Las pifias de la última columna de Armando Montenegro

Las pifias de la última columna de Armando Montenegro

En su columna, Montenegro habla sobre la transformación del campo y lo que a su manera de ver sería una buena política agraria. Un ciudadano lo critica

Por: Carlos
febrero 01, 2022
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Las pifias de la última columna de Armando Montenegro

Es impresionante la forma como la oligarquía se está tomando la posible ascensión de Petro. ¡Y  sin que haya ganado, elevan sus manos y se mesan los cabellos como si estuvieran realmente desesperados. Puro teatro cómico.

Es posible que se acerque el fin, al fin, del reinado del neoliberalismo en Colombia y, cosa curiosa, el más calmado parece ser César Gaviria. “No me molesta que el candidato Petro invoque jefes liberales en su campaña política porque su mención lo acerca a los gobiernos liberales, como símbolos de cambios profundos y verdaderos”. Y es indudable que López Pumarejo fue el primero que se olió el tocino y pregonó su Revolución en Marcha, cual premonición del Estado de Bienestar. ¿Será que Gaviria se le mide a la Marcha de la Revolución?

Gaviria pudiera ser el tipo más arrepentido en Colombia de haber dado el triple salto mortal con avance del cuerpo hacia adelante para caer parado en una embajada de momias.

No ahorra epítetos contra el gobierno. No es emocionante. Gaviria es el político más avezado y, por lo tanto, más mentiroso del país. ¡Ojo, eso es un pleonasmo! Está que se relame por realizar su próxima gran cagada. Solo es igualado en deposiciones olorosas por Uribe y su bancada, volantiando, ofreciéndose cual mártir, el tránsito insólito al neoclientelismo turbayista.

Quien mejor muestra la desesperación oligárquica contenida en estas frases  que copio de la columna intitulada Extrañas Alianzas, es lo firmado por el neoliberal Armando Montenegro, íntimo de Gaviria; dice oponiéndose a Petro:

“(…) Por fortuna, el país cuenta, desde hace algunos años, con numerosos estudios valiosos que señalan el camino de las políticas públicas en materia de transformación del campo. Ellos coinciden en que se requiere de una dinámica política de desarrollo productivo, con énfasis en innovación, investigación, transferencia de conocimiento y tecnología; la conectividad de las zonas rurales con los centros de consumo, por medio de vías secundarias y terciarias, así como la extensión de redes digitales; y la solución definitiva de los agudos problemas de los derechos de propiedad que impiden la inversión y el despegue de una agricultura moderna en Colombia, un hecho dramático, por ejemplo en la altillanura”.

Esa larga frase es un dechado de vacuidad total. Generalidades intonsas. Baba revuelta con moco verde de ese que sorben los niños. Pero hay algo peor, ¿desde cuándo no se ha venido diciendo lo mismo? Precisamente por eso están sonando las campanas: tuvieron los estudios, pudieron implementarlos y siempre salieron con un chorro de babas. ¿Cuántos CONPES no hablan de lo mismo? De alguna manera hicieron lo contrario de lo que lo que ahora están diciendo: Y ahora vienen por mí/ Pero ya es demasiado tarde, acotaría el inmortal Bertold Brecht.  Es más, la reciente experiencia del GEA demuestra hasta la saciedad más grotesca o más refinada, que ni siquiera en la gestión financiera pudieron defender las fronteras del capital. Lo más selecto de su oligarquía financiera estaría ya en manos de los jeques árabes comandados por Gilinski.

Y entonces estarían a punto de perder hacha, calabazo y miel y no pueden decir que no lo tienen bien merecido. Y ahora están apelotonados en el Tour de Francia, ¡oh!, Ingrid, lejos de la punta.

Prueba irrefutable de ello, es lo que escupe Gaviria refiriéndose a Duque ese mismo domingo pero en El Tiempo en entrevista con Yamid Amad.

“(…) Decir que el gobierno actual es malo es insuficiente” ¡Mierda al zarzo! Y más adelante agrega, como si estuviera contestando a la retahíla de promesas de Montenegro: “Es un mal gobierno dedicado a la propaganda y las promesas de lo que haría el próximo gobierno. La realidad no se va a cambiar con anuncios y publicidad” ¡Qué repuesta, Montenegro! ¡Tu antiguo jefe! Cógete ese trompo en la uña.

Además, hay que detenerse a pensar en el peligro que significa lo soterrado de las advertencias de Montenegro. “La solución definitiva a los agudos problemas de propiedad que impiden la inversión y el despegue de una agricultura moderna en Colombia…”.

¿Serán reminiscencias de la llamada Solución Final, de algún otro personaje tenebroso, asesino global de marras? ¿Montenegro quiere más falsos positivos? Y si no, qué es lo que insinúa.

Durante el gobierno Santos se abrieron supuestas puertas para adquirir maquinaria con préstamos del gobierno. Y saben qué: precisamente coincidió con la subida el dólar. Querían que los campesinos se endeudaran con un dólar caro. Eso se llama subir los aranceles pero, quién compra maquinaria si luego, con la destorcida, ya no puede venderlos. ¿Y cuánto quedaba costando la hora de máquina? Y ahora, con mano de obra por las nubes, cómo hace el productor campesino para obtener productividad, incluso con su propia mano de obra, con un jornal de $60.000.oo diarios pues es sabido que el campesino nuestro no trabaja ocho horas en muchas zonas del país. No tiene ni la alimentación ni el cuerpo para soportar la pesada carga del trabajo a pleno sol; y sin embargo son quienes siguen poniendo los fríjoles en nuestra mesa.

Y luego debería vender al menudeo pues los intermediarios pelechan por doquier y él está endeudado; pero en la ciudad la nota es distinta: ningún vendedor ambulante ofrece menos de veinte plátanos o cincuenta limones. Hasta en la televisión venden en tándem o si no ¿qué son las series de Netflix?

En cambio, Montenegro descubre el agua tibia prometiendo ahora así: “(…) innovación, investigación (…)

Pero Montenegro, si tuvieron todo el tiempo del mundo para hacerlo. Es más, ni siquiera damos la talla para importar la que ya existe y a cuya compra no podemos acceder: existen tractores robóticos que hacen la topografía, aran, rastrillan, siembran, siegan, empacan, etcétera. Pero no podemos comprarlos Montenegro. ¡Ay! Y es que este debate cuántas veces no se ha realizado en los foros de productores campesinos. Finagro no sirve, Montenegro. Está tejido para servir los intereses del capital financiero.

Y ahora es cuando Montenegro propone que va a innovar e investigar. ¡No me crea tan pendejo!

Y como si eso fuera fácil y la respuesta estuviera en manipular cifras.

Montenegro lee en alguna parte que no nos dice y luego se horroriza ante una eventual “alianza transitoria entre la llamada burguesía nacional y las fuerzas progresistas contra el “imperialismo”. Pero, entonces qué ha sido lo que puso a China al frente del mundo luego de demostrar Mao Tse Tung que el “imperialismo es un tigre de papel”. Y Deng Tsiao Ping soltó otro nudo sin hacer daño y por ahí va el cuento. Y ya están haciendo grandes inversiones en 6G mientras nosotros no llegamos ni a la cuarta.

Pero si no le gusta, qué alternativo propone que no sea la histrionía neoliberal que denuncia Byung Chul Han. Montenegro está caído del zarzo.

Mire ,Montenegro, vamos ya casi a hacer público el internet y las plataformas de cine. Eso se discute abiertamente en Europa y usted todavía montado en un cencerro. La metáfora que subyace a tantas plataformas del cine como Netflix es que puede haber más de naturaleza nacional y propiciar una mayor división del trabajo. Netflix ya casi se convierte en Universidad, Montenegro. Europa está viendo el síntoma y tiene el remedio para esa enfermedad. El regreso de lo público en bienes que lesionen la vida material del pueblo. Fue lo público lo que nos salvó de la pandemia. Ninguna farmacéutica sacó un peso para producir vacunas. Y luego les financiaron las ventas. ¿Podría demostrar lo contrario?

Creo que si Montenegro no favorece ese tipo de alianza es porque prefiere otra con el “imperialismo” y una burguesía nacional vendedora tipo Gilinski. Más de lo mismo. O prefiere la guerra: ¿una solución final?

Montenegro, venga y le pregunto, por qué cree usted que la oligarquía venezolana no ha tumbado a un gobierno tan perseguido como el de Maduro, un pobre diablo sin formación alguna. Es simple y así de sencillo: porque el pueblo teme que vuelvan los supérstites de Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera, y Jaime  Lusinchi, u otros de la misma o peor calaña como Guaidó. Eso es lo que usted está proponiendo. Que sigamos unidos a esos mismos acá en Colombia. ¿No se está dando cuenta que la lista de Uribe regresó al turbayismo?  ¿No le asusta que nos lleven al “lugar adecuado”?

Cuando la gente aquí en Colombia dé el brinco, y ojalá sea en las próximas elecciones, ya lo tendremos a usted pujando borugos, como dicen en Florencia, Caquetá.

Y no se asuste, Montenegro, apenas estaríamos llegando a cierto punto de manera que esto se llame democracia.

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