La tarea de crear ambiente de paz y reconciliación
Opinión

La tarea de crear ambiente de paz y reconciliación

La mesa de Venezuela entre guerrilla y gobierno pretende ser un diálogo nacional donde participen las regiones y la diversidad de país, ¿para qué y cómo?

Por:
noviembre 25, 2022
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Una de las rutas del año 2022 que explora nuevos horizontes de cambio en sociedad ha sido la reapertura en Venezuela de la mesa de diálogo en búsqueda de acuerdos de paz con el ELN, que ahora se enuncia bajo la consigna de la paz total. El proceso arranca con novedades en la presencia de Otty Patiño como coordinador del equipo gubernamental y de José Félix Lafaurie como parte de la delegación en representación del gremio ganadero; después simplemente se retoma el diálogo dónde quedó con el gobierno de Juan Manuel Santos.

Lo que hasta el momento han expresado los actores en la mesa es voluntad de diálogo y de acuerdos; pero en términos de diseño de ruta, quizás exceptuando un posible avance en el plano humanitario y la posibilidad de concretar un cese al fuego en el mediano plazo, los desarrollos son un poco indeterminados. Se espera que la primera ronda arroje luces sobre contenido y forma de la agenda.

Mientras eso sucede, parece pertinente insistir en que los diálogos se sitúen en el plano más incluyente de encontrar respuestas a las violencias endémicas que persisten y a la situación de orden social y político que hoy nos arropa. En principio, lograr avanzar en una negociación política del conflicto armado es algo que puede unirnos como país, pero en el medio hay muchas visiones y prácticas que son poco amigas de ese propósito y que expresan los grandes desacuerdos que tenemos como sociedad; un avance depende de que el diálogo no termine siendo solamente una extensa discusión sobre “las razones del conflicto” y que también implique una conversación reposada pero no eterna sobre las formas de superarlo, con un sentido de esperanza razonable y sostenibilidad política.

La mesa de diálogo en Venezuela, reúne guerrilla y gobierno para afrontar temas a su vez urgentes y estratégicos; ahí hay personas de diverso origen y tradición intelectual que han visto por décadas la guerra y que, a su manera, han explorado la forma de cerrar los ciclos de violencia endémica; se necesita que hoy aborden esta historia de patria raída, con un sentido contemporáneo, que lean la nueva generación de problemas que nos acogen ligados al agotamiento civilizatorio y a las oportunidades que nos arroja este tiempo, de optar por una vida reconciliada y de rectificar las formas de ser humanidad, sociedad, nación. Según lo expresado se quiere que esa mesa sea exactamente un diálogo nacional donde participen las regiones y la diversidad de país; la pregunta es ¿para qué y cómo?

Hay que ver cuáles son las propuestas del ELN
además del llamado
a una participación popular masiva

El mundo que hoy habitamos, tiene demandas de cambio urgentes que seguro tendrán en la mesa una oportunidad de reflexión y formulación de salidas, por ejemplo: la adaptación al cambio climático y al calentamiento global; la transición energética que implica superar el industrialismo tradicional; la prioridad de la realización de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales;  el  balance de la precarización de la vida en los campos y las ciudades que hoy son centros de agotamiento urbanístico, productivo y de convivencia; asuntos del marco de propósitos colectivos que aportarían criterios para formular nuevas formas de ordenamiento y gobernabilidad territorial con sentido democrático. Muchas de estas agendas son parte de las propuestas del nuevo gobierno, del Congreso de la República como espacio legislativo y de los movimientos sociales y ciudadanos del país; tendremos que ver cuáles son las propuestas concretas que la insurgencia del ELN promueve, además del llamado a una participación popular masiva, asunto que ha sido su insistencia.

criterio de la participación encuentra una ruta entre la mesa y el país nacional, quizás entonces se necesite dinamizar en concreto la comunicación, la organización y la cooperación social, con un sentido de convivencia democrática; los acuerdos tendrían que significar una decisión mayoritaria y una gran voluntad en todos los tejidos sociales, eso implica crear un ambiente de paz, un entorno favorable a la reconciliación y a la construcción colectiva del país. El asunto no es menor; con la vida precarizada que sobrellevamos, tenemos la tarea de afrontar las urgencias inmediatas, pero pensando en un relato común de país que logre afrontar las vicisitudes elevadas a su máxima expresión: desempleo, hambre, violencia, criminalidad, corrupción, centralismo político-administrativo, inseguridad, crisis ambiental, de la justicia, de salud y educación; todos son asuntos que requieren respuestas colectivas serias y que implicarían la posibilidad de un proyecto común de paz, reconciliación e inclusión que permita enfrentar los años de desgaste de lo público y las brechas de participación territorial, ciudadana, comunitaria y social.

Nos topamos entonces con asuntos que poco se hablan pero que será necesario abordar: superar la tendencia a la fragmentación social, trascender la manifestación del descontento sin propuestas y sin organización, sin rutas de respuesta, afrontar la demanda de salud mental para la superación de las agendas de miedo, incertidumbre e inseguridad, generar sentimientos de solidaridad entre diferentes en medio del conflicto, abrir las esclusas de la incidencia y la decisión ciudadana en los asuntos colectivos, revertir las tendencias de fragilidad de la organización social en todos los niveles de la vida; abrirnos a la buena voluntad y a la creatividad como potencias colectivas.

Nota: Se fue físicamente de este mundo, don Pablo Milanés, trovador de los dolores y las esperanzas de América Latina, forjador de la conciencia personal y social de varias generaciones amantes de los valores de la libertad y la solidaridad. Su canto sigue vivo, replica en murmullos colectivos que van llamando otro tiempo.

 

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