Mónica Uribe, la piloto que se volvió influencer en el aire

Mónica Uribe, la piloto que se volvió influencer en el aire

Mientras pilotea un avión de 180 pasajeros publica paisajes y amaneceres desde la cabina, con los que trasmite su gusto por volar y espanta el miedo de sus pasajeros

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febrero 17, 2023
Mónica Uribe, la piloto que se volvió influencer en el aire

En los 20 años que lleva volando aviones ha tenido solamente un par de sustos. El primero fue cuando iba de copiloto en un avión militar mientras estuvo en la Fuerza Aérea, de la que se graduó como subteniente con 22 años, hace 20. Estaba junto al piloto de la nave haciendo un vuelo de prueba de un avión espía DC3. La práctica era una maroma peligrosa en la que tenían que dejar caer la aeronave sin control alguno para luego recuperarla. Algo salió mal y perdieron toda maniobrabilidad. La aeronave giraba y giraba hacia tierra. Antes de lograr recuperar el avión y sacarlo de la estrellada, tanto ella como el piloto ya le habían pedido a Dios, tal vez unas cien veces, que ese no fuera el último de sus días. El miedo, mezclado con adrenalina, autocontrol y fuerza de sus brazos para empujar los timones fueron la mezcla para lograr hacer lo correcto en la delgada línea entre la vida y la muerte.

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La capitán Mónica Uribe es hoy una de las 103 mujeres pilotos de Avianca, la compañía aeronáutica más importante de Colombia. Hacen parte de un sector machista de casi mil hombres que pilotean las naves de la compañía. Ella se ha hecho reconocida en Twitter, en la que ya tiene más de 26 mil seguidores. Es la piloto con más seguidores del país. Por eso la llaman la piloto tuitera.

El segundo susto a bordo de un avión se dio hace varios años, cuando ya era piloto de Avianca. Era un vuelo de Cali a Medellín, con 180 pasajeros a bordo. Ella empezó a sentir un olor a quemado, a cortocircuito. Cuando su mente se estaba preguntado qué podría estar pasando, empezó a ver humo blanco dentro de la cabina y las alarmas empezaron a sonar, haciendo aún más intensa la preocupación. El aeropuerto más cercano era Armenia, pero había mal tiempo para descender. Pidió aterrizaje de emergencia y la pista más próxima era Pereira, a donde aterrizó sin problema alguno. Se había quemado un computador. El peligro lo aislaron siguiendo protocolos.

Sería falso decir que Mónica Uribe nació con pasión por los aviones y que toda la vida quiso ser piloto. El bichito de manejar un avión le llegó a los 16 años, mientras pensaba qué hacer de su vida. Faltaban unos meses para terminar el bachillerato en la Medellín de los años 90, y su colegio de monjas llevo a las niñas de último grado a la Academia antioqueña de aviación a una exposición para señoritas que quisieran ser azafatas en el Aeropuerto Olaya Herrera de la capital paisa. Quedó embelesada cuando vio que muy cerca parqueaban un Cessna 172, una avioneta pequeña de fabricación gringa, la primera que voló en su haber de piloto.

Mónica Uribe piloto

En su hoja de vida sobresalen sus 10 mil horas de vuelo, cinco mil de ellas como comandante de un gigante Airbus 320 de 180 pasajeros que transporta día a día, pasión que alterna con tomar fotos para sus redes sociales que ya completan más de 26 mil seguidores.

Tampoco fue su sueño ser militar. Hizo carrera en la Fuerza Aérea porque era el mejor camino para lograr ser piloto. En su casa, en Medellín, no tenían para pagar una carrera de piloto comercial, que al día de hoy está alrededor de los 200 millones de pesos. Presentó de afán los documentos de inscripción. Era el tercer contingente de mujeres que aceptaban en la Fuerza Aérea  para ser pilotos militares. La noticia de su aceptación se la dieron el 2 de diciembre de 1998. La carrera militar la hizo en Cali, en la escuela Marco Fidel Suárez. Se graduó como subteniente en 2002. De las 13 mujeres que ingresaron a la escuela, solo se graduaron cuatro como pilotos.

Luego de graduada la siguieron entrenando con el más pequeño de los aviones que tenía la Fuerza Aérea, un Mentor T34, aviones de una hélice que tenían en la base de Cali, a donde fue asignada. Luego llegó a Catam, en Bogotá, donde la dejaron a cargo de la sala VIP, por donde salían de viaje los altos funcionarios del país. Estando allí voló un Cheyene PA 42 turbo hélice, un avión de pasajeros con el que encontró la emoción y el interés de su vida: transportar pasajeros y despegar y aterrizar en distintas pistas. Con este avión movilizó a ministros y varias veces a Lina Moreno de Uribe, esposa del entonces presidente Álvaro Uribe. También voló al ministro de protección social Juan Luis Londoño, quien meses después murió precisamente en accidente aéreo en el monte San Isidro en el Tolima.

Mónica Uribe

La piloto Mónica Uribe completó 15 años en Avianca y 20 como piloto, desde que salió graduada como subteniente de la Fuerza Aérea.

La sacaron de Catam y la pusieron en vuelos de inteligencia con el DC3, con el cual volaban por más de seis horas buscando objetivos. A veces encontraban campamentos de la guerrilla y disparaban desde el aire. Pero para ella fueron vuelos sin interés. Aunque estaba feliz porque el cielo se convirtió en su oficina, a su trabajo como militar le faltaba emoción. Pidió la baja a mitad de 2007. Llegó a Avianca en diciembre del mismo año. El año pasado le celebraron los 15 años como capitán de la aerolínea colombiana. En su historia como piloto ha volado diez aviones distintos. Hoy es la comandante de un Airbus 320 con capacidad para 180 pasajeros. Tiene en su hoja de vida diez mil horas de vuelo, la mitad de ellos como comandante.

Su faceta de tuitera la empezó en 2012. La intención del momento, que ha mantenido firme, es mostrar los paisajes que desde la cabina del avión se pueden divisar, vista que pocos tienen. “mostrar lo que otros no pueden ver”, lo dice con un tufo de orgullo desde las oficinas de Avianca que quedan en el primer piso del aeropuerto. El sumar y sumar seguidores ha sido la gran motivación para seguir buscando a través de sus gigantes ventanales los paisajes que pocos pueden ver. Hoy tiene 26 mil seguidores. Un gran número que la misma compañía está empezando a ver con interés.

Le gusta volar a Pasto porque es un aterrizaje complicado con vientos que no lo hacen fácil. Le gustan las cosas difíciles. Le gusta lo que hace. Le gusta poner pasajeros en diferentes aeropuertos del país y ahora, mientras lo hace, le gusta ser una celebridad en Twitter, plataforma en la que muestra lo que otros no ven y en la que además muestra que las mujeres como ella están hechas para asumir cualquier reto, como el volar y aterrizar un aparato de 77 toneladas con casi 200 pasajeros a bordo que se sienten extrañados que una mujer sea su comandante.

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