El despiporrado Petro que se dedicó a despiporrar el país

El despiporrado Petro que se dedicó a despiporrar el país

Es un émulo de “Cantinflas” pero que no provoca risa sino pena ajena; intenta que sus falsedades, de tanto repetirlas, se conviertan en verdades incontrovertibles

Por: Juan Carlos Camacho Castellanos
mayo 17, 2023
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El despiporrado Petro que se dedicó a despiporrar el país

“Las personas no están jamás tan cerca de la estupidez como cuando se creen sabias”.

Moliere

El médico se acercó a la familia del paciente, estos, al verlo, se acercaron con premura al galeno.

-Doctor, cuéntenos, ¿Cómo resulto el procedimiento? - acertó a preguntar el padre.

-Imagínense que no aguantó la operación, es que, como no calculamos bien lo de la anestesia se murió, nos despiporramos en el procedimiento. – dictaminó en tono jocoso el cirujano.

El avión se desplomaba sin control hacia las oscuras aguas del atlántico, el capitán, para que quedará grabado en la caja negra de la aeronave, exclamó con cierta ironía; “No calculamos bien el nivel de combustible, nos despiporramos, y ahora nos reventamos contra el océano”.

Despiporrarse será ahora la excusa frente a un “pequeño error de cálculo” y eso lo demuestra nuestro folclórico presidente, que, como siempre ha demostrado que su gestión es fruto de la más profunda improvisación. Los ejemplos iniciales son contundentes porque cuando hay una vida o cientos de vidas en riesgo la mediocridad, la falta de experiencia, la ignorancia y la improvisación terminan destruyendo la existencia de muchos con sus inevitables daños colaterales.

Esto nos lleva a preguntarnos ¿habrá existido un verdadero programa más allá de lo que publicaban Petro y sus adláteres en las redes a punta de twitter corriendo un poquito las líneas de la ética?; y al retroceder en el tiempo no acertamos más que a reconocer que el Sr. Petro (no es doctor, no me consta y no me vale un “horroris causa” concedido a la ligera) es un improvisador de oficio, baste recordar el caos que generó como alcalde cuando cambió el esquema de recogida y tratamiento de los desechos en Bogotá y, por supuesto, otras muchas despiporradas en ese aciago periodo de gobierno.

Era increíble como en campaña tenía una mágica solución para los males que aquejaban a Colombia; era el Dumbledore que hacía aparecer banquetes maravillosos en las mesas de los menesterosos y hacía volar los trenes de costa a costa con la pericia de su discurso engaña bobos. Es la contradicción en dos patas que un día le pide al fiscal que no sea un “corre ve y dile” del gobierno de Duque y ahora dice que debe serlo de él porque “L'État c'est moi”. El hombre vive en medio de tantas mentiras, exageraciones y parloteo improvisado que ya no sabe cómo sustentar ese imperio de falsedades que está construyendo desde los inicios de su vida política. Llega a España a recibir condecoraciones después de despotricar contra el anfitrión el día antes desde el balcón del pueblo; y lo peor, por allá se despiporra enseñando historia con ejemplos descabellados donde compara el feudalismo con la serie de ficción y fantasía “Game of Thrones”.

Es un emulo del genial Mario Moreno “Cantinflas” pero que no provoca risa sino pena ajena; es un fiel seguidor de los principios de la propaganda (obra cumbre del despreciable Joseph Goebbels) de vulgarización y de la orquestación pues intenta que sus falsedades sean fáciles de digerir y al mismo tiempo de tanto repetirlas se conviertan en verdades incontrovertibles. Eso y los aspectos de su personalidad, como el egocentrismo, la mitomanía y su prepotencia, configuran una posible patología de pronóstico reservado solo explicable por un buen equipo de psiquiatras. En esas manos hemos caído para desgracia de una nación que merecía un mejor destino.

Pero, desafortunadamente, los 11.260.105 millones que lo arrastraron al poder nos condenaron a soportarlo por un poco más de tres años que le restan de mandato. Es imposible prever lo que este señor pueda hacer en este tiempo que se volverá un tic tac de angustias y tristezas para muchos que no deseamos un final para Colombia como el de nuestra pobre vecina Venezuela o nuestra desafortunada hermana Nicaragua.

El Señor Petro se despiporró, se despiporrará y seguirá despiporrasándose porque esa es su naturaleza; porque no es apto para administrar un país, porque él y su camarilla de adulantes llegaron al poder para gozar de los privilegios del mismo; para usar el “helicóptero” y “de malas”; para repartir mermelada (que cada vez está más desabrida y rancia), para destrozar un país que no se merece un gobierno tan mediocre, tan falso, tan improvisado, en definitiva, tan despiporrado.

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