La gangrena, el cáncer o el colesterol de la corrupción
Opinión

La gangrena, el cáncer o el colesterol de la corrupción

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junio 19, 2015
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Metáfora significa según Aristóteles en la Poética llamar algo por el nombre que pertenece a otra cosa. En el colegio nos daban como ejemplo llamar perlas a los dientes como se hace en múltiples sonetos de poesía clásica española. A mí la verdad nunca me pareció muy bonito sustituir “perlas” por “dientes” en los versos. La palabra viene del griego meta, más allá, y pherein, trasladar. En el griego moderno, más prosaico, metapherein es autobús o transferencia bancaria.

No es necesario saber griego o leer a Aristóteles para usar metáforas, todo el mundo lo hace. Ya anotaba el retórico hispanorromano Marco Fabio Quintiliano en el primer siglo de nuestra era“Es tan natural que las usan hasta los ignorantes sin advertirlo”. Y ese es el problema, no  advertimos que usamos un término por otro. Nos dejamos llevar por el pequeño poeta que llevamos dentro y acabamos confundiendo perlas por dientes o corrupción con cáncer.

Debemos tener sumo cuidado al usar metáforas sociales para problemas médicos o metáforas médicas para problemas sociales. Me tranquiliza que la serie colombiana Metástasis terminó en abril de este año sin buen rating (la mitad del de Diomedes en su episodio final y apenas por encima de Noticias RCN, www.ratingcolombia.com ) pues el metafórico y horrible título no merece una segunda temporada.

El uso en el lenguaje médico de metáforas afirma Susan Sontag en “La enfermedad como metáfora” es peligroso porque puede silenciar, abrumar y avergonzar a las personas enfermas con la carga simbólica de las palabras. Le proponen a un paciente otra quimioterapia para luchar como un valiente soldado en su batalla contra el cáncer. ¿Es el paciente un soldado? ¿Debe ser valiente?  ¿Es el cáncer una guerra?

Aunque ha tenido cierta utilidad social hablar de “La guerra contra el cáncer” desde mediados del siglo XX esto ha servido principalmente para recaudar fondos filantrópicos. Pero trate de imaginar el sufrimiento de un paciente con metástasis diseminadas por varios de sus órganos, acostado en una cama de hospital sin muchas esperanzas de sobrevivir un año, además de todo eso ¿es un perdedor en la guerra? Los pacientes necesitan empatía y alivio no poesía épica ni himnos de batalla.

De todas formas en ciertos casos es aceptable el uso de metáforas y lenguaje simbólico para empoderar a algunas personas ante su enfermedad (Cancer as Methafor )  Pero con cuidado y sensibilidad terapéutica.

No nos dejemos tampoco llevar por el peligroso poder de las palabras cuando usamos metáforas médicas para problemas sociales o políticos. Esta es la otra cara de la moneda y no es un truco retórico nuevo. Ya en Roma se hablaba de la ciudad como cuerpo político: los senadores y patricios la cabeza gobernante, los ciudadanos plebeyos el estómago que debía ser alimentado, los esclavos las extremidades trabajadoras. Virchow, el gran médico del siglo XIX, afirmaba que la política no es sino medicina a gran escala.  También llamamos al ciudadano o la familia célula de la sociedad.

Además hablamos de la corrupción como cáncer, gangrena y “no es como el colesterol”. Me llamó la atención una columna del mexicano Jorge Zepeda Patterson en El País (27 de mayo, 2015) titulada No es un problema de colesterol.  Creí que era un comentario médico pero era una crítica al discurso usual de los funcionarios justificando la corrupción: me pagan poco, me lo merezco y la mordida, nuestro coloquial CVY, facilita y lubrica el proceso.  Concluye Patterson, Premio Planeta de Novela 2014: “La corrupción no es como el colesterol, uno bueno y otro malo”

La comparación metafórica es medio acertada pues en realidad las moléculas no son buenas ni malas.  Hay moléculas como el colesterol imprescindibles para nuestro metabolismo que pueden estar en exceso debido a nuestro estilo de vida, eso no las hace necesariamente buenas o malas. Convertir la salud en una batalla entre cosas buenas o malas que metemos o sacamos de nuestro organismo es en extremo simplista. Comprar en el supermercado productos “libres de colesterol” no va a prevenir completamente la enfermedad coronaria y el infarto. En otras palabras la corrupción no es como el colesterol, es siempre mala. Tiene razón Patterson. Pero lo del colesterol bueno o malo no es tan simple.

Las metáforas médicas confunden un poco el mensaje y merecen ser meditadas cuidadosamente. Por ejemplo considerar la corrupción una gangrena puede inclinarnos a cortar por lo sano, amputar. Mas si consideramos un poco la metáfora médica reconocemos que es difícil establecer el nivel de amputación, el límite de la gangrena: ¿dónde comienza lo sano? ¿No somos todos un poco corruptos en nuestra conducta social cotidiana? Llamar la corrupción cáncer puede hacernos pensar que la batalla está perdida. Pero podemos curarnos del cáncer y la corrupción sin tanta metáfora.

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