Los animales y el silencio de dios
Opinión

Los animales y el silencio de dios

Por:
julio 13, 2015
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

En un reciente viaje viví dos experiencias profundamente dolorosas.

La primera de ellas en una mañana más o menos tranquila, en los alrededores del mercado del lugar que visitaba, cuando un motociclista arrolló a uno de dos gatos que cruzaron desprevenidamente la calle.

El momento, que inicialmente podría no calificarse más que como una desafortunada coincidencia, se me marcó como un fotograma trágico por la indiferencia del motociclista que tras el incidente se alejó entre carcajadas repulsivas, sin detenerse siquiera, por el casi unánime desinterés de la gente y por la actitud de perplejidad y pánico que entreví en el gato que sobrevivió y que acompañaba a su compañero agonizante.

La segunda en una ciudad diferente. Un grupo de adultos se divertía correteando y acorralando una pobre gata, burlándose de la forma en que corría por la singular condición de tener solo tres patas: de la cuarta solo quedaba un pequeño muñón como testigo de una reciente amputación.

Debo confesar que si bien por años he acumulado sobrados argumentos para sostener la inexistencia de un dios omnipotente y bueno, en los tiempos recientes uno de ellos pesa más que los otros y domina el escenario de mi argumentación y mi sensación: el sufrimiento de los animales.

El sufrimiento humano, desde la retorcida perspectiva de los tres monoteísmos, es consecuencia de la maldad del hombre: un castigo por la desobediencia a dios.
Resulta por completo cuestionable la bondad de un padre que dice a su hijo “haz lo que quieras” y luego lo condena por hacerlo, pero quien quiera adoptar un padre así, está en todo su derecho. Y millones lo hacen: justifican el dolor en el mundo y acogen como bueno a un dios que podría, por ejemplo, sanar a los niños con cáncer, pero decide no hacerlo porque sus padres cometieron pecados. (¡Vaya rey de la perversidad!).

Pero si existe un dolor injustificado, inútil, vano, estéril, innecesario, es el dolor de los animales. Y me refiero no al dolor derivado de las luchas por la supervivencia y la cadena alimenticia. Hablo del dolor infringido a los animales por el hombre. Ese hombre que dios parece interesadísimo en corregir y poner en cintura, pero ante cuyas atrocidades contra los animales se enfrenta con el más vergonzoso silencio.

A los rinocerontes se les asesina por sus cuernos. El toreo se sigue defendiendo por muchos como una expresión artística. En la costa colombiana los chicos queman gatos vivos. La gente entrena perros para que se destrocen en peleas.
Para mí queda claro: tal vez exista ese dios, pero si, pudiendo evitarlo, permite el calvario que a diario sufren los animales de manos de los hombres, es un cabrón miserable que no merece el más mínimo respeto.

Sigue a Las2orillas.co en Google News
-.
0

Sobre mi despedida de Las2Orillas

Usted lo ha dicho, don Juan

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus
--Publicidad--