La decadente mina de Coscuez que el indio Dev Shett convirtió en la más grande del mundo

La decadente mina de Coscuez que el indio Dev Shett convirtió en la más grande del mundo

Le compró al exsocio de Víctor Carranza una explotación que estaba casi abandonada y con buena suerte y tecnología tendrá esmeraldas de gran calidad por 125 años

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junio 06, 2023
La decadente mina de Coscuez que el indio Dev Shett convirtió en la más grande del mundo

Ser dueño y socio de la mina de esmeraldas Coscuez, fue –hasta hace muy poco– caminar con una sentencia de muerte pegada en la espalda. Los veteranos esmeralderos de Boyacá que se hicieron poderosos entre los años 60 y 80, y que a las malas se hicieron llamar patrones y zares, querían quedarse con ese pedazo de montaña y con el papel firmado por el gobierno de turno que daba el permiso para sacar de la tierra las piedras verdes. Lo intentaron a bala y sangre. En aquellos años hubo más de cuatro mil muertos. Se le llamó la guerra verde.

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Después de firmar en 1990 una paz frágil para acabar con la matazón, los mismos esmeralderos que se mandaban asesinar con sicarios, compartieron porcentajes en algunas de sus minas como muestra de buena voluntad. Varios terminaron siendo dueños de Coscuez y de Muzo, donde mandaba el Zar Víctor Carranza. Las falsas amistades duraron solo un par de años. Los muertos atiborrados de balas volvieron a aparecer.

Debilitado Carranza con un cáncer de próstata que terminó matándolo un año después y muertos otros capos esmeralderos de familias poderosas como los Rincón y los Triana, dos hombres muy cercanos al zar de Muzo se quedaron con la mina Coscuez: Jesús Hernando Sánchez, heredero de Carranza, y Luis Murcia. Los dos esmeralderos eran muy conocidos en Boyacá y eran de aquellos que se sabían hacer respetar.

La sombra de la muerte sobre Coscuez volvió cuando Sánchez y Murcia se hicieron dueños de aquella mina. Jesús Hernando Sánchez, el más poderoso de los dos, fue el primero en recibir el aviso de la muerte. El 9 de octubre de 2012, a las 5:04 de la tarde le tocó el turno.

Esmeralderos colombianos
Luis Murcia, asesinado en 2014 en su finca en Cundimarca, y Jesús Hernando Sánchez, quien se quedó con la mayoría de minas de Víctor Carranza se quedaron con la mina de Coscuez, la que pronto será la mina de esmeraldas más grande del mundo.

Ese día y a esa hora Jesús Hernando Sánchez era el único cliente en el lujoso local de ropa del norte de Bogotá. Estaba solo porque un minuto antes había despachado a su escolta. Estaba entretenido frente al gigante espejo midiéndose una chaqueta de cuero. No vio cuando Edgar Ortiz, un sicario al mando del esmeraldero Horacio Triana, enemigo suyo en negocios, entró a la tienda y empezó a dispararle por la espalda. Fueron once tiros en cinco segundos. Los nueve que penetraron su cuerpo no lo mataron, pero fueron suficientes para mandarlo a estado de coma en el que permaneció dos meses. Perdió un ojo y un riñón, pero sobrevivió.

Luis Murcia, el otro dueño de la mina, no contó con la misma suerte que su socio. El ataque en su contra se dio dos años después. Lo mataron en su propia finca a mediados de agosto de 2104. Su cuerpo baleado siete veces, al parecer por orden del esmeraldero Pedro Nel Rincón, conocido como Pedro Orejas, fue recogido por sus escoltas entre el cafetal de una finca donde estaba negociando unos gallos de pelea, en Arbeláez, Cundinamarca.

Tras el asesinato de Triana, sus herederos le vendieron a Jesús Hernando Sánchez la parte de sus negocios mineros, lo que lo llevó a ser amo y señor de la mina Coscuez. Con la compra de esta mina y otras que fue adquiriendo a través de sus empresas mineras, Sánchez se convirtió en lo que siempre quiso ser, el esmeraldero más grande del país. El nuevo zar.

Esmeraldas de colombia
El empresario de origen indio Dev Shett le compró la mina de Coscuez al esmeraldero Jesús Hernando Sánchez en 2017 por USD$15 mil millones de dólares.

A finales de 2016 le llegó una oferta que lo puso a pensar. El empresario Indio Dev Shett, a quien conocía de años atrás, por cuenta de otros negocios con piedras preciosas, le ofreció una buena suma de dinero por la mina, que puesta en sus manos cayó en decadencia. Sánchez le prestó atención a otros negocios, dejando a Coscuez a la deriva.

Shett, un experto en recuperar minas de piedras preciosas abandonadas y casi muertas, tal como estaba Coscuez, vio futuro en el descuidado yacimiento. Después de seis meses de negociación, la mina de 50 hectáreas que carga una historia sangrienta detrás y que dejó miles de muertos tenía un nuevo dueño: el indio Dev Shett se hizo con el 76% y el control de la gigante mina. Jesús Hernando Sánchez se quedó con el 24 restante. El negocio se cerró a mediados de 2017 por 15.3 millones de dólares.

Dev Shett sabía bien lo que había comprado. Conoce el negocio como pocos en el mundo. Empezó como empleado de la minera Gemfields con la que aprendió a recuperar minas quebradas en el África. Una situación parecida a la de Coscuez. En 2009 revivió una mina de esmeraldas en Zambia que estaba en bancarrota. Con un capital ajustado le dio vuelta a la operación y la convirtió en la mina de esmeraldas más grande del mundo. Un par de años después hizo lo mismo en Mozambique con una mina de rubíes que le pertenecía a la misma empresa minera a la que renunció a finales de 2016 para convertirse en empresario minero.

Con el control de Coscuez, el indio, quien traía la experiencia y llegaba con millones para invertir, no tardó en iniciar el proceso de recuperación. La inyección de USD$100 millones pronto empezaría a dar sus resultados. Su meta era convertirla en la más productiva del mundo y para lograrlo tenía que entrar con paso firme. Enfrentó a guaqueros que estaban aprovechando el descuido en el que Sánchez tenía la mina. Organizó las cuadrillas de trabajo y legalizó a todos los mineros. Modernizó la estructura de la vieja mina que ha hecho millonarios a más de uno y contrató a casi mil mineros. No actuaba por su cuenta, contaba con el respaldo de Fura Gems, una compañía fundada en 2016 en los Emiratos Árabes junto a su esposa. Puso a volar el negocio.

La empresa Fura Gems de propiedad de Dev Shett y su esposa, fue fundada en Emiratos Árabes. En la mina de Coscuez, ubicada en el centro de Boyacá, tiene al menos 800 empleados.

Tras organizar la casa los mineros de Shett empezaron a sacar piedras verdes de la tierra. Durante tres años, atravesados por la pandemia del Covid-19, el equipo del indio logró extraer miles de quilates. Sin pulir una sola gema puso a la venta más de cien mil quilates en subasta privada con clientes de Colombia, Estados Unidos, Hong Kong, India, Israel y Alemania. La subasta se hizo en dos partes, la primera en Dubai y luego en Bogotá. Fue un éxito, al igual que la segunda, que se hizo del tres al diez de abril de 2022 en los Emiratos Árabes Unidos y la tercera que se hizo en Bangkok.

El éxito de las subastas, que colocaron a la mina en el radar mundial, fue la recompensa a su fe puesta en Coscuez, que le entregó miles de quilates durante los trabajos de adecuación y exploración que duraron alrededor de cinco años. Los resultados confirmaron lo que todos los esmeralderos que se mataban por Coscuez sabían. El depósito de esmeraldas bajo Coscuez es enorme. Encontraron una reserva de esmeraldas para 125 años de trabajo. Dev Shett logró tener la cantera de gemas verdes más grande del mundo y convertirse así en el zar de las esmeraldas a nivel mundial con la misma mina que desató la sangrienta guerra verde.

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