La científica inglesa detrás de la vacuna Oxford, que puntea en el mundo

La científica inglesa detrás de la vacuna Oxford, que puntea en el mundo

Sarah Gilbert llega en bicicleta a liderar un equipo de 300 personas decididos a ganársela al Coronavirus. Probó la primera dosis en sus hijos trillizos y funcionó

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agosto 02, 2020
La científica inglesa detrás de la vacuna Oxford, que puntea en el mundo

Cuando Sarah Gilbert se monta muy temprano en su bicicleta camino a la Universidad de Oxford ya ha desenredado las preguntas que le han rondado en la cabeza desde las cuatro de la mañana y en cuya respuesta puede estar la vacuna para el coronavirus que este año ha matado 671.000 personas en el mundo e infectado a 17,2 millones. Está trabajando contrarreloj.  Y está tan optimista con los resultados que sus trillizos de 21 años, estudiantes de bioquímica, fueron parte de los 1.077 “conejillos de Indias” que recibieron una dosis de “la vacuna de mi mamá”.

A los 58 años lleva 20 en el laboratorio peleando contra los virus de forma casi anónima; sus logros no salían más allá de los estrechos círculos de los científicos. Ahora, cuando la humanidad parece depender de su mente brillante para lograr ganarle la batalla al virus coronado con forma de maza medieval, su cara está en las portadas de las revistas y ella trata de escabullirse de lo que ve como una distracción de su trabajo. Bloomberg Businessweek la colocó en su tapa con un título que es la pregunta de los 7.700 millones en el mundo: “¿Está lista la vacuna?, ¿cuándo?, ¿ahora?, ¿otoño?”. Y The Lancet, la revista científica británica, avaló esta semana los resultados de las pruebas asegurando que la vacuna es segura y tiene la capacidad de generar una respuesta positiva del sistema inmune. Lo cual quiere decir, para los iniciados, que provocó una respuesta de anticuerpos dentro de 28 días y una respuesta de células o linfocitos T dentro de 14 días.

Gilbert va punteando la carrera, con un equipo que se ha ampliado a cerca de 300 personas, con las que se las han arreglado para lograr que lo que tarda cinco años se haga en cuatro meses. Dicen los miembros de su grupo que cuando Sarah explica una investigación es tan clara y didáctica como una profesora a sus alumnos, haciendo parecer sencillo un procedimiento que tomó años en desarrollarse.

 

La científica cree que, si las cosas salen bien, en septiembre habrá vacuna

En eso no ha cambiado mucho la niña tranquila y muy inteligente del colegio Kettering High en el condado de Northamptonshire, ni la entusiasta estudiante de ciencias biológicas en la Universidad de East Aglia, que ahora da vueltas en su moto por el campus de Oxford para despejar la mente y ver como se enfrenta al covid-19. No tiene tiempo para el oboe que tocaba en la orquesta del colegio impulsada por su familia de músicos ni para estar en casa con el generoso marido que dejó su carrera para cuidar a los trillizos porque la guardería costaba más que lo que ella ganaba como científica posdoctoral en Oxford.

A Oxford llegó a hacer estudios sobre la malaria y a desarrollar la vacuna universal contra la gripe, el Mers, el Ébola y la influenza tipo A. Después de un doctorado en la universidad de Hull, en el norte de Inglaterra, y dos años de trabajo en el Biocentro de Leicester. También había estado en la compañía de biotecnología Delta que fue crucial porque allí aprendió la fabricación de medicamentos. Ese es un plus que no tienen todos los científicos y que ha sido la clave para liderar la investigación del covid-19 que ya está en la etapa III, la fase final que involucra miles de voluntarios en Brasil, Sudáfrica, el Reino Unido, y pronto en Estados Unidos.

 

El laboratorio aliado para fabricarla y comercializarla empezará con 2.000 millones de dosis

Tan difícil como hacer los hallazgos de la investigación fue conseguir el dinero para financiarla. Le tocó, como se dice coloquialmente, “repicar y andar en la procesión“. Con la fundación de Bill & Melina Gates consiguió 700 millones de euros, los gobiernos de Noruega, India y el Wellcome Trust le ayudaron, y con eso pudo seguir trabajando. El gobierno de Boris Johnson le dio 65 millones de libras para 300 millones de dosis, pero el respaldo fuerte llegó en abril, cuando el laboratorio británico-sueco AstraZeneca, que no se mueve en el campo de las vacunas,  decidió involucrarse en el proyecto de manera tan decidida que solo se necesitaron unas cuantas conversaciones por Zoom. La producción y distribución estarían en sus manos. Ese mismo mes el fabricante inglés ya tenía un acuerdo de 1.200 millones de dólares con Biomedical Advanced Researcha and Development de Estados Unidos para producir 300 millones de dosis, y con Serum de India para mil millones algunas de ellas para países en desarrollo e ingresos medios, con el compromiso de suministrar 400 millones antes de que acabe este año.

AstraZeneca se ha comprometido a vender la vacuna sin hacer negocio durante la crisis, ya tiene acuerdos para producir más de 2.000 millones de dosis y venderlas a 2,50 euros (unos $11.000).

Gilbert ahora no tiene problema de dinero sino de tiempo. Para ganarle tiempo al tiempo su primera ventaja fue su experiencia con el virus Mers de Asia. Por eso, tan pronto los científicos chinos publicaron la secuencia genética del covid-19 el 10 de enero, con su equipo comenzó de inmediato. La siguiente ventaja fue que la universidad que tenía los equipos necesarios para fabricar la vacuna experimental. Y la tercera ha sido la estrategia de trabajar en paralelo. El mes pasado Sarah contó en un conversatorio de Oxford que, en febrero, mientras testeaba con ratones, hacía las postulaciones para realizar pruebas con humanos, y hablaba con los fabricantes.

Con la humildad que la caracteriza le dijo a The Times en abril : “Lo que nosotros podemos hacer es fabricar una vacuna, así que eso es lo que estamos haciendo”. La vacuna AZD1222, que está haciendo con una versión debilitada de un adenovirus del resfriado común de los chimpancés, y está en su última fase, produjo los esperanzadores resultados en un grupo de raza blanca entre 18 y 55 años. Ahora la prueba involucra a los mayores y de otras razas. Gilbert cree que tiene 80 % de probabilidades de éxito. Si todo sale bien la vacuna estaría en pocas semanas.

Tan optimista como ella está Mene Pangalos, vicepresidente ejecutivo de investigación y desarrollo de biofarmacéuticos para AstraZeneca. “Sí, la tenemos”, dijo. “En cualquier momento, a partir de septiembre”. De ser así, vendrá el Premio Nobel para la tranquila y estudiosa Sarah Gilbert. Un gran premio que parecería poco entre los aplausos de toda la humanidad

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