No me convence mucho el dicho que reza: "la ropa sucia se lava en casa", el ancestral aforismo tiene matices positivos, otros no tanto. De manera literal significa asumir el papel del avestruz: correr desesperadamente hacia un montículo, enterrar la diminuta cabeza en la arena para luego, dejar expuesto el voluminoso cuerpo emplumado y las gigantes y poderosas patas a merced del enemigo que fácilmente dará cuenta de la prehistórica ave.
Por otro lado, la expresión tiene un fondo comprensible y explicable: ante el asedio inclemente del enemigo, significa "dar papaya", implica exponer los problemas ante el adversario, para que este se entere, los capitalice y así diseñar su propia estrategia. Es proporcionar munición al contradictor para que su ataque resulte más letal y al final lo devoren, como devoran las fieras a la ingenua avestruz.
Así las cosas, como nos enseña este natural paralelo, ¿por qué darle las coordenadas al enemigo político para que posteriormente este las utilice en contra nuestra? Desde esta óptica, lavar la ropa sucia en casa es válido. Para qué exponer al vecino los problemas internos del hogar, pues lo más seguro, es que hará de ellos un bochinche en el vecindario y al final el vecino no va a resolver absolutamente nada.
Asumir este papel es por lo demás inadecuado y una irremediable estulticia
Extrapolemos lo anterior, a la realidad política que hoy se vive dentro del partido Progresista ganador de las elecciones en el 2022, en cabeza de su jefe natural, el presidente Gustavo Petro. En este conglomerado político surgen las naturales contradicciones y desavenencias, muchas veces no ajustadas al corte doctrinario de una izquierda madura y fogueada en las difíciles y turbias aguas de la política. Es allí, dentro del partido, se debe dar la discusión interna, libre de toda perturbación que afecte la toma decisiones serenas y tranquilas; discusiones que vayan en pro de mejorar, aportar, solidificar y homogeneizar posturas que eviten salir a los medios de comunicación a ventilar diferencias y entrar en contradicciones.
¡La ropa sucia se lava en casa!
Pero si lo anterior justifica el dicho, existe otra visión que agudiza y derrumba lo positivo del aforismo: es la necesidad pervertida y torticera de ocultar algo. En múltiples gobiernos anteriores hemos visto casos más graves de corrupción que el cometido por Olmedo López. Sería imposible enumerarlos porque no cabrían; no por eso se deben ocultar en aras de "la ropa sucia se lava en casa". Lo anterior es válido antes de estallar el estropicio, pues ya expuesto mediática y judicialmente el escándalo, resulta inútil tratar de ocultarlo.
Existe una ropa sucia imposible lavar en casa. Propugnar por ocultar los hechos cuya visibilidad social es inocultable es un comportamiento de extrema hipocresía. Defender a Armando Benedetti resulta impopular, pero es inocultable que para el 2022 fue artífice junto con Roy Barreras del triunfo en las elecciones. Luego vienen los problemas asociados a sus adicciones imposibles de ocultar. Si se juzga a un político por sus acciones en su vida privada, un grueso número de ellos saldría salpicado de comportamientos non sanctos.
En esto, la doble moral impera, miembros del gabinete y hasta la misma vicepresidenta Francia Márquez contradiciendo en público la decisión de su jefe y de contera poniéndose al servicio de la causa de la derecha, en vez de haber realizado una discusión interna para sacar una decisión de apoyo unificada a la decisión del presidente, salieron a aliarse con el nefario enemigo.
Otro, es el caso que sucedió recientemente con Daniel Mendoza, es aberrante y de exposición. La desconexión que debe existir entre la creatividad de la obra literaria a través de sus personajes y la realidad de su autor, no fue entendida por sus ignotos críticos de la misma izquierda. En el momento de juzgar a priori su nombramiento como embajador en Tailandia, terminaron lanzando injustamente a la hoguera a una persona como Daniel, cuyo aporte a la memoria y a la historia reciente de Colombia ha sido gloriosa. Los atolondrados críticos terminaron ingenuamente, cumpliendo con los deseos de la ultraderecha.
Para terminar, despojémonos de la simpleza que todo aquel que piensa diferente frente al tema de Venezuela es porque está a favor de la "dictadura Madurista". Esa es una de las herencias perversas que nos dejó lo que llaman "Uribismo": la estigmatización del que piensa diferente. La hirsuta derecha propugna porque el pensamiento sea homogeneizado y no diverso. Algunos de manera maniqueista no les gusta "la dictadura de Maduro" pero la que ellos han ejercido si es válida
Dictaduras a conveniencia
Cambiar "el articulito" en beneficio propio no es dictadura y, menos, adjudicar notarias cuyos beneficiarios fueran congresistas para perpetuarse en el poder. A César Gaviria no le gusta la dictadura de Maduro, pero la que él ejerce perpetuándose tramposamente como director del Liberalismo, esa no es dictadura ¡Esa sí le gusta! Y así podíamos seguir: la señora Dilian Francisca, ser tres veces gobernadora del Valle, una de ellas en cuerpo ajeno y quizás se busque una cuarta, esa no es dictadura. Mi abuela Petrona Oliveros diría al respecto: ¡o todos en la cama o todos en el suelo!
El tema Venezuela dentro del gobierno, a mi modo de ver, ha tenido apasionamientos individuales que han conducido a no tener unidad de criterio y se dan contradicciones que solo benefician al opositor. Analizar el desempeño económico del país vecino, aisladamente y, a partir de desconocer las sanciones económicas unilaterales, resulta ser un sesgo de confirmación, que además ayuda a la perpetuación en el poder, precisamente a quienes paradójicamente se pretende defenestrar.
La postura del presidente Petro frente al tema Venezuela resulta coherente: es inadecuado hacerle caso a la derecha en su anhelo de crear el caos. La réplica del efecto que buscan las sanciones, para crear un descontento, las tenemos también aquí: el filibustero Congreso tiende a paralizar al actual gobierno, con una especie de sanciones criollas, al negar lo propuesto en la ley de financiamiento. El objetivo es igual. Las sanciones buscan un colapso financiero, no poder hacer inversión social e inducir a un mal desempeño gubernamental y llegar al 2026 con un descontento inducido. En eso están mancomunados los medios de comunicación y la clase política tradicional, a fin de colapsar su gobierno y mostrar un mal desempeño.
La ropa sucia se lava en casa es cierto. Pero existe una ropa imposible de lavar porque el hacerlo resulta poco ético e inmoral
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