La Revolución Ciudadana de Rafael Correa

La Revolución Ciudadana de Rafael Correa

'Para implementar políticas económicas coordinadas y de incentivos'

Por: Andrés Gutiérrez León
junio 30, 2015
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La Revolución Ciudadana de Rafael Correa
Foto: tomada de elcomercio.pe

Uno de los íconos en la historia de la humanidad, sin lugar a dudas, es la Revolución Francesa. En aquel momento no había más que una posibilidad: la Monarquía constitucional, que era propuesta por un visionario como Mirabeau[1], mientras que los demás, como bien lo define Keynes: “La dificultad más grande no se encuentra en persuadir a la gente a aceptar nuevas ideas, sino en persuadirla a abandonar las antiguas”, eran muy monárquicos o constitucionales, con ello los principios de la revolución tardaron casi un siglo en lograr una aproximación… por lo que la revolución fue un profundo fracaso.

Así, en la Asamblea Nacional de 1791 Mirabeau dijo: “No somos salvajes recién llegados de las riberas del Orinoco para formar una sociedad. Somos una nación vieja, tal vez demasiado vieja para nuestra época. Tenemos un Gobierno preexistente, prejuicios preexistentes. Es preciso, en lo posible, acomodar todas estas cosas a la Revolución y salvar la subitaneidad del tránsito”. En otras palabras, propuso a Francia liberarse de los prejuicioso o por lo menos mitigar sus efectos para que la Revolución pueda lograr los nuevos retos que se habían desatado.

Después de 219 años, se repite la historia, pero en esta ocasión desde el Sur, con sangre de indio y puma, bajo el nombre de la Revolución Ciudadana, una iniciativa impulsada por el pueblo ecuatoriano mediante el liderazgo de Rafael Correa Delgado.

La iniciativa llegó con la propuesta del Sumak Kawsay (Buen Vivir) que en resumen propone una alternativa de “desarrollo” a través de la implementación de políticas económicas coordinadas y de incentivos; es decir, políticas que generen un crecimiento económico y al mismo tiempo una estabilidad social. La propuesta ha sido reconocida y apoyada por grandes intelectuales como Boaventura de Souza Santos que la ha bautizado como “capitalismo del siglo XXI” o el premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz, quien sugiere: “Hagan lo que hicimos, no lo que predicamos”, por nombrar algunos casos.

De lo anterior se deriva la necesidad de destacar que se requiere una condición previa para poner en marcha referidas políticas, una adecuada distribución del acervo social, tanto público como privado. De ahí, que los procesos de pedagogía son vitales, para cumplir con la sugerencia de Mirabeau (librarnos de los prejuicios preexistentes), y así construir élites y una sociedad con una mentalidad que permita concertar un contrato social más humano, justo y solidario.

Y ésta es la gran deuda que posee la Revolución Ciudadana (sin dejar de lado, la creación de espacios de diálogo, mayor transparencia y combate a la corrupción). Por ello, las élites con mentalidad neocolonial, lideradas por un viejo caudillo oligarca, llamado Jaime Nebot Saadi, (actual Alcalde de Guayaquil, que ha hecho de la ciudad porteña su bastión… aunque a nivel nacional su figura no posee los niveles de apoyo que él quisiera. Para suerte del Gobierno de Correa), que se encargan de desinformar y manipular sobre los proyectos de ley de la herencia y plusvalía; haciendo culto a su modelo de sociedad: consumo, capital y placer sin control del Estado (la mano invisible de Smith) y que el modelo de distribución de la riqueza no debe ser a través de impuestos sino mediante la teoría del goteo o efecto derrame, que ha sido responsable de la gran crisis económicas y sociales de nuestros pueblos.

De ahí proviene la mayor resistencia de los sectores conservadores. Que Ecuador decida por otro modelo de desarrollo, con espanto y miedo a lo desconocido porque el imaginario mediático cada vez se destruye frente a la realidad de las políticas distributivas. La mediación social de los medios de comunicación aún reproduce el estereotipo del “peligro comunista”, como los videos de ciudadanos venezolanos y cubanos llamando a la movilización en Quito y Guayaquil para que Ecuador no se convierta en otra Venezuela o Cuba.

Pues bien, si Ecuador quiere consolidar un Estado de Bienestar y evitar que este sueño se convierta en una enorme pesadilla, debe cambiar el alma del país, como lo dijo Santiago Roldos, es decir, trabajar fuertemente en el acervo cultural, la psiquis de los ecuatorianos. Y para ello no debemos dirigir nuestra miradas hacia el norte o largas distancias, si tan solo volteáramos la mirada hacia unos de los grandes trabajadores por la cultura ciudadana, me refiero a Antanas Mockus[2], se podría recuperar el tiempo y el terreno perdido.

[1] Se recomienda leer: Dos ensayos sobre Mirabeau de Ortega y Gasset y Jesús Reyes.

[2] Ver el documental: Colombia Change

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