El irrespeto del público barranquillero con la Orquesta Sinfónica Metropolitana

El irrespeto del público barranquillero con la Orquesta Sinfónica Metropolitana

Canciones interrumpidas, gente hablando y chateando y fotógrafos hostigando a los músicos hicieron del concierto un calvario para los amantes de la música

Por: Leo Castillo
octubre 11, 2016
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El irrespeto del público barranquillero con la Orquesta Sinfónica Metropolitana
El concierto de la Orquesta Sinfónica Metropolitana Homenaje a Pacho Galán, que esperábamos fuere un cumplido deleite de los sentidos, ha resultado un completo calvario para los amantes de eventos de cultura en Barranquilla. Cuando de música se trata, lo primero es el sonido. Resulta, pues, inaceptable que los asistentes este sábado 8 de octubre a la concha acústica del Santo Cachón (como preferimos en Barranquilla denominar al parque del Sagrado Corazón) nos encontrásemos con una amplificación que nos sobresaltaba, perturbándonos, durante todo el concierto con truenos bastante más horrísonos que los del huracán Matthew a su paso por la Costa Caribe de Colombia. Como si esto fuera poco, lacerantes silbos de feedback horadaban a menudo dolorosamente los oídos del público que copaba las gradas del escenario.
Puesto que el concierto era patrocinado por la Secretaria presuntamente de Cultura de nuestro Distrito, un fotógrafo delegado por esta oficina para hacer el registro gráfico se arrogó el fatal derecho de meterse en el escenario durante la actuación de la Sinfónica a tomar fotos con la lente pegada al rostro mismo de los músicos, especialmente durante la interpretación de la obertura La italiana en Argel, de Gioachino Rossini y de la Danza bacanal de la ópera Sansón y Dalila, de Camille Saint-Saëns: una tercera pieza de repertorio clásico fue abruptamente cancelada al momento mismo de su ejecución porque, según la señorita presentadora-metereóloga, “iba a llover”, cosa que jamás ocurrió. Ello para dar paso apresuradamente a la interpretación de temas del insigne músico soledeño Francisco “Pacho” Galán. El fotógrafo se robó, pues, el protagonismo, arruinando de esta manera la concentración de los espectadores atentos al, por demás, excelente desempeño de la orquesta: no se dijo de quién son los arreglos de los temas de Pacho Galán y, al momento de entregar, en su nombre, una distinción a parientes del músico fallecido hace casi cuarenta años, un miembro de la Logia masónica, apellido Martelo, ni siquiera se permitió leer los términos consignados en el pergamino, así que nos quedamos sin saber los motivos y la calidad de la exaltación que se le tributa por parte de esa corporación al músico de Soledad, Municipio del área Metropolitana de Barranquilla. Tampoco se entregó programa impreso a los asistentes, debiendo conformarnos con la defectuosa pronunciación de la poco avisada presentadora.
Durante la ejecución de Ay, cosita linda, José Elías Yepez Olivero, director de la Sinfónica, dio la espalda a la orquesta para, en su lugar, dirigir al público con la batuta, pidiendo que se levantara y aplaudiera la interpretación, que apenas comenzaba. Sólo faltó que los músicos se levantaran, tiraran los instrumentos en plena actuación y se inclinaran en zalema ante el eufórico auditorio, cuya frialdad ante las dos piezas del repertorio clásico fue, por cierto, literalmente lúgubre.
¿Y qué del público? Que pues debimos mudarnos de grada al menos tres veces, luego de exclamar inútilmente “¡chitón!” para que se morigerarna las mujeres que hablaban en voz alta por sus celulares o se contaban, entre puntuales risotadas, menudeos de asuntos domésticos. Al concluir la interpretación de las piezas de Pacho Galán, una de éstas, que había estado más bien ajena al concierto, entretenida, como tenemos dicho, en su público intercambio de chismes con su compañera, en lugar de apenas pedir “¡otra!” a la banda, exigía, a grito pelado, que interpretaran dos títulos más: quería a toda costa que se supiera que ella era gran conocedora de toda la discografía del músico homenajeado.
Estimamos y sugerimos que, antes de un evento de esta naturaleza, atendiendo al bajo nivel cultural de nuestra gente, una presentadora o presentador preparado -cosa que ni remotamente tuvimos- dé indicaciones al público relativas al comportamiento que se espera asuman durante el concierto.
¿O resulta impensable el disfrute de un evento culto en escenario abierto en nuestra ciudad?
@Leosemata
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