Me preguntaron que cómo me sentía con los resultados de primera vuelta, y por un momento me quedé en silencio y recordé mi niñez, una muy feliz, pero también muy difícil. Viví la pérdida de mi abuelo en manos de grupos paramilitares cuando tan solo tenía 5 años, vi a mis tíos trabajar muy duro en el campo arriando vacas, arrancando yuca y maíz para poder comer; viví lo que es el exorbitante ruido de los zancudos en mis oídos y sus mil picadas por no tener la energía que me permitiera encender un ventilador para espantarlos; viví la decepción de mis primos al enterarse de que el bulto de naranja que tanto costaba cultivar cada vez valía menos; viví la desigualdad en un país que así como amo, también odio.
La política nunca ha sido mi fuerte, porque sinceramente he perdido las esperanzas al siempre ver llegar a los mismos políticos que una vez están en sus puestos con saco y corbata se olvidan del pobre; pero tengo la experiencia de 20 años de vida, donde he sentido el dolor de ser un colombiano estrato 1. Y aun así nunca me sentí pobre, porque tenía familia, amigos, comida y extensos campos para correr y olvidarme de todo. Sin embargo, no puedo negar las dificultades que tuve en mi infancia para poder estudiar, lo lejos que quedaba el pueblo donde hice mi primer grado de bachiller, donde tuve muchas veces que quitarme los zapatos y caminar descalza por el barro para no “dañar mis tenis”.
Me siento muy orgullosa de donde vengo, pero me gustaría que más jóvenes que están en el campo tuvieran la oportunidad de adquirir el precioso regalo de la educación, porque es lo único que te garantiza en un país como Colombia tener condición y calidad de vida.
En el año 2016 obtuve una beca que me permitió ingresar a mis estudios superiores. La verdad fue el resultado de nunca haberme rendido, pese a no tener las oportunidades necesarias para poder educarme. No obstante, así mismo sentí decepción al ver que la realización de mis sueños era el rompimiento del sueño de otros, no a todos nos podían becar, aunque todos tuvieran las mismas capacidades que yo, esa es la lotería de la vida.
De aproximadamente 70 jóvenes solo 30 logramos tener la oportunidad de tener una financiación para sus estudios. Desde el 2016 aún conozco a esos mismos chicos que esperan nuevamente ese milagro para poder entrar a la universidad y eso me hace sentir triste. Triste porque tu futuro no puede ser una lotería, porque tú no puedes ver que tus sueños se destruyan por falta de oportunidades y no de ganas, triste porque hay muchos jóvenes en Colombia que desean superarse, prepararse, pero este país no les da las oportunidades. A este gobierno no le interesa que usted se eduque, a ellos les sirve que usted no lea, que usted no crezca, porque así usted no podrá entender que la vida digna, la educación, la salud, la seguridad, un ambiente sano, el agua (y todos de calidad), es un derecho y no una compensación por un voto.
Entiendo a la gente que hoy tiene miedo porque tal vez así como yo han tenido que vivir muchas pruebas para lograr sus sueños y pasar muchos obstáculos para alcanzar la meta, pero,¿qué pasa con las personas que no tienen las oportunidades así como un día las tuve yo?, ¿por qué tanto egoísmo? Tenemos que ser capaces de comprender que un gobierno que nos da la guerra y la violencia como la solución a nuestros conflictos no es bueno; tenemos que entender que un gobierno que no ha hecho nada por nuestro futuro no merece nuestro voto, no merece que confiemos en ellos.
Y tal vez usted ha tenido la preeminencia de ir a un colegio, a una universidad y prepararse, pero muchos no han tenido ese “privilegio” y hoy merecen soñar con un gobierno que les asegure un futuro diferente. No quiero que me regalen nada, quiero que me den las garantías y las herramientas para yo construir mi futuro y mi vida, ¡tengo derecho a eso! Y aunque hoy ya esté más cerca de ser una profesional, lo cierto es que en el campo, en mi barrio, en mi tierra, en mi casa, en mi familia aún hay jóvenes y niños que no saben si contarán con mi suerte.
Podrán existir miles de cosas por las cuales Petro no pueda ser el caudillo de este país; pero para mí con el simple hecho de que le asegure un futuro diferente a los jóvenes que no tienen los recursos, que le quiera apostar a la educación como un medio de solución, es suficiente para quererlo como mi presidente.
La educación es el arma que rompe cadenas, es el camino para aspirar a una vida diferente, las oportunidades deben ser una realidad en la vida de las personas, no una utopía. La gente en el campo necesita garantías de que su trabajo será valorado, la señora de la esquina que vende tintos necesita garantías de que no morirá esperando una cita médica, la gente pobre, sin recursos, merece soñar con tener una vida diferente a la miseria. Y si usted cree que soñar con tener oportunidades en este país, es querer que nos regalen todo, déjeme decirle que usted es parte del problema.
Quiero oportunidades, quiero que se garanticen mis derechos, quiero que más jóvenes accedan a una educación de calidad, quiero que la gente no muera en las entradas de los hospitales esperando atención médica, quiero que este país deje de estratificarnos en clases sociales entre pobres y ricos, como si usted que tiene dinero tuviera más derechos que yo.
Y puede que para usted mis argumentos no sean suficientes para votar por Petro como presidente, pero si usted vota por su país, yo voto por la gente que ha sido olvidada en él.
