¡Jóvenes, ni un paso atrás!

¡Jóvenes, ni un paso atrás!

"La tarea es seguir de pie rescatando a Colombia de la desesperanza, una labor que trasciende cualquier proyecto en la vida de un ciudadano"

Por: César Augusto Patiño Trujillo
junio 08, 2021
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
¡Jóvenes, ni un paso atrás!
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

En el contexto del paro nacional ha venido haciendo carrera un nuevo prejuicio generacional que pone en peligro la ya muy deteriorada salud de la sociedad colombiana. Una especie de empoderamiento de los jóvenes en contra de sus mayores ha emergido producto de verdades a medias y parcializadas, sin desconocer que la vieja generación se ha especializado en imponer, en algunas ocasiones, la autoridad a través de la violencia y el desdén por los jóvenes, aprovechando la jerarquía estatuida por la tradición para vulnerar los derechos de los más jóvenes de la llamada célula de la sociedad.

Dicho nuevo prejuicio tiene como narrativa el desprecio del joven por la historia de sus mayores, pues le acusan de haber entregado el país a una mafia grotesca que es quien en este momento gobierna en cabeza del señor Iván Duque Márquez, y se niega desde sus narrativas de miedo a aflojar el poder, decididos entonces a no permitir la alternancia de este, práctica saludable como la que más en un sistema democrático.

El juicio de los jóvenes a sus mayores no es del todo errado, sin embargo, al ser parcializado se hace injusto con los jóvenes de otras generaciones que han logrado grandes cambios en la estructura democrática nacional; producto del desconocimiento de la historia, ignoran que jóvenes como ellos en generaciones pretéritas lograron triunfos memorables que vale la pena rescatar en este espacio.

Es importante, antes de recordar ese protagonismo juvenil a través del tiempo, que lo que tenemos en este momento no es un error del destino, ni que Dios ha querido que ocurra para cumplir un plan divino, ¡Pura carreta metafísica muchachos!; la historia y el futuro del hombre y de la sociedad no dependen de un poder proveniente de algún Dios déspota que define, por su caprichoso proyecto el destino mismo de la humanidad. Es claro, no existe ninguna fuerza metafísica o espiritual que mueva los hilos del desarrollo histórico; no existe un libreto preparado para afrontar un destino, no existe el destino, aunque a veces ocurran cosas que nos pongan a dudar de su existencia; los seres humanos no nacimos con un sino marcado como si fuese una baraja en manos de un Tahúr Absoluto; más bien, ese desarrollo de la humanidad depende de una serie de circunstancias que no son, para nada, arbitrarias; el medio en que se desenvuelven los individuos y las sociedades, todo aquello que los arropa y que deviene en su constante fluir es equivalente a estar en movimiento, por esa razón, no es cierto que lo establecido establecido está, y ello me lleva a comprender entonces que aún lo que parece inamovible puede ser cambiado, removido, transformado. El cambio es una realidad, y son las influencias que, actuando sobre el fenómeno, ayudan a precipitar su cambio, estas son quienes la modifican; es lo que se conoce como la dialéctica, que de una manera muy sintética es la oposición de tesis y antítesis, que en pleno choque genera la síntesis. Riazánov lo explica como: “la lucha de ambos [principios]que existen en cada fenómeno, [y que] conduce a algo sintético, a su unión” (p. 57).

Este tema no lo desarrollaremos ampliamente porque de ello hay mucho en libros de filosofía, y no es el objetivo de esta reflexión; lo que quería enunciar a partir de esta breve referencia hegeliana, es que, toda transformación tiene en su naturaleza misma el resultado de la modificación de un estado anterior, y este, a su vez es modificado, y así sempiternamente, o sea, cada modificación lleva al germen de una nueva. Y en esa lucha está presente la contradicción y esta, por supuesto, origina todo el desarrollo.

¿A qué quiero llegar entonces? A que la especie humana y el individuo se encuentran inmersos en una serie de condiciones que son producto de esas transformaciones, dichas condiciones también son transformativas, pues, como nos dimos cuenta, todo es un desarrollo continuo producto de la oposición de dos contrarios. Esas condiciones materiales dejan como resultado una modalidad futura en la que esos individuos van a estar inmersos, y es a partir de esas realidades en que este o estos van a experimentar su mundo-de-la-vida, que no es para nada una abstracción, es un estar-ahí en medio de la realidad, es un fluir del ser-ahí que deviene en el espacio tiempo, y que, a la vez contiene sus notas características.

¿Qué podemos entonces concluir de esto? Que el ser humano, el individuo y toda la sociedad son producto del medio, de su contexto, y, por lo tanto, se encuentran atados de alguna manera a estos, lo que nos lleva a definirlo como un ser encadenado a sus circunstancias y a su espacio-temporalidad, un ser de la historia que hace historia en el momento en que se encuentra inmerso dentro de esa realidad única. Es el hombre social el verdadero protagonista de los eventos históricos, no es él como sinónimo de hombre aislado, no la abstracción metafísica o el concepto definido por características o enunciados. Es ese quien se desarrolla en medio de esa evolución histórica, y que puede, o no, ser consciente de ella, y de su papel protagónico, reconociéndose como un ser en plena y constante transformación.

Ludwig Feuerbach enseña, por ejemplo, que el hombre es: “producto de las circunstancias y de la educación” (Riazánov, p. 63), y desde la visión de Marx, no solo es la naturaleza quien logra un impacto e influencia sobre el hombre, sino que, este actúa sobre la naturaleza, transformándola y transformándose a sí mismo, pues, es claro que la naturaleza transformada por la inteligencia humana seguirá actuando con su nueva característica en la vida del transformador.

Toda esta carreta filosófica debe llevarme a comprender que esos jóvenes que hoy son adultos transformaron con sus actos a esta nación. Muchos acertaron y otros, ya mayores, erraron, sin embargo, reconocer el valor transformador de los jóvenes de otras generaciones, ayuda a cambiar la visión que de ellos se tiene en la actualidad, haciendo justicia con mucho mayores, que en su juventud lograron triunfos innegables porque la historia está ahí servida para ser auscultada.

Algunos de esos movimientos transformadores en Colombia, ejemplo de esas luchas transformadoras de las juventudes fueron los siguientes: Primero, en 1977, se realizó en Colombia uno de los paros más recordados de nuestra historia, dejando como resultado 30 víctimas mortales. Este paro se desarrolló en el muy deslucido gobierno de Alfonso López Michelsen, -sí, ese señor que mancilla con su imagen el billete de $ 20 000-. Todas las víctimas fueron jóvenes de menos de 25 años. No podemos dejar de recordar que hubo también desaparecidos y heridos en cantidades importantes. Este paro se dio desde el 14 de septiembre de 1977 hasta el 15 de septiembre del mismo. Arturo Alape define que dicho paro se inició: “un día en que la combatividad y la iniciativa de las masas salieron a flote para mostrarse en un solo rostro de odio, por todos los años de frustración que han significado los gobiernos de las últimas décadas”

Segundo. En 2011, tuve la oportunidad de participar con jóvenes estudiantes de últimos grados de bachillerato en el paro que logró tumbar la reforma a la ley 30 que normativiza la educación superior, buscaba de manera soterrada entregarla a la empresa privada. Fue una derrota para el gobierno de Juan Manuel Santos. La lluvia, el frío terrible de aquellas marchas no las olvido porque arropado por los jóvenes beligerantes, logramos lo impensable. La sociedad colombiana brilló con su determinación frente al gobierno, lo confrontó y lo derrotó. Sus protagonistas se encontraban unidos en la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane) y era liderada por jóvenes líderes estudiantiles de diversas gamas ideológicas y partidistas.

Después que el irracional triunfo del no contra el referendo por la paz salió vencedor en 2016, producto de una campaña de desprestigio del uribismo, que invitó a las urnas a la gente con la estrategia burda de mentirle para “sacarla a votar emberracada”, las manifestaciones populares lideradas por las juventudes, obligan al gobierno a refrendar dichos acuerdos, muy a pesar de la perversidad de quienes por medio de trafugadas habían engañado a la ciudadanía. Santos, extrañamente ingenuo, llama a la ciudadanía a refrendar con su voto un Acuerdo que no era necesario ser aprobado por ella, ya que, en su programa de gobierno, se estipulaba que casi el único punto de alto valor para reelegirlo presidente de la República, era la promesa de llegar a buen puerto con las negociaciones de paz.

Por supuesto, si ese referendo no se hubiese realizado, las cosas hubieran sido diferentes, sin embargo, estaba esa sociedad hastiada de violencia y con ella, un mar de jóvenes exigiendo la paz con las Farc. Con mi esposa e hija de dos años larguitos, salimos a marchar por la paz, incluso, la voz de mi pequeña exigía: “¡No más guerra!, ¡queremos paz!” mientras en sus pequeñas manecitas llevaba empuñando un blanco clavel.

El preámbulo de este paro nacional de 2021 se inició en 2019. Latinoamérica bullía y la transformación democrática no daba espera. Chile fue especialmente protagonista. Colombia le siguió los pasos y se sumó a esa bola de nieve que arrolló al establecimiento con sus narrativas de conquista de derechos para todos los ciudadanos en igualdad de condiciones. Recordamos como las fuerzas del Estado dispararon enloquecidas contra jóvenes, dejando 10 víctimas mortales, saqueos, CAI incendiados, asesinatos dentro de ellos, y el inicio de lo que hoy por hoy es el acontecimiento nacional más importante de las últimas décadas, que tienen como símbolo a la primera línea, organización juvenil que, a pesar que el gobierno ha dilatado los diálogos con los negociadores de la mesa del paro para debilitar y cansar las duras jornadas de protesta y masivas manifestaciones, estos se mantienen en pie de lucha. Este gobierno sabe perfectamente que su fracaso está decretado por la masacre y el río de sangre que ha dejado correr por las calles del territorio nacional, y por el temor que nuestros jóvenes dejaron de sentir contra la bota militar.

Se me olvidaba el papel de la juventud con el Movimiento Séptima Papeleta que logró cambiar la constitución de 1886 con la histórica Constituyente de 1991, en la que yo, como joven, participé, aunque reconozco que pude hacer un papel más protagónico, sin embargo, y como explicaba anteriormente, las circunstancias y las diversas condiciones apenas comenzaban a hacer mella en mi conciencia política. En 2021 estamos celebrando 30 años de esa constitución de 1991 que derogó a la centenaria de 1886, norma anacrónica y autoritaria imposible de sostener en los inicios de la última década del s. XX. ¡Y los jóvenes estuvimos ahí, transformando!

Y también fuimos derrotados, apaleados, humillados con el resto de la sociedad que en 2001 paralizaba a Colombia con el perverso proyecto de la ley de transferencias # 001 presentado en el gobierno Pastrana con Santos como ministro de Hacienda. Tal derrota se simboliza con la salida del ministro del Congreso mientras que, con su mano, muy seguramente la derecha, hacía un V de victoria y se burlaba de los manifestantes aturdidos por el desprecio de las oligarquías contra la ciudadanía excluida y discriminada. No siempre se sale vencedor de las luchas de la sociedad en contra de su opresor.

Por eso, respetados jóvenes, no podemos caer en el prejuicio de acusar a los mayores de ser responsables de esto y de no haber luchado al menos en su juventud por un país mejor, porque incluso la mayor abstención electoral actual está en las capas etarias más jóvenes; no es justo repetir errores, valorar lo hecho por jóvenes de otras generaciones ayuda a generar una visión positiva sobre el papel de la juventud colombiana en la historia de nuestra nación. Si bien muchos de esos jóvenes erraron en su mayoría de edad montando un sistema oprobioso como este que nos toca sufrir, también se echaron el país a sus espaldas con las herramientas que tenían a su alcance, con las dificultades mayores para crear redes que los tuviera unidos apoyando procesos. Si ayer la construcción de redes era difícil, hoy con las redes sociales se facilita mucho más la unión en pos de la lucha de estas nuevas ciudadanías libres que no son representadas por ningún político o partido político como lo quiere hacer ver el sistema tradicional y corrupto en maridaje con medios de comunicación como Semana, que renunció a la objetividad y se convirtió en un vulgar aparato propagandístico del partido que se encuentra en el gobierno. El nuevo Fox News que avivaba la llama con las mentiras y manipulaciones Pro-Donald Trump en Colombia está representado por este medio pseudoperiodístico.

Y respecto a la escuela qué decir: esta, en la actualidad, ayuda a la transformación ciudadana, aunque badulaques expertos en desprestigiar le den el calificativo de adoctrinamiento. Habrá que definir esta palabreja llena de odio e ignorancia, o cuando a la escuela progresistas que despierta a los jóvenes del sedante adormecedor de la indiferencia, le acusan de terroristas como algún que otro padre de familia atiborrado con perversas manifestaciones en contra de la escuela pública y sus maestros. Esta escuela de la vida no renunciará a la transformación de la sociedad como sostuviese Feuerbach en el s. XIX.

Por todo lo anterior, jóvenes, “¡Ni un paso atrás, siempre adelante!” como invitara Luis Carlos Galán Sarmiento en los años 80 del pasado siglo. La tarea es seguir de pie rescatando a Colombia de la desesperanza, una labor que trasciende cualquier proyecto en la vida de un ciudadano. No permitan que le sigan condenando con una nación como la que tenemos en la actualidad. Destruyan las instituciones, barran sus escombros y reedifiquen unas nuevas si es necesario, unas que no estén contaminadas de este fermento de corrupción, violencia, muerte, juvenicidio, que estén limpias de los vicios que hoy por hoy las desprestigian. Si sus padres y yo, y las generaciones anteriores, en algún momento y por errores graves, los condenamos a ustedes a la pobreza y miseria eligiendo a los más perversos políticos para gobernar y legislar, ustedes den un golpe de autoridad en 2022 y elijan, escuchando las ideas, un gobierno digno que luche por los derechos de su generación, mientras que también ayudan a rescatar, si es que quieren hacer justicia y dar una lección a sus mayores caídos en el desprestigio ante ustedes, los muebles de la generación responsable de esta debacle.

¿Seguirán ustedes defendiendo el actual y nefasto Estado mafioso, o se darán la pela y se dedican a construir una nueva Colombia donde se respete por fin, y de verdad, el Estado Social de derecho? La historia pronto lo certificará o, los juzgará y condenará.

Alape, A. (1980). Un día de septiembre. Testimonios del Paro Cívico. Bogotá: Armadillo

Riazánov, D. (1973). Marx y Engels. Medellín: ediciones Pepe.

Sigue a Las2orillas.co en Google News
-.
0
Nota Ciudadana
Las EPS, ¿homicidas por omisión?

Las EPS, ¿homicidas por omisión?

Nota Ciudadana
Escribo poemas para trascender el tiempo

Escribo poemas para trascender el tiempo

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus
--Publicidad--