De la clase política y el sistema de salud

De la clase política y el sistema de salud

"La corrupción impera en todos los ámbitos y nosotros lo permitimos día a día, año tras año. Somos una partida de borregos sin mente propia"

Por: Rodrigo Manuel Gómez Urzola
julio 17, 2020
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De la clase política y el sistema de salud
Foto: Pexels

Ha sido triste ver cómo quedó al desnudo el sistema de salud de Colombia con esta pandemia. Hubo falla en ambos lados. Los políticos por haberse robado durante toda su vida, de forma descarada, los recursos para invertir en los hospitales, no solo en su construcción masiva sino también en infraestructura, dotación de equipos de alta tecnología y una planta de personal médico altamente capacitado y bien remunerado. Ellos, a quienes cada cierto periodo de tiempo le vendemos nuestro voto por miserables sumas, nos tienen en donde estamos. Seguimos siendo, pensando y actuando como cavernícolas.

Tenemos ministros de Salud que pasan por los cargos simplemente para llenar sus bolsillos a cuenta del erario y la complacencia del presidente en turno. La cadena es bastante larga desde ahí hasta abajo. Todos, todos, sin excepción, asumen “sus funciones”, pero no para mejorar las condiciones del pueblo (sus gobernados) sino para enriquecerse y pagar favores a sus amistades más cercanas y a quienes les ofrecen una forma adicional nada honesta de aumentarla. Lo peor de la sociedad no son los habitantes de calle, ni las personas en condición de pobreza extrema, ni los de estratos 1, 2 o 3, no; son los políticos. Esa es la peor plaga o virus que existe, y no digo pandemia, porque muchos países ya han erradicado a esas sabandijas miserables.

¿Y la credibilidad científica? Hablemos de ellos también. Porque el silencio es cómplice. Es como ser testigo de un asesinato y no denunciar los hechos ni señalar al que lo cometió. ¿Cobardía? No. Se llama cohonestar la corrupción, sea por acción o por omisión.

¿Por qué, hasta ahora, es que la comunidad médica va a revelar sus carencias en todo aspecto, cuando ha tenido años para hacerlo? Y no es por la pandemia, no señor. Ya en años anteriores en el Boletín Epidemiológico del INS se hablaba de las IRAG (Enfermedades Respiratorias Agudas) y las consultas asociadas por IRA (Infección Respiratoria Aguda), por lo menos para el 2018 fueron más de 1.420.000 y los casos de IRAG 52.755 (informa el boletín que ésta tuvo una disminución del 9% con respecto al 2017).

A lo que me refiero es a que no es nuevo este problema, que ha cambiado de nombre y se ha hecho más letal, si, puede ser, pero ya había datos suficientes para establecer un sistema de salud más sólido logrando, tal vez, apaciguar las consecuencias de esta pandemia. Otra cosa: el gobierno actual dice querer proteger a los mayores pero, si estoy equivocado que me corrijan, nunca ha hecho una campaña de vacunación masiva para esta población. Y, según el mismo boletín, “los grupos de edad con mayor proporción de casos de IRA son los menores de cinco años y mayores de 60 años, grupos priorizados para vacunación contra influenza con el fin de prevenir su riesgo y su contagio”. ¿Ah? Ahora se quieren lavar las manos con agua y jabón para borrar no solo al virus sino su ineptitud.

En la Resolución WHA 60° del 27 de mayo 2007 (OMS), se reconoce que las TS (Tecnologías Sanitarias) proporcionan a los dispensadores de atención de salud herramientas indispensables para prevenir, diagnosticar, tratar y rehabilitar con eficacia y eficiencia y para que puedan cumplirse los objetivos de desarrollo relacionados con la salud acordados internacionalmente, incluidos los que figuran en la Declaración del Milenio; instando a los estados miembros “a que formulen, según proceda, estrategias y planes nacionales para la implantación de sistemas de evaluación, planificación, adquisición y gestión de las tecnologías sanitarias, en particular dispositivos médicos, en colaboración con personal dedicado a la evaluación de las tecnologías sanitarias y la ingeniería biomédica”.

Para mi es clara esta resolución. Y quien debe esmerarse por allegar todas esas herramientas es el Estado, pero quienes deben exigir que se cumpla son los sectores médicos, pues ellos tienen el deber sagrado y juramentado de salvar las vidas.

La corrupción impera en todos los ámbitos de Colombia y nosotros lo permitimos día a día, año tras año. Somos una partida de borregos sin mente propia que vemos cómo se roban los recursos y los volvemos a elegir. Y el fondo del asunto es que no nos damos cuenta de que hay que cambiar la forma de gobierno. No se trata de izquierda o derecha, o de partidos políticos, pues si lo analizamos, todos, independientemente del nombre que elijan, deberían propender por la mejora de las condiciones de sus gobernados y ver su elección con orgullo y no como la oportunidad de lucrarse. Permitimos sueldos estratosféricos para cada uno de ellos pero pasamos hambre, vivimos en condiciones inhumanas, nuestros hijos sufren, no encuentran oportunidades educativas ni laborales y surge la delincuencia. Nosotros la creamos al endiosar a estos imbéciles y corruptos seres. Pero, ah, somos el país más feliz del mundo. ¡Mentira! Estamos en el fondo del pozo y, mientras esto siga así, nunca vamos a surgir.

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