Marino Millán: "El hombre de los mil ojos"

Marino Millán: "El hombre de los mil ojos"

Crece la saga literaria de Millán y lo hace con “El hombre de los mil ojos”, su primera novela de largo aliento. Se mantiene fiel al renacer de la novela negra

Por: Fabio Larrahondo Viáfara
mayo 08, 2023
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Marino Millán:

A Marino Millán hay que aprender a leerlo, porque cualquier detalle que se deje pasar puede resultar clave para comprender el desenlace de los nudos parciales y del gran nudo final de sus relatos, en este caso la novela “El hombre de los mil ojos”.

Se trata de la cuarta producción en línea de este reconocido periodista que ha empezado a subir rápido y seguro por la escalinata de los escritores en Colombia y más allá de nuestras fronteras, porque sus libros ya hicieron escala en Estados Unidos.

La tendencia de esta novela ficción queda al descubierto desde el diseño de la carátula del libro: un niño entre las telas de una gigantesca araña; todo en blanco y negro, al buen estilo de la presentación de “La novela negra”, donde lo policíaco, el misterio, lo sórdido, el sexo y las relaciones con énfasis en la carga humana, se dejan sentir a lo largo del escrito.

Esta es su primera novela de largo aliento y con ella rompe con su costumbre de ofrecer trilogías de relatos independientes en sus libros. Así lo leímos o lo pueden leer en “Mis errantes vivencias” (2020); “Pasiones condenadas” (2021) y “Vidas en trance” (2022).

La secuencia planteada no obedece a cadenas de hechos o inspiraciones en ese orden, siento que obedece más a la necesidad de gritar a través de la escritura, de romper encierros propios de la pandemia por el Covid 19 y aquel alzamiento social acompañado de un paro nacional.

Por lo anterior me palpita que, siendo un observador del entorno, la realidad social y la condición humana, Marino Millán, por el momento, nos está debiendo una novela o una trilogía de historias en el marco de la pandemia, donde miles perdieron sus seres queridos y ni siquiera los pudieron despedir porque fueron cremados, a solas. Solo recibieron cenizas, a solas… y los lloraron, a solas… y llevan el vacío, a solas…

Dejemos de lado la tarea pendiente y retomemos a “El hombre de los mil ojos”, que llega como el hijo mayor de la saga del autor, sin que ello signifique el cierre de su estilo, por el contrario, al terminar el libro lo percibí más depurado y ambicioso en la puesta en escena de cada cuadro componente de su narrativa… y con alas para seguir volando.

Y hablando de estilo lo invito a seguir eliminando explicaciones en algunas posiciones asumidas o esgrimidas, porque el escritor siempre ha sido a lo largo de la historia una persona detonante de pasiones, controversias y hasta de posiciones sociales, por eso en la escritura quedan las huellas de las épocas, de las tendencias y de las sociedades. Entre las páginas de los libros hay múltiples epistemes que se disfrutan al descubrirlas.

Las miradas múltiples

Esta novela, en su proceso de escritura y edición, especialmente en los ajustes o revisiones finales que nunca sobran, seguramente Marino Millán lo hizo con la tristeza a flor de piel ante el fallecimiento de su señora madre, por eso no me extraña su dedicatoria:

-      “Dedicado a la memoria de madre: Mercedes Moscos de Millán. 30 de septiembre de 1934 (Pitalito, Huila), 13 de mayo de 2022. (Cali, Valle)”.

 

Y fue ella, precisamente, me contó en un diciembre Marino (excusas por el tuteo), quien lo incitó a publicar escritos que mantenía arrumados “por ahí”. Doña Mercedes le dijo: “haga algo con todo eso…” y así fue, por lo menos ya van cuatro libros.

Cuando terminé de leerlo comprendí por qué incluyó un pensamiento del iluminado y controversial Jorge Luis Borges, a quien le negaron el Nobel por posturas políticas: “La muerte es una vida vivida. La muerte es una vida que viene”. Esto se siente a lo largo de la novela y para el lector “El hombre de los mil ojos” termina teniendo muchos más.

Cuando hablo de muchos ojos más me refiero “a los modos de ver”, porque en la novela se ofrecen pistas que luego tratan de borrarlas, pero no alcanzan a desaparecerlas y son esas huellas las que tejen, cuan filigranas, la senda hacia el final.

Todo gira a un niño que se convierte en testigo de excepción de un asesinato a primera vista casual. Bajo una mesa, miado del susto, ve la cara al criminal, quien lo descubre, le apunta entre las cejas y le dice que al cumplir 18 años lo matará, pues no quiere testigos…

Mal haría en contarles el transcurrir de la historia, pero sí les puedo decir que el lector termina convertido en investigador, en miembro del equipo contratado para evitar que el asesino cumpla su promesa y que se vuelve más apremiante a medida que los años van pasando y el plazo se acorta.

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