El infame y desbordado robo de celulares
Opinión

El infame y desbordado robo de celulares

Más de un millón son robados al año: la Policía, con corrupción; el Estado, irresponsable; los fabricantes, inmorales

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enero 26, 2020
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No puede seguir siendo que convirtamos en un ritual episódico, intrascendente y fugaz, la tragedia que padecemos los colombianos con el robo desbordado e infame de celulares.

Más de 1.000.000 de celulares al año, más de 100.000 de ellos arrancados con amenazas de muerte remachadas por pistolas y puñales, muchas veces con víctimas que después llegan heridas a los hospitales, viendo a ver cómo las curan lo más rápidamente posible para salir corriendo a comprar nuevos celulares, y otras veces, nunca pocas, con jóvenes a quienes de una vez les madrugaron con la cobardía de una puñalada trapera que cegó sus vidas sin saberse por qué.

Como suele ocurrir con el pecado de las estadísticas, nos atiborran con ellas en cada algarabía mediática, tal como ocurrió esta semana con las cifras que publicó El Tiempo, sin recabar en que detrás de esos números fríos, grandes o pequeños, escandalosos o no, se esconden verdaderos dolores humanos que son los que, en el fondo, debiéramos desentrañar a fin de traducirlos en conciencia y compromiso.

¿Cuánto dolor no nos han causado a los colombianos los asesinatos cometidos con ocasión del robo de celulares? ¿Cuánta ansiedad no nos causa el hecho de tener que inhibirnos de contestar una llamada porque estamos caminando en la calle y sabemos que cualquier atracador puede aprovecharse de la circunstancia? ¿Cuánta preocupación nos intoxica cada vez que pensamos en los riesgos a que sometemos a nuestros hijos jóvenes cada vez que les regalamos un celular que no podemos dejar de regalarles? ¿Cuántos no hemos tenido que salir, sin plata y llenos de deudas, a comprar como sea esos celulares que, sin importar su precio siempre cuestan un montón, porque nos asaltaron y nos dejaron incomunicados, peor que extraditados a otro planeta?

Es tan gigante la economía del robo de celulares que ni el más ingenuo podría creer que se trata de una epidemia de ladronzuelos que invadieron los andenes y los transmilenios. Estamos frente a una transnacional que mueve como Pedro por su casa cientos de millones de dólares sin que los ciudadanos veamos la decisión efectiva de frenarlos y derrotarlos.

O el Estado deja de seguir tapándose los ojos frente al hecho evidente de que sin corrupción por parte de policías y jueces el crecimiento descomunal de este monstruo sería un imposible, o no tenemos otro camino que seguir padeciendo el robo de celulares como si nos hubiera caído encima otro impuesto que, esta vez, el crimen nos impone en clave de dictadura sobre los muy menguados ingresos familiares.

Pero si bien es cierto que por los lados del Estado no deja de llover y llover en esta materia, también es cierto que las tormentas no escampan en lo que ya comienza a observarse como la inmoralidad de los fabricantes de celulares.

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¿Cómo es que los fabricantes no se han decidido a implantarles a sus aparatos las aplicaciones que inutilicen los celulares reportados como robados?

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 ¿Cómo es posible que después de lo que ha sucedido por años, sumado al crecimiento imparable del robo a sus clientes, los fabricantes no se hayan decidido a implantarles a todos sus aparatos las aplicaciones que inutilicen absolutamente los celulares reportados como robados?

Lo mínimo que uno se atreve a pensar es que se sienten muy cómodos con ese mercado de clientes cautivos obligados a comprarles después de haber sido robados. Casi como si hubieran aceptado, tácitamente y haciéndose los bobos, que los ladrones forman parte de una especie de fuerza comercial “informal” de sus productos.

Comprendo perfectamente, y me parece válido, el llamado que hacen algunos gremios para que la gente no compre celulares de segunda. Eso multiplica y retroalimenta el crimen. Pero de ninguna manera esa convocatoria tendrá éxito y respaldo moral si el Estado no comienza a mostrar decisión y contra las autoridades corruptas y si los fabricantes de celulares no inutilizan los celulares robados en un acto de lealtad mínima con nosotros, sus clientes.

 

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