, no ensuciarse la ropa o no alterar su horario de alabanza creyendo que lo que hacen dentro de sus templos es más importante. Quizá se les escurrió entre las letras el profeta Amós quien habló de parte de Dios a la Israel religiosa de su tiempo (muy similar a nuestras iglesias):

Detesto y aborrezco sus fiestas religiosas; No me agradan sus cultos solemnes. Aunque me traigan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré, ni prestaré atención a los sacrificios de comunión. Aleja de mí el bullicio de tus canciones; no quiero oír la música de tus cítaras. ¡Pero que fluya el derecho como las aguas, la justicia como arroyo inagotable! (Amos 5:21-24).

Sin embargo, ellos insisten en decir: “La Biblia no habla de marchas” o “hay que orar por las autoridades en vez de juzgarlas”. Y entonces dirán que Dios se equivocó al incluir esto en su libro: “¡Levanta la voz por los que no tiene voz!, ¡Defiende los derechos de los desposeídos!"(Prov. 31:8).

O de pronto el error de Dios aquí, cuando ustedes dicen que no debemos juzgar a nuestros gobernantes: “¡Ay de los que emiten decretos inocuos y publican edictos opresivos! Privan de sus derechos a los pobres, y no les hacen justicia a los oprimidos; hacen de las viudas su presa y saquean a los huérfanos” (Isaías 10:1-2).

¿Acaso la Biblia que tanto dicen leer no está llena de llamados a la acción? La obediencia se demuestra con acciones, así también como el amor. ¿Acaso Jesús se dedicó únicamente a orar para salvarnos? Para eso no le era necesario venir a este barrial que hicimos del mundo. ¿Acaso Moisés se escondió en su casa en el desierto a orar por la liberación de Egipto?, ¿acaso Martín Lutero se dedicó a orar y a esperar a que Dios actuara cuando vio la podredumbre religiosa y la falta de verdad Bíblica en la iglesia?

Con esto no quiero quitarle el peso que la oración tiene. De hecho, orar es fundamental para cualquier creyente. Precisamente creo que es verdadera oración lo que les hace falta a esos cristianos, porque si hablaran con Dios, o mejor, si lo dejaran hablar se darían cuenta de quién es él y lo que él quiere. Desde la oración es que nace la acción. Pero ciertamente esos cristianos a Dios no lo escuchan, no lo obedecen y peor aun, no lo conocen.

Porque de lo contrario, ¿dónde quedó entonces el amor del que hablan? ¿Acaso el amor no requiere acciones para ser verbo? Ese pasivismo pusilánime y facilista que se esconde detrás de los velos ceremoniales de “alabanzas”, solo deja en evidencia la indiferencia y falta de amor hacia el prójimo y la falta de obediencia a Dios. No hay excusa para la ignorancia. La Biblia la tienen en sus manos, pero no la leen y si la leen no la entienden. El amor es el eje fundamental del evangelio, y sin éste, no hay Dios ni evangelio verdaderos.

El profeta Isaías compartió la voz divina y Dios fue muy claro. Isaías, un verdadero profeta, a diferencia de los chamanes evangélicos que profetizan sus propios deseos, levantó su voz para recordarle al pueblo que se creía justo y santo (nótese la similitud con la actualidad), y les dijo lo contrario:

Denúnciale a mi pueblo sus rebeldías; sus pecados, a los descendientes de Jacob. Porque día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí, y hasta me reclaman: ¿para qué ayunamos si no lo tomas en cuenta? …

¿A eso llaman ustedes día de ayuno? ¿El día aceptable al Señor? El ayuno que he escogido, ¿no es mas bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura?

¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes? (Isaías 58).

Me pregunto dónde habrán quedado entonces los resultados de leer la Biblia, porque los escucho muy felices diciendo que esta debe volver a los colegios y al gobierno. ¡Una vez la Biblia la lean los muchos otros, ustedes serán los primeros juzgados por no cumplirla!

Si bien, las protestas y manifestaciones no son las únicas maneras de acción, permítanos entonces la pregunta: ¿Qué hacen como líderes, o como conciencia de la sociedad para defender y abogar por los más vulnerables? No se vale más decir que ustedes se dedican a defender la vida de niños no nacidos, porque hoy Colombia tiene miles de niños nacidos muriendo de desnutrición, precisamente en su mayoría debido a políticas injustas que les robaron a ellos y a sus familias sus derechos fundamentales. ¿Cómo aplican ustedes la escritura en este contexto? Porque si no la aplican, entonces no tienen ninguna autoridad moral para juzgar a nadie. Ustedes se profanan de ser morales, pero moralidad sin justicia y sin amor al prójimo no es moralidad, es pecado.

Cuando dicen “no marchar”, ¿entonces por qué salieron en masa a votar “no a la paz”?, ¿oración o acción? Por que el mensaje es una vez más contradictorio. Le hubieran hecho un favor al país si a la hora de votar se hubieran dedicado a orar. Sin embargo, de las mayores incongruencias que pueden existir, es un cristiano diciendo que un excombatiente de las Farc no merece perdón de Dios ni de la sociedad. ¿Les han preguntado a estos hombres y mujeres cómo se convirtieron en combatientes guerrilleros? Muchos fueron robados de sus casas desde niños y no tuvieron otra opción! Un Estado cómplice y culpable de negligencia y corrupción, que abandonó a estos niños y permitió todo tipo de barbaries en sus campos, es ese mismo Estado que ustedes respaldan porque según sus pastores Duque era un hombre de moral cristiana y de principios.

Dios ha sido muy claro:

Cuando levantan sus manos, yo aparto de ustedes mis ojos; aunque multipliquen sus oraciones, no las escucharé, pues tienen las manos llenas de sangre. ¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas¡ ¡Dejen de hacer el mal! Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan la viuda! (Isaías 1:15-17).

Nosotros tenemos una responsabilidad ante el mundo y es demostrar el corazón de Dios y su carácter y eso se hace a través de acciones. La oración es para buscar guía, pero la práctica es lo que cuenta como fe. Para eso estamos acá. No hay espacio para ser neutros. No es bíblico ni divino quedarnos callados o quietos, de hecho es contradictorio y contraproducente con Dios mismo, porque nos llamamos cristianos, pero no lo representamos.

Dios mira con desconcierto mientras ustedes usan su nombre para hacer disparates. A este gobierno lo eligieron ustedes, no Dios y en una democracia, nuestra obligación es mucho más grande porque tenemos la libertad y el deber de levantar la voz, de abogar por los derechos de los desposeídos, y de manifestar nuestro descontento. No aplican los versos del Apóstol Pablo de sometimiento a autoridades señores. Pablo estaba bajo una dictadura imperial, y quien protestaba lo mataban y su objetivo era salvar el mensaje del evangelio. Ese no es nuestro caso. Ustedes precisamente apoyan (sabiéndolo o sin saber) a quienes quieren llegar al extremo de criminalizar la democracia. Dilan, nuestro joven estudiante que murió asesinado por la policía, falleció tachado de rebelde cuando él pedía por su derecho a la educación y muchos de ustedes aplauden su juicio y suerte.

Espero que los muchos Dilan de Colombia nos perdonen. Él pedía educación y lo matamos. A quienes pedían guerra los aplaudimos y apoyamos. Que Dilan nos perdone cuando llegue al cielo y se dé cuenta que no debió estar solo defendiendo sus derechos. Debimos estar nosotros.

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