Kristina Lilley jamás imaginó que conocería el cáncer de primera mano. Ni siquiera contempló la posibilidad cuando estaba haciendo su tesis de biología en el Instituto Nacional de Cáncer. Tampoco le prestó atención al hecho de que su padre hubiera enfrentado el cáncer de próstata y que su abuela también hubiese muerto por otro tipo de cáncer. Por eso, cuando estaba grabando La Traicionera, novela de RCN, la noticia de que padecía cáncer de útero la tomó por total sorpresa. La actriz se quedó callada y esperó la fecha de salida a vacaciones de la novela para operarse. Así lo hizo el 23 de diciembre, día en que le retiraron sus ovarios. Pocas semanas después estaba en el set de grabación como si nada hubiese pasado.
Tan solo dos años después, cuando se encontraba grabando Dulce Amor, el cáncer volvió a tocar su puerta. Para entonces ya se había vinculado a campañas para concientizar mujeres de la importancia de la citología y el autoexamen de mama. Un día se encontraba en su cama. Kristina notaba que su gato llevaba varios días masajeándole el seno izquierdo y que su perra tenía una actitud extraña hacia ella. La actriz tuvo la idea de realizarse el autoexamen y notó una pepa en la parte baja del seno. Quince días después se encontraba llorando en un andén junto a un amigo frente a una clínica tras haber recibido el resultado positivo de una biopsia.
Nuevamente lo manejó con absoluto silencio. Iba a sesiones de radioterapia a las nueve de la noche, después de salir de grabaciones. Al día siguiente se presentaba puntual en el set. Solo su representante y la actriz Janeth Waldman, quien era su hermana en la telenovela, supieron la situación que atravesaba. Como el cáncer fue detectado temprano las sesiones de radioterapia fueron suficientes para eliminarlo. Nunca se le cayó el pelo ni vio mayor deterioro en su salud, salvo por un cansancio extremo y una delgadez inusual que algunas personas notaron. Desde ese momento Kristina Lilley es rigurosa con los controles anuales de citología y mamografía.
El 2020 no ha sido un año fácil para Kristina Lilley. El pasado mes de abril sufrió un duro golpe tras la pérdida de su madre, quien falleció a los 89 años tras padecer demencia mixta. La enfermedad fue difícil de sobrellevar para su familia. Tanto así que decidieron internarla en un geriátrico durante sus últimos meses de vida. En el centro asistencial su madre recibió todos los cuidados y observación permanente. Entre estos cuidados estaba un muñeco, el cual se le da a las personas con padecimientos similares para calmar la sensación de dar afecto.
Actualmente, a sus 56 años, la actriz vuelve a estar en el ojo público por cuenta de uno de sus personajes más icónicos; la malvada Gabriela Elizondo, de Pasión De Gavilanes, telenovela que Caracol retransmite en medio de la pandemia por el COVID-19 con resultados similares a las excelentes cifras de audiencia que logró en 2003, año original de la novela. En su cuenta de Instagram tiene más de 200mil seguidores con quienes comparte su día a día.
Contrario a lo que piensan muchos televidentes, quienes conocen a Kristina Lilley la describen como una mujer sonriente y sencilla, muy distante de la imagen fría que le dejaron sus personajes de villana. Cada vez que le preguntan si en la vida real es tan malvada como en televisión, la actriz solo responde con humor “No. Soy mucho peor”. En últimas, tiene claro que esos son los gajes del mismo oficio que le valió el reconocimiento de su público.