El asunto es más o menos así: con el bogotazo del 9 de abril de 1948 Colombia entró en una nueva espiral de sangre, digo nueva porque ya llevábamos matándonos entre sí desde la Guerra de los Mil Días o antes si se quiere, el caso es que a partir de esa fecha se nos estalló el fusible y la gente del interior que parecía apacible y rezandera se les salió el demonio -bueno, lo primero que hicieron para que pasara eso fue saquear las licoreras- y ya borrachos empezó oficialmente la violencia del siglo XX.
En Boyacá ya para el siguiente año, por ejemplo, “los ríos se volvieron rojos” producto de las masacres en los pueblos entre godos y liberales, igual sucedió en Tolima y Santander, trago por montones y decapitaciones en igual número.
Lo que pasa en el Senado de un país refleja cómo está esa nación en ese momento
Obviamente en la Cámara de Representantes se reflejaba a su propia escala semejante ambiente, Laureano Gómez hablaba de “la acción intrépida y el atentado personal” y existía como genial idea un bar subterráneo en pleno recinto, además de permitir hasta cierto punto el ingreso de armas al templo de la democracia.

Mi abuelo Carlos del Castillo (ver imagen) era representante por Boyacá del Partido Conservador y el 7-8 de sept de 1949 se debatía el proyecto de contrarreforma electoral. Esa noche del 7 de sept Gustavo Jiménez Jiménez (liberal) daba su primer discurso frente a dicha corporación. Celebraba su debut minutos después con unas copas en el mencionado bar.
Los honorables representantes entran a sesionar ligeramente borrachos y además armados ¿Qué podría salir mal?
El presidente de la Cámara de ese momento Turbay Ayala —el del recordado estatuto de seguridad— levanta la sesión antes de la media noche para reanudarla 15 minutos después. Es decir, el 8 de sept a las 00:05. Entonces Carlos volvió a ocupar tribuna, conversó unos minutos con el representante por Antioquia Lázaro Restrepo y después interpeló a sus colegas liberales en especial a Ferro, un chiquinquireño a lo que Jiménez trata de intervenir, y Del Castillo le responde:
"Observo que su señoría tiene la intención de interpelarme, yo le rogaría que lo hiciera en la forma viril y franca como lo hacen los boyacenses".
Jiménez entonces le responde:
"Conocí a su padre, pero él no se llamaba 'Del Castillo', sino Juan Castillo. Y usted no es Castillo Izasa, sino Castillo Saza". Con pleno dominio de la tensión mi abuelo responde "Soy hijo de campesinos humildes, pero no soy hijo natural como su señoría" y apunta el revólver… hacia Jiménez que intenta salirse de la hilera de sillas para llegar al corredor demorándose en sacar su revólver. Durante 5 min ráfagas de disparos suenan de forma ininterrumpida. 48 pistolas accionándose hasta vaciar sus cargas, todos andaban armados, no hubo ningún control de ingreso de armas al recinto y todos disparaban agazapados desde el suelo.
Pasada la balacera Jiménez queda muerto y un testigo cuenta que le buscó el orificio de bala y encontró que estaba ubicada en la base del cuello, y también entendió que había sido con pistola, Carlos tenía revolver en ese momento, esa versión que entregó descartó a mi abuelo como el asesino, pero igual nunca se supo quien le causó la muerte a Jiménez.
A Carlos después de este incidente le cayó la roya o maldición política, terminó sus días de senador en la Anapo, desencantado y desengañado del glorioso Partido Conservador y armó nueva familia con otra mujer.
Se ven de vez en cuando en noticias grescas parecidas en países de la antigua Cortina de Hierro, o Asia, a puño limpio y obvio sin armas de fuego, por eso digamos que fue único el incidente, -esta semana hubo graves disturbios con bombas de humo, bengalas y peleas en el parlamento de Serbia- y también por eso hace un par de años Angélica Lozano, un poco presa del pánico por una zafra les recordó a todos la balacera para ver si se calmaban.
Pero si hoy día un senador le dice al otro que no es hijo legitimo sino natural, pues la reacción sería de no comprender el insulto o le daría risa, en 2025 entonces podría ser:
- ¡Usted es un bodeguero pagado con los impuestos de los colombianos!
- ¡Más bodeguero será su madre!
Tiempos e insultos diferentes pero la misma ira, es simplemente sintonizar el canal del Congreso para constatarlo.
Ahora bien, todo lo anterior no lo cuento con orgullo porque es una parte vergonzosa de la historia de Colombia, lo cuento porque se siente extraño haber tenido un clon mío en esos años -mi familia dice que soy una fotocopia- y nunca lo conocí, no hay ninguna memoria que manchar o limpiar acerca de Carlos del Castillo, y menos vacíos o carencias afectivas, tuve dos abuelas y un abuelo paterno que me dieron todo el cariño que pudieron y también todas esas cosas que deben darle los abuelos a los nietos: mi primera bicicleta, billeticos pasados a mi subrepticiamente de vez en cuando para ir a jugar maquinitas a Unicentro, en fin.
Lo que sí sé es que cuando él supo de mi existencia -fui su primer nieto- le importó un carajo conocerme, entonces ahora me toca preguntar de que murió para saber que regalitos me dejó, -léase enfermedades hereditarias- pero toda esta columna puede ser también un gran “qud pro quo” (algo a cambio de algo) y como nunca hubo nada entonces digamos que, Abuelo Carlos, fue un placer nunca haberlo conocido.
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