Florilegios para celebrar 40 años de amistad colombo-china

Florilegios para celebrar 40 años de amistad colombo-china

Para celebrarlo una empresa editorial china y otra colombiana publicaron volúmenes de poetas vivos, confeccionadas por Shen Haobo y con traducciones al español

Por: Harold Alvarado Tenorio
diciembre 14, 2021
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Florilegios para celebrar 40 años de amistad colombo-china
Foto: Pixabay

Colombia estableció relaciones diplomáticas con China en 1980, siendo presidente Julio César Turbay y ministro de Relaciones Exteriores Diego Uribe Vargas, luego de una prolongada tarea de la Asociación de la Amistad colombo-china, creada por Jaime Moreno y José María Gómez, y la colaboración de Jorge Child, Lia Guberek, Carlos Lemos Simmons, Luis Villar Borda, Ricardo Samper y Guillermo Puyana Mutis. La primera vez que un alto dignatario chino visitó Colombia fue en 1985, cuando Zhao Ziyang aceptó una invitación de Belisario Betancur, casi al final de su espantoso gobierno.

Hace entonces 40 años. Y para celebrarlos una empresa editorial china y otra colombiana han publicado sendos volúmenes de poetas vivos, confeccionadas por Shen Haobo y Li Suo, con traducciones al español de la peruana Isolda Murillo y el mexicano Pablo Rodriguez Durán, y Enrique Posada, Cristina Maya y la asesoría ideológica de Isaias Peña Gutierrez, inventor de La generación del bloqueo y el estado de sitio, con traducciones al chino de Gong Ruoqing.

Las impresiones en chino son de la Editorial Motie (https://www.motie.com/wenxue) y las, en español, de Uniediciones (https://uniediciones.com/index.php/es/), que en su colección Zenócrate ha publicado cientos de textos de fingidos poetas.

Según indican los antólogos colombianos, la idea surgió durante una visita del poeta y editor Haobo a Bogotá, acordando publicar volúmenes de cuarenta poetas vivos, hombres y mujeres por igual, ignorando vates de los otros géneros en que se clasifica ahora la sexualidad humana: LGBT, LGBTI, LGBTQ, LGBTA y LGBTQIAK.

Shen Haobo (沈浩波) (1976) es un famoso y multimillonario poeta, fundador del movimiento “De la cintura para abajo” que pretendía destruir los tabúes conexos con el contenido explícito en la poesía china, usando de imágenes con animales, como metáforas de la vida real. Su empresa editorial Motie no es solo una de las más grandes de China sino otra de las más influyentes.

Li Suo (里所) (1986) es una poeta Uigur, autora de textos que reivindican el habla como sustento del poema, con una temática que reflexiona usando utopías que más parecen cuentos de hadas. Trabaja en una de las editoriales del grupo Motie, la Kiron de Beijing.

De los antólogos colombianos, la única vinculada a la poesía, por ser hija de Rafael Maya, es la señora Cristina, miembro de la Real Academia de la Lengua de Colombia (donde no hay reyes), e influyente elemento en esa institución que ni raja ni presta el hacha.

Ganó un millón de pesos en un premio de poesía en la Casa Silva con un texto donde sostiene que “El amor es como un río, que no cesa, que no cesa…” Se sabe que fue jurado del Premio Cervantes, cosa inexplicable.

Enrique Posada vivió tres lustros en China donde tradujo panfletos de Mao y algunos de sus poemas. Fue cónsul, ministro consejero y encargado de negocios en la embajada de Colombia en Beijing. En sus memorias recuerda como aprendió a hablar, que no a escribir, chino, imitando las voces de los líderes comunistas y como sus amigos chinos se mofaban de él al comprobar que unas veces platicaba como Lin Biao otras como Liu Shaoqi, a quienes admiraba.

Ferviente maoísta, vivió en silencio las atrocidades de la revolución cultural, pero no pudo presenciar, desde su casa del Callejón de los Fideos frente al Palacio Imperial, la masacre de Tiananmén, ni nunca aceptó acercarse a los carruajes, tirados por caballos, donde unos desgraciados vaciaban tras extraerlos de las alcantarillas, los detritos humanos que, para otro fanático maoísta, como Ricardo Samper, eran apenas “abono orgánico”.

PAGODA reúne, contrariando los postulados del acuerdo inicial para la publicación de las compilaciones, 30 varones y sólo 10 mujeres, natos entre 1954 y 1980, arropando apenas dos generaciones.

Está organizada en seis secciones, (I) de nueve poetas nacidos en la década del 60, con más de treinta años de publicaciones; (II) cuatro, egresados en 1989 de la Universidad Normal de Beijing, año de la masacre de Tiananmén y década del crecimiento económico de China; (III) siete, del movimiento “De la cintura para abajo”, del que hace parte el compilador; (IV) ocho poetas que escriben poesia tradicional o de corte clásico, a la manera de Li Bai o Du Fu, “retratando” la vida social y los estados de ánimo de las gentes; (V) seis, que escriben como hablan, con expresiones directas y cortas, como los raperos de occidente y (VI) seis muy jóvenes de estilos indefinibles pero que delatan una intensa búsqueda y experimentación con el lenguaje.

PAGODA adolece de dos defectos: no es bilingüe, impidiendo el cotejo con el texto original y evidencia el contraste en la calidad de las versiones, porque en el señor Rodríguez, la literalidad, su apego al texto en chino, hace que carezcan de la liviandad propia de la lírica y se tornen prosaicos. No es ese el caso de la señora Murillo, que demuestra habilidad en el ejercicio del proverbio italiano “traductore traditore”.

PAGODA es sin duda un acierto al poner en español más de 190 poemas que ofrecen una impresionante panorámica de la vida y los sentimientos de esas dos generaciones de seres humanos que han visto convertir su país, desde una pobreza y guerras incomprensibles, en uno de los países mas poderosos de la tierra.

Cada texto deja al lector hundido en reflexiones y emociones inesperadas que resumen la milenaria sabiduría del pueblo chino, único en nuestro presente, pues ha permanecido atado a sus tradiciones y violentos periodos sin olvidar nunca las cicatrices que deja la historia. Es imposible aquí hacer una reseña de sus mejores poemas, pero su lectura vale el viaje.

Como se sabe, el cóndor, que en la historia de Colombia se refiere a uno de los más feroces asesinos de liberales durante la llamada Violencia y ha sido consagrado en una novela, es un inmenso buitre negro con cabeza calva que se alimenta de carroña y alcanza a vivir casi ochenta años. El cóndor carece de laringe y no emite sonidos ni cantos como hacen otras aves.

Por ello es muy extraño que se haya titulado la antología de la poesía colombiana como El canto del cóndor, quizás haciendo referencia mejor a El cóndor pasa, zarzuela peruana y una canción muy difundida por Claudia de Colombia durante sus presentaciones televisivas en El Club del Clan.

El canto del cóndpr reúne 20 mujeres y 19 hombres con unos 115 textos, confeccionados durante las últimas tres generaciones en unos 71 años. Y es una muestra arbitraria y perversa, desviada de todos los cánones conocidos para este tipo de ediciones, porque ignora, abusivamente, las obras de los más notables poetas nacionales, ya consagrados por el tiempo y la historia. Una muestra de poetas colombianos para lectores tan remotos como los chinos no podía omitirles. Justificar esas supresiones con la peregrina tesis de que debían estar vivos, es una falacia, porque no es la vida de los autores la que merece perdurar y perdura, sino su obra.

Ignorar, por ejemplo, a Julio Flores, Silva, Valencia, de Greiff, Zalamea, Arturo, Martán Góngora, Carranza, Chams, Gaitán Durán, Jaramillo Escobar, Amílcar Osorio, José Manuel Arango, Quessep, Maria Mercedes Carranza, Cobo Borda, Fernando Molano, Silvera Arenas o Fátima Vélez, para solo mencionar unos cuantos, y suplantarlos por “la primera  presentadora colombiana que tuvo la televisión venezolana”, “hermana de un secretario perpetuo del partido comunista” y “miembro de la Real Academia”; o “la secretaria privada de trece ministros, diplomática y miembro de la Real Academia”, o “la viuda de Omar Rayo, promotora de la poesía femenina y nacida en New York”, o un dipsómano que ha “recibido la Cruz en Grado de Caballero de la Javeriana y el escudo de honor del Caro y Cuervo”, o “un asesor del Centro para el Desarrollo del Conocimiento en Buenos Aires y Ginebra, funcionario de la Unesco en Paris, Habana y México y miembro del Club Rotary”, u otro, autor de una oda pindárica en honor de Alberto Santofimio Botero, “miembro, durante cinco largos años, del Consejo Nacional de Cultura durante el gobierno de Juan Manuel Santos y Mariana Garcés”, invitado a China “donde leyó parte de su obra publicada en Tres Tomos” o, “un especialista en universitología, conflicto social y construcción de paz”, o “una vieja militante de la generación del bloqueo y gran espíritu intrépida y ardiente”, o “una de las nietas preferidas del presidente Ospina, que estuvo en 2019 en la FIL de Guadalajara”, u otro que “tiene cinco libros inéditos y se denomina poeta del campo”, o una señora a quien se le suicido un hijo en New York y concedió una entrevista a través de un BlackBerry mientras lo estaba cremando, o la autora del “Análisis imago lógico de Álbum de billetera de Parra Sandoval”, o un ensayista premiado en una Academia de Hispanoamericanos en Buenos Aires, o una ya entrada en años muy conocida en Casa Silva por haber sido la lustradora de los botines de la directora, o , un imitador de un ex director del suplemento de El Espectador que ha ganado más de diez segundos premios de poesía, o, el único periodista cultural que hay en Cartagena, o uno de los hijos del recién fallecido poeta español Caballero Bonald, etc., etc. Es una vergüenza.

Algunas de las reseñas aparecidas en revistas chinas han opinado que las traducciones de la señorita Gong Ruoqing dejan mucho que lamentar, mientras otros apuntan que este libro más parece una suerte de pago por adelantado de favores a fin de ingresar o a la Real Academia Colombiana o recibir alguna de las medallas que obsequia el Congreso o la presidencia de la república.

Amanecerá y veremos. La poesía nunca ha dejado de ser moneda de cambio, un toquen, para los intrigantes, los inútiles y la extensa familia de lagartos nacionales. De horrendos poemas estuvo tapizada la escalera de ascenso para la presidencia de Colombia hasta que, Belisario Betancur y sus continuadores, fueron elegidos por las mafias del narcotráfico.

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