Nadie lo volvió a contratar desde que terminó El Capo, así que como tantos actores en el país armó maletas para buscar futuro en otro destino: Los Angeles
Pambelé, el peso mosca que nadie olvida domó los demonios del alcohol y la droga y ahora ve pasar los años entretenido con la televisión y sus amigos en su finquita costeña
Amancio Castro lo tuvo todo en los años ochenta. La pobreza y el olvido lo llevaron a ser parte del Bloque Mineros de las AUC. Alberto Salcedo Ramos escribe su vida