En un sistema presidencialista, ¡el Gobierno nunca pierde!

En un sistema presidencialista, ¡el Gobierno nunca pierde!

Lo preocupante es el desmedido afán del Gobierno en sacar avante la Reforma a la Salud, sin escuchar, concertar o ceder un milímetro en su concepción

Por: Juan Carlos Niño Niño
diciembre 13, 2023
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En un sistema presidencialista, ¡el Gobierno nunca pierde!
Fotografía: Canva

Cuando estaba a punto de revisar mi aseveración de que al Gobierno Nacional jamás se le cae un proyecto de ley o proyecto de acto legislativo -expuesto de manera reiterativa en mis Columnas- con la aprobación de la Reforma a la Salud el pasado martes en la Plenaria de la Cámara, se confirma una vez más que efectivamente me asiste la razón, aun cuando muchos “analistas” se apresuraron a anunciar un inminente fracaso de la agenda gubernamental en el Congreso.

El fin de esta Columna no es la modificación al Sistema de Salud, tan “trillado” a favor y en contra, con el famoso giro directo del ADRES a las IPS, y la famosa “meritocracia” para elegir a los ahora directores de Hospitales públicos, sino que a partir del trámite de este proyecto de ley, explicar cómo funciona el Sistema Presidencialista, en donde el Primer Mandatario es el "amo y señor" de lo “divino” y “humano”, ante un débil y limitado poder legislativo, que se instauró con la Constitución de 1886, en donde el Presidente Rafael Núñez concentró el poder en el Ejecutivo, para eliminar la anarquía y tendencia separatista regional, que hasta entonces nos había costado cientos de guerras civiles y la disolución de la “Gran Colombia”.

En una Columna Dominical de la década pasada -ante la indignación de muchos amigos constitucionalistas- tuve el atrevimiento de afirmar que en Colombia solo tenemos dos ramas del Poder público: Ejecutiva y Judicial, porque el Legislativo es simplemente un apéndice del primero, desde que en 1968 una Reforma Constitucional –impulsada por el Presidente Carlos Lleras Restrepo- le quitó la iniciativa del gasto al Congreso, o en otras palabras no puede presentar ningún proyecto de ley que incluya una partida presupuestal, a no ser que el "bondadoso" Gobierno le dé el visto bueno –casi siempre "migajas"- pero a cambio el desvalido Congresista le debe aprobar hasta la risa, incluida la polémica Reforma a la Salud, como también –a nadie le extrañe- el paquete completo: salud, laboral y pensiones.

Con esta carta el expresidente Gaviria le da una portazo a la reforma de salud

El escenario no es menos desolador cuando proyectos de ley como el Plan Nacional de Desarrollo, el Presupuesto General de la Nación y hasta el Presupuesto Bienal de Regalías –que no es de la Nación- son formulados única y exclusivamente por el Gobierno Nacional, sin que el legislativo tenga la más mínima posibilidad de modificación alguna, a no ser que el Congresista en la sesión consiga el aval del respectivo Ministro de Hacienda –una partida insignificante para su región- pero siempre y cuando no afecte los lineamientos centrales de la iniciativa, y de paso se comprometa en votar afirmativamente el resto del articulado.

Lo anterior se evidencia con la aprobación de la Reforma a la Salud en la Plenaria de la Cámara, con el voto favorable de algunos miembros de “Cambio Radical” –autodeclarado este año como Partido de oposición- incluso por encima de la imponente autoridad del Expresidente César Gaviria, convirtiéndose en un espectador más cuando los Representantes liberales -liderados por el Presidente de la Cámara Andrés Calle- terminaron por salvar tan sufrido y polémico proyecto, que los medios de comunicación nacional –idiotas útiles del tejemaneje político- daban con “cánticos” y “alabanzas” su cristiana sepultura, pero que repentinamente tuvo la misma resurrección espectacular de Lázaro en el Nuevo Testamento.

La Cámara de Representantes es de circunscripción territorial, su elección depende de las expectativas locales, dominadas últimamente por líderes de barrios o comunas, que negocian a gran escala con los candidatos más poderosos, cayendo entonces la sociedad en una gran contradicción, porque por un lado le exigen objetividad al Representante, pero a la vez lo bombardean con miles de requerimientos en puestos y contratos, que solo son posibles si, por ejemplo, al Presidente Petro le aprueban la Reforma a la Salud, so pena de perder la designación de sus fichas en las regionales del Gobierno, señalando esto no como una accionar específico de la actual administración, sino como una práctica de antaño en la relación Ejecutivo-Congreso.

El Senado de la República tiene la ventaja de ser por circunscripción nacional, con bancadas de oposición tan bien consolidadas como Cambio Radical y el Centro Democrático, más una interesante posición diversa y deliberante de la Colación Esperanza, en donde se destacan pronunciamientos centrados y de avanzada como la de los Senadores Humberto de la Calle, Angélica Lozano y Ariel Ávila, quienes sin duda van a enriquecer el debate de la Reforma a la Salud en la Comisión Séptima y la Plenaria, por lo que el año entrante será sin duda una de las jornadas deliberante más intensas y por lo tanto más interesantes del Congreso, en donde algunos siguen apostando por el fracaso de la agenda gubernamental.

Lo preocupante es el desmedido afán del Gobierno en sacar avante la Reforma a la Salud, sin escuchar, concertar o ceder un milímetro en su concepción, lo que aumentaría el riesgo de estrategias “non sanctas” para la aprobación de la iniciativa -ante el monstruoso poder económico y burocrático del Ejecutivo- que dejaría un grave precedente a nuestra democracia, incluida la independencia del Congreso y hasta la misma legitimidad del Gobierno, evitando una detenida y rigurosa discusión del proyecto, siendo desplazada por la aprobación en bloque de los artículos o la misma “dictadura de los ponentes” –como lo he denominado en estas Columnas- en donde se aparenta revisar el pliego de modificaciones de independientes u oposición, para que a la hora de la verdad se deje éste como constancia, o en otras palabras relegado al baúl de los recuerdos.

Coletilla: Este martes, el Senador José Vicente Carreño radica un proyecto de ley para que propietarios de vehículos y motocicletas puedan adquirir el SOAT, con vigencia semestral, trimestral o mensual –no solo anual- en la medida que el mismo se adquiera de acuerdo con las necesidades de uso, lo que a la vez va a contrarrestar la evasión y fomentar la cultura del estacionamiento, siendo ésta una medida oportuna para reducir la polución del aire urbano, que actualmente sería la causante de muchas muertes y enfermedades.

*** Asesor Legislativo – Escritor.

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