Meditaciones de un joven bachiller

Meditaciones de un joven bachiller

Reflexión sobre las oportunidades laborales en Colombia

Por: Libardo García Gallego
mayo 06, 2015
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Meditaciones de un joven bachiller
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Un niño de 17 años ad portas de terminar el ciclo de enseñanza secundaria empieza a pensar en la vida que le espera apenas llegue a la mayoría de edad.

Si es hijo de papi y mami la ve fácil porque tiene la oportunidad de cursar una carrera de su gusto (medicina, mecatrónica, ingeniería de sistemas, diplomacia o Rrlaciones internacionales, etc.) en una Universidad Privada extranjera, preferiblemente, en Japón, Europa o Estados Unidos, o al menos en una colombiana que tenga sede en una de las cinco principales ciudades. A él no le preocupa la libreta militar porque sus padres se la comprarán cuando pase el sorteo.

Pero si se trata de un jovencito de estrato 1 o 2 el dulce se le pone a mordiscos. ¿Por qué? Porque sus padres carecen de recursos para matricularlo en una universidad, inclusive oficial y de provincia. Sus padres esperan que empiece a trabajar y que, posteriormente, se pague sus estudios. Piensa en el SENA como una alternativa para la consecución de un “buen” empleo, pues por algo se le conoce al SENA como la “universidad de los pobres”.

Tiene otras alternativas: si resulta apto para el servicio militar puede irse a pagarlo. Así, al término de dos años, puede convertirse en soldado profesional, cuyo sueldo de ingreso es superior en mucho a un salario mínimo. También tiene la posibilidad de irse a pagar el servicio a la Policía Nacional, y ya con la libreta en mano, es fácil conseguir empleo de celador; en todo caso, ya ha cumplido el requisito que le abre las puertas laborales. No le interesa ni poquito la recomendación de invocar el derecho a la objeción de conciencia para eludir la obligación del servicio militar.

Ante la bondad o no de pagar el servicio militar obligatorio sabe muy poco. Ingenuamente cree que el soldado defiende la patria, que se sacrifica por todos los compatriotas; nunca ha oído hablar del ejército como “aparato ideológico del Estado”, ni sabe que la historia universal es la “historia de la lucha de clases”; no entiende por qué “los proletarios lo único que tienen para perder son sus cadenas”; le parece que el mejor sistema económico, político y social es el capitalismo porque es un sistema donde se compite por todo, y allí los campeones, los mejores, obtienen jugosas ganancias y premios, además de medallas de oro, plata y cobre.

Una de las trampas burguesas consiste en sembrar en los adolescentes la ilusión de un empleo fijo y bien remunerado al término del pago del servicio militar, lo cual equivale a un chantaje. De ahí los dichos inspirados en él: “Es muy fácil hacer la guerra con los hijos ajenos”, “de todos los esclavos, el que defiende al amo es el más cobarde”.

Esta situación sirve para demostrar la desigualdad social que permite exonerar a los ricos de la obligación militar, pues estos pueden comprar la libreta, mientras que a los pobres no les queda otra opción que ir a enfrentarse a otros pobres, a personas de igual condición social, pero conscientes de que luchan por derribar el sistema capitalista y construir uno donde exista justicia social. Aquellos quienes son calificados de “terroristas” por la clase gobernante.

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