Quiero comprarle a la vida cinco centavitos de felicidad, mejor cambio de tercio no vaya y lleguen los de Sayco y Acinpro a cobrar. Dejo constancia de que mi profesora Imelda, sí, Imelda sin hache, hace ufff me enseñó que antes de p y b (larga decían) va m, pero como ellos se quedan con todo, pues hasta con las reglas ortográficas acaban. Mentira, no aplica porque como es sigla, entonces sigan recaudando en favor de nuestros artistas. Aunque lamentablemente todo se queda por el camino, pero su tarea es loable y toca entender que la parte administrativa cuesta, siquiera que les quede algo para ellos, porque pobre gente también, vea que ni a Julio Nava dejaron cantar sin pagar, y eso que era para ayudar a Mocoa, ahh mocosos esos.
Bueno lo anterior no venía al caso, pero como por hablar de alguien que es tan bueno, así luego digan que son calumnias, o comentarios de mala fe dicen otros; igual en Colombia los ricos se equivocan y los pobres roban, los magistrados sientan jurisprudencia y los jueces prevarican, los acreditados recomiendan y los demás trafican hasta con influencias, o sus ínfulas de influencias se castigan, ya tanto que digo que al mejor estilo cantinflesco, como digo una cosa pues digo otra; ¡ve creo que no era de él!, pero ni modo.
Como decían las extintas cartas, después de este corto saludo (de dos párrafos) paso a contarle lo siguiente: Estoy muy pero muy contento, satisfecho, orgulloso de ser un colombiano, pero orgulloso. No me cabe la cara de la dicha, es más tráiganme un aguardiente, un aguardiente de caña, de las cañas de mi Sayco y Acinpro. Quiero felicitar al Colegio de Notarios por ese logro tan importante, esa medalla de oro, ese podio luchado con trabajo, con verraquera, con ahínco y tesón, y sobre todo con el sudor de otros, que hoy permite a Colombia decir que tenemos el papel más caro del mundo, que del mundo, el papel más costoso del cosmos.
Quiero unirme a ese gran número de colombianos que día a día ven cómo, con gran esfuerzo y dedicación, los notarios recaudan sus irrisorios ingresos para contribuir al desarrollo del país, y sobre todo a la preservación del medio, cobrando tres mil quinientos pesos ($3.500) por cada hoja que ellos gentilmente y con manos laboriosas firman. Eso sí, para dar seguridad y confianza a los actos de nosotros los particulares, que a propósito necesitamos de un tercero para saber cómo nos llamamos y quienes somos.
En este momento quiero expresar mis más sentidas condolencias y sentimiento de pesar para con ese pueblo estadounidense y británico, entre otros, que no tienen notarios. Pobre de ellos que no tienen quien les dé fe de sus actos. Oiga, debe ser muy verraco que nadie les diga que están vivos (prueba de supervivencia), que nadie les certifique que se llaman Carlos o Juan, o Juan Carlos, o que les juramenten que viven con otro al lado o encima (bueno de vez en cuando).
Volviendo al tema, y para no extenderme más, es un verdadero abuso y despropósito que una hoja notarial, papel sellado o timbrado o como se llame, le cueste al usuario tres mil quinientos pesos ($3.500). Me estoy refiriendo solo al papel porque cada acto varía de acuerdo a una larga y significativa tarifa. A propósito, volviendo al tema de salirme del tema, ¿ha notado usted que nunca el 'dotor' don notario le ve a usted la tusta? Es por lo regular una señora o señor malhumorado que ni alza la jética y pone el sello y ya. Entonces como por qué no le pido el favor al vecino que además no me cobra, en verdad sí me conoce y sí puede dar fe de mí y de mis actos, y no un tercero que no me ve, que no sabe quién soy yo, y que sobre todo cobra una cifra desmedida por su firma, y eso sí es que firma.
Una hoja ordinaria pero con igual seguridad porque es bond puesta en las tiendas nacionales cuesta en promedio diecinueve pesos ($19). El negocio del supuesto papel de seguridad, que es un verdadero cartel y monopolio, del que solo una emisora intentó sin éxito denunciarlo, no digo el nombre pero está antes de la Y, está controlado por el Colegio de Notarios, quienes al mejor estilo piramidal perciben acaudalados ingresos con la excusa de brindar seguridad a los actos, a costillas de los usuarios. El uso de papel sellado o timbrado es un retroceso, es una involución a tiempos de la colonia, en donde se exigía el uso de un rimbombante pergamino para atribuirle mayor rigurosidad al acto con la diferencia que al menos ese documento tenía mayor trabajo y dedicación del que hoy nos impone el yugo notarial.
El escudo de una ingenua seguridad puede fácilmente derribarse asignado códigos de verificación como hacen en la actualidad la mayoría de entidades del estado, que indican una página web en donde con un PIN se verifica la autenticidad del escrito que consta en una hoja burda, ordinaria, normalita y sobre todo económica. Es por demás absurdo que frente a campañas en favor de la protección de 50 años de vida de un árbol que buscan al máximo disminuir la impresión de correos, documentos o archivos; las notarías utilicen arrumes de papel porque tienen en sus cajas registradoras marcado el signo pesos, a mayor volumen, más ingreso. Es inconcebible que hasta los recibos de servicios públicos, las copias de los documentos de identificación, entre otros, se protocolicen con la única finalidad de cobrar luego $3.500 por cada hoja. Es también por eso que el sello donde firma el notario o quien sabe quién por pura coincidencia lo dejan un una hoja aparte, porque son otros pesitos que suman y suman. Al usuario como perro de buseta solo le queda asentir con un sí entrecortado, o con un "bueno dotor, ustedes son los que saben". Bueno, saben, pero acabar con la naturaleza y con cualquier asomo de pudor.
La única diferencia entre el papel bond y el estrato mil es que uno es blanco, el otro rosado y lleva una leyenda: papel notarial para uso exclusivo en la escritura pública NO TIENE COSTO PARA EL USUARIO. Estamos tan acostumbrados al abuso que no leemos, y quienes leemos, preguntamos y recibimos la siguiente respuesta: El papel no tiene costo para usted, pero se le cobra por la copia y la autenticación. Entonces que nos entreguen el paquetico, le sacamos copia (por muy cara a cien pesos o bueno dos caras a doscientos) y la autenticación no gracias. Yo le digo al vecino o le pago directamente al funcionario de caja, que en ultimas fue a quien siempre vi, o mejor hago uso del principio de buena fe y quien me pregunte le digo que sí, que yo firmé, que por favor me crean, así como hacen los desamparados en donde no hay notarios.
Se dice que el papel aguanta todo, pero por favor no hay derecho que aguante tanto. No se compadece cobrar $3.500 por hoja, más con la situación particular de un asalariado o un trabajador informal, a quien un día de trabajo de darse contra el mundo le equivale a seis (6) hojas en promedio. Estos costos y una carga exagerada de trámites, impuestos y derechos obliga al ciudadano a no formalizar su propiedad porque le es más gravoso e impositivo. Desalentador resulta el hecho de que no vendrá cambio favorable alguno, al contrario el diseño estatal está configurado para fortalecer y aumentar las competencias de la función notarial. Ni el gobierno nacional y menos el legislativo intentarán reducir o alivianar las cargas, porque el interés general no es tan general cuando existen intereses económicos y políticos que sucumben ante la tentación. Por lo pronto, ya les aumentaron la edad de retiro forzoso hasta los 70 años. Me preocupa que no alcancen a disfrutar de la pensión o que no tengan para las copias en papel de seguridad.
