En octubre del 2022 me encontraba haciendo las vueltas para sacar un crédito; y me encontré con la realidad de que sin historial crediticio, es muy difícil obtenerlo. Fue en ese momento cuando decidí sacar mi primera tarjeta de crédito, y me pareció buena idea hacerlo en el banco donde tengo mi cuenta de ahorros, el Banco Falabella. A través de internet realicé todo el proceso y en menos de una semana ya tenía el plástico, que contaba con un cupo bajo; pero que servía para realizar algunas compras.
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— Banco Falabella Colombia (@BcoFalabellaCo) October 13, 2020
A partir de ese momento no tuve ningún problema con la tarjeta de crédito, la utilizaba, mas que todo, para comprar tiquetes o para hacer compras por internet. Aunque la cuota de manejo no era la más barata, sí daba unos beneficios que otras no daban; sin embargo, en el mes de marzo ocurrió algo que me dejó bastante sorprendido. Una mañana, cuando quería hacer una compra por el celular, me apareció la notificación de que la tarjeta no tenía el cupo suficiente. Me imaginé que se debía a algún problema con la aplicación y decidí esperar hasta el otro día para realizar la compra; pero al día siguiente ocurrió lo mismo, y así sucesivamente.
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Después de una semana de intentar realizar la transacción y no poder, decidí contactarme con el Banco Falabella a través de su línea de Whatsapp, para conocer cual era el inconveniente; y allí, en medio de los textos, me explicaron que debido a algunas reestructuraciones en los productos de los clientes, tomando en cuenta su capacidad de endeudamiento, habían decidido bajar el cupo de mi tarjeta de crédito. ¿Lo realmente irrisorio? A mi plástico le habían dejado un cupo de un peso. Sí, un miserable peso.
No tomé pantallazo de la conversación; pero en dicho instante la situación me pareció tan ridícula que volví a preguntar. Recibí la misma respuesta, por reestructuraciones en los productos de los clientes, tomando en cuenta su capacidad de endeudamiento, el cupo de mi tarjeta de crédito Falabella había sido reducido a un peso.
Finalmente, decidí pagar mis deudas y contactarme de nuevo con el banco y cancelar de una vez por todas mi tarjeta. Ya han pasado algunas semanas desde que recibí el paz y salvo; pero aun sigo sin creer que el banco que, literalmente, conoce todo mi historial financiero, haya tenido la osadía de insinuar que mi capacidad de endeudamiento no me da ni para comprar un dulce de 50 pesos.